Mart¨ªn Caparr¨®s regenera su visi¨®n del periodismo
El reportero arma en ¡®Lacr¨®nica¡¯ un manual donde desgrana su ejercicio de la profesi¨®n
Comenz¨® manchando mesas con los caf¨¦s y los cables de agencia que repart¨ªa entre veteranos. Lo hac¨ªa en medio de Redacciones donde se esnifaba tinta a contrapelo con los relojes, la siempre inc¨®moda actualidad y un saldo estimulante de nicotina, donde tambi¨¦n cab¨ªan otras sustancias. Ha terminado cum laude, como una firma de referencia dentro de la denominada nueva cr¨®nica latinoamericana. En medio, Mart¨ªn Caparr¨®s (Buenos Aires, 1957) ha recorrido el mundo como ¡°cazador de principios¡±. No s¨®lo ¨¦ticos, morales o deontol¨®gicos sobre el oficio en el que acab¨® casi sin querer, por inercia, sino desvelando sus sue?os de audacia n¨®mada en busca de un buen comienzo para sus notas.
Ahora, este periodista curtido entre publicaciones donde lo mismo cultivaba la nota deportiva que el banquete gastron¨®mico, da buena cuenta de sus insomnios construyendo frases para sus puzles de realidad en Lacr¨®nica (C¨ªrculo de Tiza), as¨ª, todo junto.
Lo que quiso nacer como una antolog¨ªa de varios art¨ªculos suyos se ha convertido, a modo de autobiograf¨ªa period¨ªstica, en un manual con alergia a la pompa de los textos acad¨¦micos, fundamental para cualquiera que quiera dedicarse a esto de contar el mundo. ¡°Hace 14 o 15 a?os que imparto talleres en la Fundaci¨®n Nuevo Periodismo [creada por Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez] y eso me urg¨ªa de tanto en tanto a pensar en lo que hago y c¨®mo lo hago. Con el libro, me sent¨ª obligado a reunirlo de una vez y as¨ª es como conform¨¦ esta especie de legado de las pelotas¡±, afirma.
No le gusta la palabra ¡°manual¡±, que le lleva a ¡°pensar en maestras antip¨¢ticas y tardes escondidas¡±. Pero el caso es que le ha salido uno donde pone en solfa la muchas veces sobrepasada doctrina de alcanfor salida de las universidades, en esas aulas vencidas por la realidad del oficio donde todav¨ªa, algunos, se atreven a hablar de objetividad y pir¨¢mides invertidas: ¡°Lo primero no existe; ya a la hora de elegir contar una historia y no otra aplicas la subjetividad. En cuanto a la pir¨¢mide invertida, denota mediocridad, falta de ambici¨®n¡±. Esa coartada se invent¨®, opina Caparr¨®s, ¡°para no lectores¡±. La aplican aquellos que, metiendo todo lo que importa en el primer p¨¢rrafo, se rinden a la evidencia de que en lugar de 30 l¨ªneas solo aprovechar¨¢n las seis del principio. ¡°Yo me muestro un poco m¨¢s orgulloso: quiero que lean todo lo que escribo, no s¨®lo una parte¡±.
La pir¨¢mide invertida en periodismo denota mediocridad, falta de ambici¨®n
Lejos del absurdo acad¨¦mico, a veces tediosamente implantado tambi¨¦n en algunas Redacciones donde se mira de reojo cualquier coqueteo con la creatividad, Caparr¨®s habla de estructuras, de arranques, de impresiones cogidas al vuelo, de reflexi¨®n previa a lo redactado, de buscar en la poes¨ªa para combatir toda burocratizaci¨®n del lenguaje y no renunciar as¨ª a lo preciso, de su relaci¨®n amor-odio con las palabras, de identidad¡
¡°Ser argentino, como todo el mundo sabe, supone salir de 14 errores y varias equivocaciones. Nos dota de una mirada distinta de la que ofrecen otros pa¨ªses conformados por siglos de historia¡±. Caparr¨®s supo que eso era ventajoso: ¡°Nos regala una falta de prejuicios producto de las tradiciones, alejada de los nacionalismos. Estos no son formas de mirar, sino de cerrar los ojos¡±.
Bien abiertos los mantiene Caparr¨®s. Y as¨ª es como, de una tabla de gimnasia del genocida Videla a los templos del horror donde se mercantilizan cuerpos infantiles en Asia, los campos de batalla ya perdidos de las guerrillas, las peroratas revolucionarias que se vierten en una Habana fidel¨ªsima o los retos de un interior desconcertante en Argentina, este insaciable contador con cr¨¢neo desnudo de n¨¢car y bigotes de h¨²sar sigue recorriendo el mundo en mitad de una continua huida hacia adelante que tiene residencia ahora en Madrid.
No entiende la distinci¨®n escritor / periodista, valga la redundancia: ¡°Pas¨¦ tiempo explicando que entre escribir ficci¨®n o no ficci¨®n s¨®lo existe una diferencia: para la ¨²ltima se supone que pasaste un tiempo previo reuniendo un material que en el caso de lo primero has ido recopilando toda la vida¡±.
Para Caparr¨®s, se trata de un pacto de lectura: ¡°Nada m¨¢s, con la ¨²nica obligaci¨®n de buscar una mejor manera de contar el mundo¡±.
Y para ello ya no existe una escala de importancia basada en las famosas W del periodismo americano: What, When, Where, Why¡ (Qu¨¦, cu¨¢ndo, d¨®nde, por qu¨¦¡). ¡°Lo m¨¢s importante, lo que nos diferencia ahora que ya contamos con la informaci¨®n inmediata sobre todo lo que queramos, es el c¨®mo¡±. C¨®mo se articula y estructura el relato, c¨®mo arranca y termina el mismo, en qu¨¦ cantidad se despliegan adjetivos, con qu¨¦ agilidad se dota al texto de verbos¡ ¡°Todo eso es lo que va a marcar la diferencia¡±, indica.
Y sirve para cualquier g¨¦nero. No solo lo que se ha dado en llamar la nueva cr¨®nica latinoamericana, sin tener en cuenta el elemento que define esa forma: una denodada lucha contra el tiempo. ¡°Lo adoptamos para recuperar un t¨¦rmino que en Argentina contaba con reminiscencias un tanto sucias. El cronista era el ¨²ltimo en el escalaf¨®n, el chico que sal¨ªa a la calle, tra¨ªa la informaci¨®n y luego se la daba a un periodista que acababa redact¨¢ndola. Ten¨ªa una resonancia lumpen y quer¨ªamos dotarla de prestigio, irla limpiando¡±.
Con el tiempo, seg¨²n ¨¦l, se volvi¨® solemne. Por eso la junt¨® y le sali¨® un palabro: ¡°Lacr¨®nica. Mejor as¨ª, ?no?¡±.
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