Esperando a Eva Hache

Meti¨® La Sexta de rond¨®n el domingo un programa antiguo de El club de la comedia en horario estelar y por un momento nos hicimos a la idea de que hab¨ªa vuelto Eva Hache. Pero no; hay que esperar a la pr¨®xima apuesta en Movistar +, donde pondr¨¢ en pr¨¢ctica su Web Therapy versi¨®n espa?ola en la que no le deseamos menor ¨¦xito que el obtenido por Lisa Kudrow (la Phoebe de Friends) a nivel planetario.

Sent¨® bien el amago, a modo de chute nost¨¢lgico, no obstante, y con todos los respetos ante la digna sustituci¨®n de Alexandra Jim¨¦nez. Con los mon¨®logos de ese bien trabado programa se aparca el absurdo y cargante vapuleo de la politiquer¨ªa barata. Disminuimos el da?o de nuestras peque?as barreras colectivas con un humor de tropiezo cotidiano y necesaria parodia hogare?a.

Tuvo Eva Hache en su etapa la virtud de no herir sin dejar de ser punzante, el instinto para los espejos del rid¨ªculo dibujado en el contorno movedizo de sus ojos revivos. Consolaba verla ante la c¨¢mara. Nadie pod¨ªa sentirse agredido, ni inquieto, ni asediado por el complejo de diana. Hizo las veces de calmante sin receta, capaz de arrancar cualquier agobio.

Antes y ahora, El club de la comedia ha bordado durante a?os su labor de cantera para la comicidad. Un pa¨ªs es mucho mejor cuanto m¨¢s ahonda en la capacidad de re¨ªrse de s¨ª mismo. A fe que este terru?o fronterizo al sur de Europa, que suele pecar de tomarse a la tremenda seg¨²n qu¨¦ memeces y persignarse por demasiadas chorradas, lo necesita.

La tropa que realiza el programa ha logrado un nuevo canon generacional con el que se identifican ni?os, adolescentes, adultos y ancianos guasones en una especie de alianza transversal tan moderna como costumbrista. Fundamental cuando urgen m¨¢s uniones que rupturas, m¨¢s abrazos que bofetones, m¨¢s caminos compartidos que zancadillas.