¡®Buscando el norte¡¯, ocho apellidos alemanes
La serie logra un ¨¦xito de audiencia en su estreno, por delante de Bert¨ªn Osborne, con una comedia coral y amable, a ratos amarga, sobre emigrantes en Berl¨ªn
Esa generaci¨®n en cuyo horizonte laboral caben unas maletas se ha criado viendo programas como Espa?oles en el mundo y sus versiones auton¨®micas. En esos espacios, los emigrantes triunfadores nos ense?aban sus casonas, alardeaban de su posici¨®n, dec¨ªan echar de menos apenas el jam¨®n y confesaban que no ten¨ªan plan ninguno para regresar a Espa?a antes de jubilarse.
Tanto la pel¨ªcula Perdiendo el norte (2015) como la serie Buscando el norte arrancan con escenas de un ficticio Espa?oles en el mundo que convence a los protagonistas, j¨®venes licenciados en apuros, para mudarse a Berl¨ªn. Y entonces veremos que no espera un camino de rosas, y que lo primero que aprende el desplazado es a mentir a los suyos: el que aseguraba haberse colocado como ingeniero medioambiental en realidad se dedica a recoger la basura, el economista vende kebabs, alguno subsiste de la mendicidad, y las fotos que suben a Facebook son puro "postureo", como se dice ahora.
En la estela de Ocho apellidos vascos, el filme de Nacho G. Velilla (de 2015) utilizaba una f¨®rmula muy similar: una comedia rom¨¢ntica con el trasfondo del choque cultural norte-sur, lo que implica abusar de los t¨®picos o al menos re¨ªrse de ellos. Result¨® un producto m¨¢s result¨®n que brillante, con m¨¢s ¨¦xito de taquilla que de cr¨ªtica, simp¨¢tico pero no memorable. A la serie, que estren¨® Antena 3 el mi¨¦rcoles, le ocurre lo mismo. Aqu¨ª la historia de amor no asoma todav¨ªa y el foco est¨¢ en un variopinto grupo de desplazados. Si en el filme destacaban algunos secundarios (Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Carmen Machi, Javier C¨¢mara, un delirante Miki Esparb¨¦) por encima de los papeles principales, la serie adopta desde el primer minuto un aire todav¨ªa m¨¢s coral, con varias historias simult¨¢neas que a¨²n no se han cruzado y afectan a m¨¢s de una decena de personajes.
De los protagonistas, dos hermanos reci¨¦n llegados a Berl¨ªn que interpretan Antonio Vel¨¢zquez y Bel¨¦n Cuesta, parece mucho m¨¢s logrado el papel de ella que el de ¨¦l. Vel¨¢zquez no acaba de convencer como ?lex, enfermero reci¨¦n emparejado, reci¨¦n hipotecado y reci¨¦n despedido que emigra para salvar sus proyectos. Al contrario, Cuesta sobresale como Carol, dise?adora gr¨¢fica entusiasta e idealista. (Un apunte: la normalizaci¨®n de la homosexualidad en la ficci¨®n implica que cuando un personaje tiene esa condici¨®n no toda la trama pivote en torno a eso; probablemente aqu¨ª se cumpla ese objetivo). El te¨®rico tercero del reparto, el c¨®mico Manuel Burque, aporta un punto de buf¨®n que desentona en una serie que prefiere un humor sereno, nada histri¨®nico. Promete m¨¢s Silvia Alonso como? la empleada de hotel y profesora de alem¨¢n que gu¨ªa a los reci¨¦n aterrizados. Otros secundarios que emiten luz propia son Terele P¨¢vez o Jorge Bosch.
El abanico de personajes es lo bastante amplio para abarcar desde lo m¨¢s humilde (dos pobres muy pobres pero honrados) a lo m¨¢s elitista (una directiva con un marido inadaptado), de los emigrantes de hace medio siglo (Marcelino, el t¨ªo que tiene un restaurante) a los que acaban de aterrizar pensando ilusamente que se van a comer el mundo. Por lo dem¨¢s, los estereotipos se exprimen a fondo, pero eso es lo que se lleva ahora en la comedia: los alemanes son cuadriculados y aburridos y los espa?oles chapuceros e improvisadores; nos miran como a vagos; su idioma no se aprende ni en dos a?os; por un trozo de jam¨®n har¨ªamos cualquier cosa... Se anuncian menos elementos rom¨¢nticos que en la pel¨ªcula, aunque todo apunta a un romance entre ?lex (Vel¨¢zquez) y Ulrike, la hija alemana de Marcelino que interpreta Kimberley Tell, lo que permitir¨ªa profundizar en el contraste cultural entre lo latino y lo prusiano.
Del primer cap¨ªtulo puede esperarse una serie amable y correcta, que se deja ver, bien ambientada, con el humor suficiente, a menudo amargo, aunque cabr¨ªa algo m¨¢s de chispa en algunos de sus di¨¢logos. Y con ese problema que condiciona todas las ficciones espa?olas: el primer cap¨ªtulo dur¨® 70 minutos, lo que es m¨¢s apropiado para los cines; si esa va a ser la norma seguiremos lejos de que se hace en el mundo anglosaj¨®n en no m¨¢s de 50 minutos, lo que se traduce en un ritmo m¨¢s vivo.
Parec¨ªa una crueldad del destino que el estreno de Buscando el norte compitiera con una reemisi¨®n de Ocho apellidos vascos (en Telecinco) y con el fen¨®meno Bert¨ªn Osborne (anoche con Mario Casas en La 1). Pero al final super¨® la prueba con buena nota: Buscando el norte logr¨® un 19% de la audiencia para Antena 3 y un 23% si se suma su emisi¨®n en Neox y Atreseries, frente al 16% de la pel¨ªcula de Mart¨ªnez L¨¢zaro y el 14,6% de En la tuya o en la m¨ªa. No logr¨®, eso s¨ª, un arranque tan arrollador como?All¨ª abajo, serie inspirada en el universo de Ocho apellidos vascos, que sum¨® un rotundo 32% en varios canales de Atresmedia en su primer d¨ªa.
Es parad¨®jico, pero el ¨¦xito de Buscando/Perdiendo el norte reside quiz¨¢s en lo mismo que ese Espa?oles en el mundo que satiriza: que conecta con todos esos j¨®venes y no tan j¨®venes que ven oscuro su futuro en su pa¨ªs y se identifican con los que se han atrevido a buscarse la vida en otro sitio. El programa de reportajes mostraba la cara bonita de la emigraci¨®n; aqu¨ª tenemos una realidad m¨¢s cruda.
Ya no somos los paletos de Vente a Alemania, Pepe, y los j¨®venes espa?oles salen por el mundo muy bien preparados y con la cabeza alta. Otra cosa es que les caiga un jarro de agua fr¨ªa nada m¨¢s llegar. Porque, como dice uno de los personajes, "que t¨² sobraras en Espa?a no significa que Alemania te estuviera esperando".
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