Mejor ver sus cuadros que sus pel¨ªculas
De 'El loco del pelo rojo' a 'La joven de la perla', el cine ha dibujado el universo pict¨®rico con m¨¢s o menos tino
Aunque lo que escriban sea ficci¨®n, creo que es inevitable y en muchos casos agradecible que los autores literarios siempre acaben cont¨¢ndonos cosas de s¨ª mismos, que la fantas¨ªa se combine con su realidad, que hablen a veces o una y otra vez de lo que les ha ocurrido en su existencia. Son personajes que se prestan al cine. Sin embargo, me resulta complicado o imposible deducir la personalidad de alguien a trav¨¦s de su pintura. De acuerdo, es preciso haber sufrido fiebre y v¨¦rtigo a lo largo de tu vida, un estado de ¨¢nimo familiarizado con la locura para transmitir la luz y las sensaciones de los cuadros de Van Gogh. Haber sentido la descomposici¨®n moral, el abatimiento inconsolable para crear a los retorcidos y monstruosos seres humanos que retrata Francis Bacon. Amar y necesitar mucho a las mujeres para dibujarlas como Modigliani. Y admitir una energ¨ªa salvaje y un misterio permanente en los ojos de Picasso. O intuir que Edward ?Hopper lo sab¨ªa todo sobre la soledad y la desolaci¨®n observando a sus silenciosos halcones de la noche, o esas mujeres que observan la nada o la pena, o esperan con su maleta un viaje hacia no se sabe d¨®nde en un motel del desierto. O la sobria y m¨¢s que l¨²cida visi¨®n de la condici¨®n humana que pose¨ªa Goya.
Pero no puedo imaginarme nada excepcional en la existencia de Vel¨¢zquez, ese artista sublime, que actu¨® siempre como un funcionario mod¨¦lico al servicio de la realeza, como un artesano que obedec¨ªa a los encargos de los poderosos. Al parecer, Rubens le super¨® en tarea tan oficialista y pragm¨¢tica. Y no se por qu¨¦, aunque esta opini¨®n es personal y caprichosa, siempre me imagin¨¦ a Rem?brandt, al autor de La ronda de noche, como alguien de apariencia poderosa, un ser espectacular aunque eternamente herido por la muerte de su mujer y tres de sus hijos. Pero visit¨¦ su casa en ?msterdam y flip¨¦ al ver las medidas de su cama. De acuerdo en que la media de altura de los varones en el siglo XVII no deb¨ªa de ser precisamente alta, pero me encontr¨¦ con una especie de cuna, adecuada para los siete amiguetes peque?os que proteg¨ªan a Blancanieves. ?Y ser¨ªan libertinos, descre¨ªdos y apasionantes los que dedicaron su maravillosa obra a imaginar y retratar ¨¢ngeles, v¨ªrgenes, milagros y dem¨¢s s¨ªmbolos religiosos, o sea, los prodigios por los que eran espl¨¦ndidamente pagados? Vete a saber. En cualquier caso, benditos sean los dioses o los diablos si sirvieron para alimentar una creatividad genial.
Y ?qu¨¦ pel¨ªculas sobre pintores me han impresionado? Hablo de recuerdos que en su mayor¨ªa me resultan demasiado lejanos. Me fascin¨® Charles Laughton (pero ese orondo y maravilloso actor siempre fue admirable, tambi¨¦n como director en esa tenebrosa, l¨ªrica, incontestable obra maestra titulada La noche del cazador) interpretando a Rembrandt. Y el espl¨¦ndido Kirk Douglas, pura energ¨ªa, ritmo, complejidad emocional, describi¨® la permanente agon¨ªa y desequilibrio de Van Gogh, su sentimiento de fracaso, su imposibilidad de ponerse de acuerdo con la vida, sus desencuentros con el muy viril Gauguin, en El loco de pelo rojo, dirigido por Vincente Minnelli. Nada que ver con la naturalista y seca visi¨®n de Maurice Pialat sobre ese hombre que utiliz¨® los colores para hablar de la de?sesperaci¨®n. Nada que ver con el retrato que hizo Hollywood del suicida, pero me gustan ambas. Jacques Becker (uno de los directores aut¨¦nticamente grandes aunque escasamente publicitados del cine franc¨¦s, el autor de La evasi¨®n; Par¨ªs, bajos fondos; No toqu¨¦is la pasta) plasm¨® la vitalidad, el ansia de amor, el infortunio econ¨®mico, el alcoholismo autodestructivo (aseguran que a cambio de unas copas de absenta regalaba algunos de su dibujos) en la imperfecta y conmovedora Montparnasse 19, exaltada en una cr¨ªtica extraordinaria o una declaraci¨®n de principios por Jean-Luc Godard, antes de convertirse este en uno de los m¨¢s aclamados farsantes de la historia del cine, de poemas y ensayos f¨ªlmicos que probablemente Jacques Becker hubiera despreciado. Y John Huston, autor de lo mejor y lo peor, de pel¨ªculas memorables que llevan las caracter¨ªsticas de su visi¨®n del mundo y de encargos mediocres resueltos con infinito desd¨¦n, se acerc¨® a ese perdedor tullido y atormentado, enamorado de la noche, las bailarinas fr¨ªvolas y las putas, llamado Toulouse Lautrec en Moulin Rouge, una pel¨ªcula que recuerdo con emoci¨®n, pero que prefiero no revisar. Por si acaso.
No he visto nunca, por razones inexplicables, la ins¨®lita experiencia de Clouzot consiguiendo que Picasso le permitiera filmarle mientras pintaba en El misterio Picasso. Me cuentan que es magn¨ªfica. Pero s¨ª he visto al hipersensible V¨ªctor Erice, ese creador tan humilde, l¨ªrico, profundo, m¨¢s que trascendente y puro, plantar su c¨¢mara recreando la creatividad y la personalidad del pintor Antonio L¨®pez en una cosita tan insufrible como in¨²tilmente pretenciosa (solo para m¨ª, aclaro; le han otorgado mogoll¨®n de premios y los cr¨ªticos rigurosos aseguran que es una obra de arte) sobre soles y membrillos.
Cuentan que Vermeer solo pint¨® 40 cuadros. Y todos de peque?o tama?o. Son maravillosos, son delicados, son perfectos. Me he pasmado con ellos m¨¢s de una vez en visitas al Rijksmuseum. Pero no he visto nunca La joven de la perla, la pel¨ªcula que rodaron sobre esa bell¨ªsima mujer que inspir¨® a Vermeer para crear algo inmortal. A m¨ª me enamora a¨²n m¨¢s que la indescifrable Mona Lisa. Y Scarlett Johansson podr¨¢ asegurar en sus memorias que jam¨¢s la retrataron con tanto misterio, sensualidad y hermosura como en esta pel¨ªcula. La ¨²ltima vez que me he sentido fascinado por el retrato cinematogr¨¢fico de un pintor ha sido con Pollock. Ed Harris, ese actor siempre atractivo, veraz e impecable, interpreta a ese se?or tan problem¨¢tico que se propuso hacer lo que le diera la gana con sus pinceles. Tambi¨¦n la dirige. Y logra que admires al artista y compadezcas al personaje, que lamentes la imposibilidad de ponerse de acuerdo con la vida de ese borracho que sube y baja, que solo cree en su arte y destruye la relaci¨®n con los seres m¨¢s cercanos. Y supongo que me olvido de pel¨ªculas fundamentales sobre pintores. Pero este art¨ªculo, o lo que sea, no me da para m¨¢s.
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