Desesperaci¨®n animada
'Anomalisa' camufla un contundente discurso sobre la crisis de madurez bajo las formas de una antipel¨ªcula de animaci¨®n
¡°La conciencia es una maldici¨®n: pienso, siento, sufro¡±, le suelta Craig Schwartz (John Cusack) a un chimpanc¨¦ casi al comienzo de C¨®mo ser John Malkovich (1999), la pel¨ªcula que anunci¨® la venida de un guionista tocado por el genio llamado Charlie Kaufman. La pel¨ªcula se abr¨ªa con un espect¨¢culo de marionetas titulado La danza del desespero y la desilusi¨®n, donde Schwartz manejaba a una r¨¦plica de s¨ª mismo que no reconoc¨ªa su imagen en un espejo y exteriorizaba su angustia destrozando los muebles de una habitaci¨®n depresiva. Entonces era temprano para saberlo, pero hoy resulta inevitable ver en Schwartz, titiritero capaz de convertir el amor imposible de Abelardo y Elo¨ªsa en espect¨¢culo callejero, toda una contrafigura del propio Kaufman, que ha firmado su obra m¨¢s sint¨¦tica, desnuda, emotiva y devastadora sirvi¨¦ndose de unos mu?ecos animados en stop-motion que funcionan como perfecta miniaturizaci¨®n de la complejidad humana.
ANOMALISA
Direcci¨®n: Charlie Kaufman y Duke Johnson.
G¨¦nero: drama de animaci¨®n.
Estados Unidos, 2015.
Duraci¨®n: 90 minutos.
Tras el barroco, oscuro y muy discutido debut en la direcci¨®n de ese guionista que ya era, inconfundiblemente, autor may¨²sculo desde C¨®mo ser John Malkovich ¡ªel p¨²blico de Synechdoque, New York (2008) se dividi¨® entre quienes la odiaron por pedante y quienes la amamos con locura por su excentricidad y su singular manejo del dolor¡ª, Anomalisa, cuya direcci¨®n comparte Kaufman con el animador Duke Johnson, supone una culminante depuraci¨®n de la esencia del discurso y las maneras kaufmanianas, donde lo autorreflexivo y la l¨®gica del artificio se ponen al servicio de una in¨¦dita po¨¦tica de la tristeza.
Crisis de madurez
En Anomalisa, un autor de libros de autoayuda de mediana edad viaja a una convenci¨®n para impartir una charla motivacional: todo es gris, mon¨®tono, triste y antiespectacular en ese viaje de un hombre vencido para quien el resto de seres humanos conforma un magma de rostros gen¨¦ricos y voces indistinguibles unas de otras. Los directores dilatan la espera, la emergencia de algo excepcional y se entregan a un espect¨¢culo de peque?as sutilezas gestuales que asombrar¨¢ a todo amante de las ilimitadas posibilidades del lenguaje de la animaci¨®n, aqu¨ª al servicio de la observaci¨®n cotidiana e ¨ªntima y de un casi imperceptible extra?amiento que se despliega en voz baja.
Anomalisa camufla un contundente discurso sobre la crisis de madurez bajo las formas de una antipel¨ªcula de animaci¨®n. Tambi¨¦n habla sobre el ¨²ltimo tren (vital) y su irremisible p¨¦rdida. Y ofrece una extraordinaria met¨¢fora sobre la fragilidad ¡ªy, tambi¨¦n, la fugacidad¡ª del amor verdadero, de ese deslumbramiento que empieza a morir en el mismo momento en que se manifiesta. Con una de las m¨¢s enternecedoras y verdaderas secuencias de amor ¡ªy sexo¡ª del cine reciente, Anomalisa es oro (negro).
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