Viaje al origen de la guerra
Nuevos hallazgos indican que los conflictos b¨¦licos son anteriores a las sociedades organizadas
La guerra forma parte de la cultura de la humanidad. Las sociedades veneran a sus guerreros, les dedican monumentos y nombres de calles (una nomenclatura no siempre libre de pol¨¦mica, como se puede comprobar en Madrid). Los textos literarios m¨¢s remotos, el Antiguo Testamento, el poema de Gilgamesh y, sobre todo, la Il¨ªada, hablan de combates y de haza?as b¨¦licas. Tal vez por eso, los historiadores asociaban siempre la guerra a la cultura y sosten¨ªan que, en la larga ¨¦poca en la que los hombres subsist¨ªan como bandas dispersas de cazadores-recolectores, se pod¨ªa hablar de violencia entre individuos, pero no de guerra. Eso ha cambiado.
El reciente descubrimiento de una matanza de hace 10.000 a?os, cerca del lago Turkana, en Kenia, puede confirmar las sospechas que cada vez m¨¢s cient¨ªficos barajaban, basadas tambi¨¦n en la evidencia de que los chimpanc¨¦s organizan batidas contra otros grupos: la guerra es tan antigua como nuestra especie, antes de que hubiese propiedades y territorios que defender, ya exist¨ªan conflictos. "Los neol¨ªticos no inventaron la guerra. Los cazadores recolectores del Paleol¨ªtico o del Mesol¨ªtico ya combat¨ªan", escribe el investigador Jean Guilaine, del College de France, en su ¨²ltimo ensayo, Ca?n, Abel, ?tzi: L'h¨¦ritage n¨¦olithique.
Este profesor, uno de los m¨¢ximos expertos en el Neol¨ªtico ¡ªel momento en que la humanidad domestic¨® las plantas y los animales y comenz¨® la agricultura y, por lo tanto, la cultura moderna, hace unos 12.000 o 10.000 a?os¡ª cita otros casos de matanzas y brutalidades en la prehistoria. El m¨¢s famoso es Jebel Sahaba, en Sud¨¢n, un enterramiento del 12.000 a.C., en el que una veintena de los 59 cuerpos encontrados mostraba signos de violencia. Sin embargo, al tratarse de un cementerio es posible que fuese una cultura con alg¨²n tipo de sedentarismo. El caso de Turkana, desvelado por Nature en enero, es diferente porque est¨¢ claro que eran sociedades de cazadores n¨®madas con un grado de violencia organizada tremendo.
Juan M. Vicent, experto del CSIC y uno de los m¨¢ximos investigadores del arte parietal, explica que la guerra en la Prehistoria es "uno de los debates fundamentales de la antropolog¨ªa". Se trata de una discusi¨®n que replica la diferencia crucial entre Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau, entre la idea de unos seres violentos por naturaleza ¡ª"El hombre es un lobo para el hombre", defend¨ªa el primero¡ª y la del buen salvaje del fil¨®sofo suizo.
Divisi¨®n radical
"La historia de la guerra se inicia con la escritura, pero no podemos olvidar la prehistoria", escribe el historiador militar John Keegan, fallecido en 2012, en su cl¨¢sico Historia de la guerra. "Los prehistoriadores est¨¢n tan radicalmente divididos como los antrop¨®logos respecto a la cuesti¨®n de si el hombre era o no violento con su propia especie".
Turkana puede poner fin a esta pol¨¦mica y darle la raz¨®n a Hobbes. "Este hallazgo demuestra que la violencia letal entre grupos es anterior a la agricultura", explica Luke Glowacki, investigador en Biolog¨ªa Evolutiva Humana en la Universidad de Harvard. "Muchos antrop¨®logos creen que las primeras sociedades humanas ten¨ªan alg¨²n tipo de enfrentamiento b¨¦lico, pero hasta ahora no exist¨ªan datos que apoyasen este presentimiento", prosigue.
Vicent, en cambio, es menos rotundo: "La primera cuesti¨®n que hay que tener en cuenta es que las sociedades de cazadores-recolectores no son un tipo espec¨ªfico de sociedad, distinta en su organizaci¨®n y en sus pr¨¢cticas culturales de otras organizaciones primitivas (un t¨¦rmino tambi¨¦n debatido) de agricultores sedentarios o m¨®viles, ganaderos, horticultores...", asegura. "Tambi¨¦n depende de qu¨¦ signifique el t¨¦rmino. Si entendemos guerra en el sentido de violencia intercomunitaria o interpersonal como forma de soluci¨®n de conflictos, entonces no hay ninguna sociedad humana en la que no se haya dado. Si entendemos guerra en el sentido de una pr¨¢ctica social sistem¨¢tica, como continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios, entonces no. La guerra as¨ª entendida es un epifen¨®meno del Estado, y las sociedades primitivas son justo eso: sociedades sin Estado", agrega.
"La guerra en la humanidad siempre se ha relacionado con sociedades sedentarias. Por eso el hallazgo de Turkana es tan llamativo", explica Antonio Rosas, profesor de investigaci¨®n del CSIC y paleobi¨®logo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, autor de Los neandertales.
Las guerras entre grupos de chimpanc¨¦s, sobre las que hay ya una amplia documentaci¨®n, llevan tambi¨¦n a muchos investigadores a pensar que es un patr¨®n de violencia organizada que ha continuado hasta nosotros. Glowacki, sin embargo, hace otra lectura: "Los or¨ªgenes de la violencia humana son seguramente similares a los que podemos observar en esos primates. Pero no hay que olvidar que los chimpanc¨¦s y los humanos son ¨²nicos tambi¨¦n por su capacidad de solidaridad entre grupos. Los intercambios y la cooperaci¨®n han sido mucho m¨¢s importantes en la evoluci¨®n humana que la guerra".
El misterio de los arqueros
Una de las representaciones m¨¢s antiguas de lo que parece un conflicto prehist¨®rico se encuentra en el arte levantino (Patrimonio de la Humanidad de la Unesco), como la Cueva del Civil del barranco de la Valltorta, en T¨ªrig, o en el Abric de les Dogues, en Ares del Maestre (Castell¨®n), que muestra a arqueros enfrent¨¢ndose. Sin embargo, es muy posible que estas pinturas hubiesen sido realizadas ya durante el Neol¨ªtico y, sobre todo, como explica Vicent, "la interpretaci¨®n directa del arte prehist¨®rico es siempre una ingenuidad". "No tenemos ni idea de qu¨¦ significan las representaciones, m¨¢s all¨¢ de los elementos reconocibles que intervienen en la composici¨®n de las escenas", agrega. ?Se trata de una guerra o de una danza? ?Fueron pintados todos los arqueros a la vez? En realidad, estas preguntas se pueden formular en casi todos los hallazgos del pasado remoto: la violencia es indiscutible, la guerra se pierde en la niebla del tiempo.
Una de las hipotesis que se han barajado sobre la desaparici¨®n de los neandertales es que hubiesen sido exterminados por los sapiens, la especie humana ¡ªla nuestra¡ª que les remplaz¨®. Antonio Rosas lo niega: "No hay ninguna evidencia de coexistencia entre esos dos grupos. La extinci¨®n de los neandertales no se produjo por violencia, sino por desplazamiento ecol¨®gico".
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