'Baskets', el payaso triste no se rinde
Zach Galifianakis tiene un humor muy particular, no apto para todos los paladares. De hecho, si alguien se acerca a su comedia pensando encontrar una versi¨®n del tono gen¨¦rico y gamberro de la trilog¨ªa de Resac¨®n en Las Vegas, podr¨ªa no entender nada de lo que est¨¢ viendo. Incluso podr¨ªa querer salir corriendo. Galifianakis es surrealista, inc¨®modo, inconexo y con cierto tono tr¨¢gico; no practica el chiste, ni la risa f¨¢cil. Pero cada palabra y movimiento f¨ªsico en su n¨²mero est¨¢ medido. Todos los adjetivos quelo definen describen tambi¨¦n la personal¨ªsimaBaskets,serie sobre un payaso triste creada a cuatro manos con otro maestro de los silencios y la comedia inc¨®moda como Louis C.K.
Igual que las mejores comedias, Baskets es la historia de un fracaso y sufracasado protagonista. Chip Baskets es un payaso frustrado. Naci¨® con una granvocaci¨®n, pero conun insalvableproblema: nadie le ha visto nunca la gracia. Despu¨¦s de formarse en una prestigiosa universidad parisina, el destino ¡ªy la pobreza¡ª le vuelven a llevar al mismo lugar donde empez¨® su calvario, su natal Baskerville, un recoveco rural de Estados Unidos donde todo lo que le queda es ser un payaso de rodeo. "Pareces un payaso, pero no eres un payaso", se atreve a confesarsu arisca mujer francesa. All¨ª nadie entiende su arte, no puede pagar el alquiler y su esposa no le hace caso, pero por primera vez est¨¢ satisfecho con algo. Solo trata de hacer el trabajo para elque ha nacido. Todos los d¨ªas tiene la oportunidad de ponerse tras el maquillaje blanco y ver a alguien sonre¨ªr. ?l sigue adelante, buscando el arte en un mundo banalhecho "solo para hacer r¨¦ir". Ni las cornadas diarias de la vaquilla le hacen rendirse.
Baskets, o Renoir como le gusta que le llamen, es un personaje pat¨¦tico, pero tambi¨¦n un so?ador sin ¨ªnfulas de grandeza y con los pies pegados al suelo.Identificarse con un payaso no es sencillo. Pero Galifinakis es un clown particular, no es exagerado ni hace "payasadas", es simplemente un hombre empe?ado enperseguir su vocaci¨®n, aunque la realidad se le ponga por delante. Ser ese payaso gracioso del que nadiese r¨ªe en su vida real. Un mimo de la vieja escuela, sin nariz de payaso. Baskets es en sus entra?asuna historia de optimismo, no solo para el payaso protagonista, sino tambi¨¦n para las personasa su alrededor como Martha, la t¨ªmida agente de seguros (Martha Kelly, en su primer trabajo como actriz, es un descubrimiento) que busca hacer la vida de su compa?ero un poco mejor. Cada uno de sus silencios carga a la serie y sus personajes, tranquila y meditativa, de profundidad. Una historia de superaci¨®n personal que, adem¨¢s de la marca surrealista e inc¨®moda Galifianakis, lleva el inconfundible sello de Louie, uno de los mayores h¨¦roes tragic¨®micos que ha dado la televisi¨®n en mucho tiempo (y pese a su par¨®n indefinido, su creador sigue d¨¢ndonos grandes proyectos). ?l bien sabe que loprimero para triunfar en este tipo decomedia, pornograf¨ªa del patetismo, es llegar al alma. Si nos identificamos con quien hace el chiste, todo ser¨¢ entonces m¨¢s sencillo.
Baskets, el personaje, quiere gustar a todo el mundo, aunque ni ¨¦l lo sepa: a su jefe; a sus nuevos compa?eros payasos, a los que ense?a suarte; a su mujer, con la que se cas¨® para que ella pudiera vivir en EEUU. e incluso a su terca madre, a ojos de quien siempre ha sido la oveja negra. Baskets, la serie, por el contrario, no quiere convencer a todos los espectadores. Es suficientemente madura para saber que va a alinear con su sentido del humor (o la falta del mismo) a gran parte de la audiencia. Y por eso brilla,gracias a la libertad creativa que desprende. FX ha confiado todo al criterio de Louis C.K. (con quien tiene exclusividad para desarrollar sus propias series), que dio un tripe salto mortal y se atrevi¨® con un concepto que ni Jerry Lewis hab¨ªa logrado sacar adelante: una tragicomedia en la Am¨¦rica profunda sobre un payaso, esa figura circense que el cine identifica mejorcon el terror que con la comedia.
Esa libertad creativa se nota en cada una de las decisiones, desde la selecci¨®n del c¨®mico Louie Anderson como la madre del protagonista (un sorprendente y cre¨ªble acierto) a la utilizaci¨®n de actores no profesionales para algunos de los roles, pasando por la r¨¢pida y naturalista direcci¨®n de Jonathan Krisel, que impregna Baskets del estilo m¨¢s desgarrado de las ¨²ltimas temporadas de Portlandia. Otros recursos cl¨¢sicos de la obra de Galifianakis, sin embargo, no casantan bien con el ambiente melodram¨¢tico de la serie. Su pasi¨®npor los hermanos gemelos opuestos o el recurso de los v¨ªdeos caseros rodados en VHS parecen m¨¢s propios de los programas de sketches exagerados de Tim & Eric que de esta historia. Y, a pesar de ello, todo es puro Galifianakis, que aparece en cada plano. Nadie m¨¢s podr¨ªa copiar el estilo de este c¨®mico que se atrevi¨® a postrar al presidente Obama entre dos macetas enuna entrevista en la quese manten¨ªa callado, y que hace sus mon¨®logos vestido de Annie, con playback de Tomorrowacompa?ado por una pizarra. El humor deZach Galifianakis no es cercano ni accesible ni de carcajada, es complicado, pero sobre todo su humor es suyo. M¨¢s similar a Andy Kaufman que a Adam Sandler. Nadie puede plagiar su voz. Eso es lo mejor de Baskets. Eso es lo que alejar¨¢ a muchos de Baskets.
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