Robos y robitos

Un amigo que sobreviv¨ªa como pod¨ªa ejerciendo de abogado de oficio me cont¨® historias tan crueles como tragic¨®micas sobre clientes a los que defendi¨®. Se sent¨ªa particularmente satisfecho de ayudar a que se librase de la condena a un a?o de trullo a un pobre hombre, con tan pocas luces en el cerebro como agujeros en el est¨®mago, que rob¨® un cerdo en una piara interminable.

Encuentro dada¨ªsta aunque tambi¨¦n abyecto que vayan a entrullar durante cuatro meses a una se?ora que mang¨® ropa en unos grandes almacenes por valor de 450 euros. No tiene pinta la afligida y arrepentida dama de haberse apropiado de un conjunto de ropa interior de La Perla, un fular de Herm¨¦s, unos zapatos de Prada, para disfrute propio y de su enamorada pareja. S¨ª de que su hurto pudiera servir para arropar a sus cuatro cr¨ªos, o vender esa ropa para que la nevera deje de estar vac¨ªa. O sea, por necesidad. Ella confiesa que est¨¢ mal lo que ha hecho, que le parecer¨ªa justo redimir su hurto mediante trabajos sociales, pero que no merece que la encarcelen. Y a los que vomitaron su ira contra los pol¨ªticos en el Parlamento les han ca¨ªdo no s¨¦ cu¨¢ntos a?os de trena. Imaginemos lo que debe sentir la trivial ladrona o esos subversivos orales al saber que su delito es merecedor de c¨¢rcel en un pa¨ªs en el que el gran interrogante sobre el impune gangsterismo de los c¨ªrculos de poder no se limita a algo tan inocente como: ?qui¨¦n estuvo pringado en la infinita ci¨¦naga, en el generalizado saqueo? sino a la convicci¨®n del c¨ªnico Di¨®genes: ?y qui¨¦n no lo estuvo?

C¨®mo me divierto con la amenaza de apocalipsis del sistema que invade a barones peperos y sociatas ante la llegada de las hordas estalinistas y piojosas. Dicen los eternos due?os del tinglado que ser¨¢ horrible para Espa?a. ?Qu¨¦ significa Espa?a? Ser¨¢ horrible para ellos. Y ni eso, se han cubierto a perpetuidad.