¡°Mientras no haya pancartas reclamando libros vamos mal¡±
Exigente cr¨ªtico de poes¨ªa, director del Instituto Cervantes, exdirector de la RAE. Califica el uso de la lengua hoy de zarrapastroso
O sea que hablamos fatal. Depende de qui¨¦n. Una gran parte de la poblaci¨®n habla descuidadamente. Y no solo eso. Do?a Emilia Pardo Baz¨¢n cuenta en Insolaci¨®n que en ese tiempo se hab¨ªa puesto de modo hablar mal en espa?ol. Recuerdo que Rafael Lapesa, tan cuidadoso, le grit¨® a un motorista: ¡°?Imprudente!¡± Le pregunt¨¦ por qu¨¦ su generaci¨®n hablaba as¨ª. Fue porque se educ¨® en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. El modo de hablar traduce la educaci¨®n. Y la ILE, dec¨ªa Lapesa, les inculc¨® el cuidado del lenguaje. Hoy se ha puesto de moda, como cuando Pardo Baz¨¢n, el hablar zarrapastroso.
De unas y de otros. No hay diferencia en cuanto soltar tacos entre hombres y mujeres. No estamos en una ¨¦poca hist¨®rica en la que se cuide a la lengua, sabiendo, como nos recordaba hace poco Ferlosio en BABELIA, que la lengua es la que nos hace.
?Qu¨¦ consecuencias tiene en la calidad de la conversaci¨®n? Pues que rebaja el nivel, cierra los cauces para un discurso abierto al matiz, a la reflexi¨®n, a la cr¨ªtica, a la racionalidad. Se entra en la espontaneidad vulgar, en la afirmaci¨®n machista, sea hombre o mujer quien hable.
Es, pues, un tema de educaci¨®n¡ Hoy hay un problema en la ense?anza media; alumnos m¨ªos que son catedr¨¢ticos de Instituto est¨¢n suspirando por marcharse: no soportan lo que est¨¢ ocurriendo en esos centros. Se ha roto el necesario nivel profesor-alumno, est¨¢ invadiendo la mala educaci¨®n y se escapan de profesores. Preocupante.
?C¨®mo se podr¨ªa atajar? Se ha perdido el respeto al profesor. Vendr¨¢ otra ¨¦poca; no soy pesimista. Nos ha tocado vivir como a finales del XIX. Hay que crear esa conciencia en los padres, retornar a un orden civilizado, crear buenos ciudadanos, restablecer el coloquio profesor-alumno en el que se educ¨® Lapesa.
Contribuye la ausencia de h¨¢bito de la lectura. Estamos en una civilizaci¨®n visual; la televisi¨®n quita espacio a la lectura. Se ha perdido el cuidado que proclamaba Nietzsche: ¡°el lector ha de tratar con dedos suaves lo que est¨¢ leyendo¡¡± El ambiente cultural conspira contra eso.
Quitan horas de lectura, quitan la filosof¨ªa¡ Pero no hay protestas, como cuando quitan los toros. Estamos en una ¨¦poca en la que el nivel de exigencia de cultura ha bajado. Hasta que no haya gente con pancartas, ¡°?Venimos a defender el libro!¡±, no vamos por buen camino.
En el descuido participa el Estado. ?No le alarma? Much¨ªsimo. La ense?anza p¨²blica tiene que dar el tono, lo digo desde mi respeto por la ense?anza privada. De la p¨²blica debe venir la exigencia¡
Ya debe estar alarmado para que una persona que mide tanto como usted las palabras haya llegado al adjetivo zarrapastroso¡ Gracias a los dioses hay excepciones; pero el conjunto indica que estamos en una situaci¨®n de p¨¦rdida de nivel en el ¨¢mbito human¨ªstico.
?La alarma la trasladar¨ªa al debate pol¨ªtico? Tambi¨¦n. El ciudadano no es solo quien tiene unas ideas pol¨ªticas b¨¢sicas¡ Es aquel que tiene una capacidad de juicio. El problema de hablar afecta a la libertad; quien habla mejor defiende mejor sus ideas, sabe discriminar lo que oye. Lo que hablando de pol¨ªticos de la Roma cl¨¢sica dec¨ªa Juan de Lucena: con los tres dedos que se escribe se sirve mejor a la cosa p¨²blica que con los dos pu?os con que se pronuncian los discursos en el foro¡
Ahora se abrevia todo. ?Llegaremos a enmudecer? Ser¨ªa dram¨¢tico, significar¨ªa una rebaja, una p¨¦rdida de lo que es la humanidad. El animal que habla y razona, crea afectos, sensibilidades. Si entr¨¢ramos en un lugar de mudez o de simples berridos, ser¨ªa una cat¨¢strofe.
Babelia
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