Irreverentes
Los artistas de Am¨¦rica Latina han abierto nuevos di¨¢logos con el arte de todas las latitudes renovando tradiciones y formas est¨¦ticas por caminos imprevistos.
Aunque llevamos a?os fatigando argumentos para dar el asunto por acabado, la cuesti¨®n no termina de saldarse: ?deber¨ªamos seguir hablando de ¡°arte latinoamericano¡±? La identidad colectiva fue quiz¨¢s estrat¨¦gicamente oportuna a mediados del siglo XX para dar visibilidad a un arte relegado en los relatos maestros de los grandes centros, y quiz¨¢s lo siga siendo para la geopol¨ªtica, la econom¨ªa regional y para tender lazos entre las instituciones art¨ªsticas del continente. Pero los esencialismos nunca nos llevaron muy lejos en las consideraciones est¨¦ticas y estimularon m¨¢s bien estereotipos reductores. Al arte y la literatura de Am¨¦rica Latina le correspondieron durante mucho tiempo el lugar de la maravilla naturalizada, la pol¨ªtica crispada o la violencia ing¨¦nita, variedades m¨¢s o menos solapadas de la mirada colonial que, por incre¨ªble que parezca, a¨²n perduran en versiones cosm¨¦ticamente remozadas. Si ya entonces la Am¨¦rica que aparec¨ªa en el arte era mucho m¨¢s facetada, hoy es francamente irreductible a tres o cuatro rasgos, y por tanto a un colectivo que aplane las diferencias y normalice las singularidades.
Cierto que el mundo globalizado ha dinamizado los flujos culturales y muchos artistas de Am¨¦rica Latina brillan hoy con luz propia en el arte contempor¨¢neo, pero la recomposici¨®n del relato global enfrenta ahora otros riesgos que los colectivos no hacen sino estimular: un nuevo universalismo que opera por mera yuxtaposici¨®n, un nuevo exotismo que colecciona y mercantiliza fetiches del Otro y sus diferencias, un multiculturalismo desva¨ªdo que lava las conciencias de las instituciones y enmascara la inclusi¨®n condescendiente. Entretanto, sin embargo, con una irreverencia que bien podr¨ªa reunirlos, los artistas de Am¨¦rica Latina han abierto nuevos di¨¢logos con el arte de todas las latitudes, traficando con visiones locales, renovando tradiciones y formas est¨¦ticas por caminos imprevistos.
Nuestros relatos cr¨ªticos deber¨ªan incluirlos sin m¨¢s distinciones que las que imponen sus propias obras en el relato m¨¢s amplio del arte del presente. ¡°Debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo¡±, dec¨ªa Borges en los cincuenta. ¡°Podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas¡±. El desaf¨ªo no es nuevo, pero cabe relanzarlo con vistas a una verdadera mundializaci¨®n de los relatos escritos al sesgo desde Latinoam¨¦rica, sin anteponer el carnet de identidad y sin que el sesgo limite el espectro de la mirada. Como el arte del resto del mundo en el siglo XXI, el de los artistas de Am¨¦rica es ancho y variado, ajeno ya a la dial¨¦ctica de los neos y los posts. Puede obstinarse en los l¨ªmites de la pintura sin salir del plano por caminos impensados o explorar formatos abiertos que se nutren del colapso de los medios espec¨ªficos en instalaciones, paseos, performances, reinvenciones del v¨ªdeo o la escultura.
Pero intentemos, a riesgo de perseverar en el esencialismo, ver si hay algo que todav¨ªa podr¨ªa reunir a los artistas del continente. La escasa fe en el progreso de una modernidad nunca alcanzada los ha hecho quiz¨¢s m¨¢s sensibles a la entrop¨ªa, a la tensi¨®n entre el mundo natural y la cultura que lo transforma, y a las constelaciones de restos del paisaje posindustrial, mucho antes de que las nuevas filosof¨ªas del ¡°materialismo especulativo¡± postularan la ¡°democracia de los objetos¡±. Saben que las distancias geogr¨¢ficas, sociales y culturales no se allanan f¨¢cilmente con la aplanadora cronol¨®gica del tiempo ¨²nico, y contribuyen a salir de la monocron¨ªa forzada del mundo globalizado con las peculiaridades de sus propios meridianos culturales. La veteran¨ªa en crisis sociales y pol¨ªticas, se dir¨ªa, los ha hecho m¨¢s sutiles para imaginar nuevas relaciones del arte con la pol¨ªtica, m¨¢s vers¨¢tiles y m¨¢s imaginativos para intentar recomponer el mundo con los despojos del nuestro.
Graciela Speranza es cr¨ªtica y profesora, autora de Atlas port¨¢til de Am¨¦rica Latina.
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