Sinfon¨ªa Agridulce
Vine a la Plaza de toros M¨¦xico especialmente para ver un mano a mano de alt¨ªsima expectativa, como no podr¨ªa ser de otro modo
M¨¦xico es un pa¨ªs agradecido y nunca indiferente, no viven de la nostalgia invertida, pero conviven con una tremenda producci¨®n de m¨²sica popular, regional y mel¨®dica. El pueblo musical y taurino, en pleno ejercicio de su praxis cultural y popular, me reclama para saludos y fotos (el nuevo aut¨®grafo), y siempre me sorprendo un poco por la generosidad atenta de las gentes de aqu¨ª.
As¨ª me present¨¦ en la Monumental plaza de toros de Ciudad de M¨¦xico, vine ¡ªcomo otros m¨¢s¡ª especialmente para ver un mano a mano de alt¨ªsima expectativa, como no podr¨ªa ser de otro modo considerando que las figuras de la tauromaquia europea relucen en los carteles de la temporada americana, y puesto que se presentaba Jos¨¦ Tom¨¢s reparti¨¦ndose seis toros con Joselito Adame, el gran int¨¦rprete de Aguascalientes.
En otra ¨¦poca mas tolerante, menos viral y mas cultural en el mas acad¨¦mico sentido, el mundo en pleno aceptar¨ªa con ¨¦nfasis a los maestros de la tauromaquia por su profundidad est¨¦tica, pureza lit¨²rgica y hero¨ªsmo. Como a grandes figuras del arte fuera de la aburrida discusi¨®n en cuanto a la merecida categor¨ªa art¨ªstica y mas all¨¢ de la afici¨®n practica o constante. En una sociedad no contaminada por una insoportable pereza intelectual, menos inquisitorial y moralista, una figura del toreo seria celebrado por artistas, intelectuales y pueblo, incluso por snobs de categor¨ªa.
As¨ª deber¨ªa ser. Y as¨ª fue durante los tiempos ajenos a la pulsi¨®n digital y a una correcci¨®n pol¨ªtica entrecomillada que amenaza con arrastrarnos a una grieta insostenible.
Fue entonces la de La M¨¦xico una tarde agridulce de domingo, de contraluces, de emociones inexplicables en algunos casos y de ¡°oles¡± como truenos.
La plaza recibi¨® a los diestros con un llenazo hasta el reloj, un lleno que hace 20 a?os no se ve¨ªa por aqu¨ª. El de Galapagar ofreci¨® el cuerpo y el alma embutido en rosa viejo y dorado, eso y su inexplicable complicidad con las bestias, algo imposible que parece posible en las mu?ecas de Jos¨¦ Tomas. Como si les hablara a los toros que embisten con dulzura y peligro, poniendo en riesgo la vida del torero en cada embestida milim¨¦trica.
Dio eso y detalles hondos que la enciclopedia taurom¨¢quica celebr¨® vibrando instantes compuestos de eternidad y arena. De la forma m¨¢s pura y soberana, Jos¨¦ Tomas se arrima hasta que le enganchan y el pavor sube por los tendidos acojonando las conciencias de m¨¢s de 45.000 personas. El p¨²blico estaba entregado en el primero, al segundo le sac¨® series templad¨ªsimas que fueron muy admiradas pero algo ocurri¨® antes del tercero de su lote: un toro en buenas condiciones fue devuelto a los corrales de forma tan contundente que servidor lleg¨® a dudar si protestaban al toro o al juez presidente por devolverlo con tales urgencias; el toro estaba entero y se hab¨ªa presentado con un alegre galope que promet¨ªa m¨¢s. Entonces el ambiente se trastorn¨®, las pe?as protestaron el sobrero durante la abreviada y algo espesa faena de Jos¨¦ Tomas a su tercero, birlando al destino un primer ep¨ªlogo de gloria que la mala suerte en el acero termin¨® de empa?ar.
Joselito Adame estaba toreando muy bien con un lote bueno de calidad y de bondad. La poca fortuna en los aceros impacient¨® al respetable que se dedic¨® a algo que tambi¨¦n saben hacer: embutirse de esp¨ªritu nacional en detrimento del menos hidroc¨¢lido de los maestros. El resultado fue una tarde agridulce para la mayor¨ªa y un triunfo in extremis de Adame, que ofreci¨® un repertorio de valent¨ªas de aquellas que suben la temperatura de los tendidos que albergaban una aut¨¦ntica multitud que, seg¨²n pasaban los minutos, se mostraba extra?amente intolerante, quiz¨¢s por aquello de haber pagado una boleta a un precio considerable. Si la multitud despidi¨® al de Galapagar con bronca es algo que optamos por no recordar, determinados contrastes merecen ahogarse de olvido bajo la alfombra del tiempo. Amortajando un sabor incierto en las plumas de aquellos que sabr¨¢n rescatar lo grande de una tarde de contrastes para presentar la ¨¦pica como corresponde.
Babelia
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