Que yo sepa

Acostumbro a ver El intermedio por diversas razones. No solo porque habiten en mi enferma personalidad el deseo de quemar iglesias, contribuir al apocalipsis de cualquier sistema, comerme a los ni?os crudos y todas esas abominables fechor¨ªas que forman las ancestrales se?as de identidad de la acracia, seg¨²n aseguran los profetas del incorrupto poder que no ven la menor incompatibilidad moral entre gobernar y rapi?ar el dinero p¨²blico y el ajeno.

Veo El intermedio porque el talento, la agilidad mental, la causticidad, el surrealismo y la gracia del extraordinario showman Wyoming llevan haci¨¦ndome re¨ªr desde los a?os setenta, cuando actuaba en los bares y durante un rato, una noche s¨ª y la siguiente tambi¨¦n, lograba que te olvidaras de todos tus males, que te murieras de risa. Y por supuesto, tambi¨¦n aprecio mucho la seductora imagen de Sandra Sabat¨¦s (no s¨¦ si a las muy atractivas interlocutoras de Wyoming las elige ¨¦l o la direcci¨®n del programa, pero da gusto observarlas y escucharlas, incluida Beatriz Monta?ez, la presentadora anterior a Sabat¨¦s). A diferencia de la estrat¨¦gica moda actual de sacar a las presentadoras de pie, con tacones y vestidos ce?idos que realcen sus turgentes medidas anat¨®micas, las hermosas colegas de Wyoming siempre est¨¢n sentadas. Para m¨ª es suficiente. Estoy colgado con sus caras y sus voces. ?Y los guiones? Bueno, fluct¨²an entre el ingenio torrencial, el sarcasmo y el mal chiste, pero cuando flojea el espect¨¢culo, la expresividad de Wyoming hace milagros, le imprime comicidad a un material que no la posee. Y c¨®mo no, es el informativo que m¨¢s me creo.

Wyoming lleva un tiempo cantando a sus espectadores algo as¨ª como ¡°sois idiotas¡± cuando la desverg¨¹enza del ej¨¦rcito de corruptos es salvaje, cuando ofenden al coeficiente mental de los oyentes. Ocurre cuando Esperanza Aguirre afirma: ¡°Yo destap¨¦ la G¨¹rtel¡± y ¡°que yo sepa, no hay financiaci¨®n ilegal en el PP de Madrid¡±.