Saul Leiter, el hombre tranquilo de la fotograf¨ªa
Dos exposiciones y la pel¨ªcula 'Carol' rinden tributo al pionero de la imagen en color, mucho tiempo olvidado
Nueva York fue una ciudad en blanco y negro hasta que Saul Leiter la retrat¨®. Transcurr¨ªan los a?os 50 y mientras un grupo de j¨®venes (William Klein, Bruce Davidson y Robert Frank entre ellos) deambulaba por sus calles dispuesto a perpetuar la vitalidad y energ¨ªa de su latido en blanco y negro, Leiter (Pittsburg, 1923 - Nueva York, 2013) nos advert¨ªa de su sosiego, de su intimidad y de la sutilidad de su belleza en color. Con im¨¢genes que con frecuencia rozan la abstracci¨®n, definidas por el azar, y construidas por la intersecci¨®n de planos donde el colorido cobra la importancia que solo domina el pintor, el fot¨®grafo forj¨® su propio lenguaje. Un lenguaje dif¨ªcil de igualar por la riqueza de sus matices, que le situ¨® como maestro y pionero de la fotograf¨ªa en color. Leiter, supo hacer siempre lo que quiso sin importarle ni lo que hac¨ªan, ni lo que impon¨ªan los dem¨¢s.
Su obra vuelve a recobrar br¨ªo, tres a?os despu¨¦s de su muerte, con dos exposiciones en Londres: Saul Leiter:Retrospective exhibe su fotograf¨ªa en la Photographer?s Gallery y Finding Beauty su obra pict¨®rica en la HackelBury Fine Art. A ello que se suma el tributo que el cineasta Todd Haynes le rinde inspir¨¢ndose en su est¨¦tica en su nueva y aclamada pel¨ªcula, Carol, como ya lo hizo con anterioridad Sam Mendes en Revolutionary Road. Una buena oportunidad para hacer justicia a la obra de este gran artista que pas¨® largos periodos de su vida sumido en el olvido.
"?Va a escribir usted sobre mi obra?¡±, preguntaba el artista ya al final de su vida al fil¨®sofo y escritor Nigel Warburton. ¡°Le hablo en serio, cuanto menos diga, mejor¡±. No se trataba de una pose. Descre¨ªdo e iconoclasta, el artista se mantuvo indiferente a su reconocimiento art¨ªstico, y a las tendencias en boga convencido de que ¡°el mundo real tiene mucho m¨¢s que ver con lo que est¨¢ oculto que con lo que se ve, aunque pretendamos que se trata de lo p¨²blico¡±.
A poca distancia de The Club, y un poco m¨¢s cercano al Cedar Tavern, en el East Village se instal¨® Leiter en 1946, all¨ª donde, como describi¨® el cr¨ªtico Harold Rosenberg, ¡°una bohemia se propon¨ªa transmutar los rangos establecidos por la clase social en un jerarqu¨ªa basada en el talento o la audacia¡±. Hu¨ªa de un padre autoritario empe?ado en que siguiese sus pasos dedicado a interpretar las ense?anzas del Talmud. Su madre le hab¨ªa regalado una c¨¢mara y quer¨ªa ser pintor. En los estudios de los pintores la pintura empezaba a chorrear por la superficie de grandes lienzos, exaltando el poder del gesto y del color, como veh¨ªculo para expresar un fuerte contenido emocional. R¨¢pidamente se identific¨® con aquel universo de color, no en cambio con el uso de los grandes formatos, ni con las personalidades torturadas de aquel movimiento que hoy en d¨ªa conocemos como expresionismo abstracto. Admirador incondicional de la pl¨¢cida Arcadia de color de Pierre Bonnard, comparti¨® su tendencia a mantenerse ajeno a los vendavales de vanguardia sospechosos de la b¨²squeda de la belleza por s¨ª misma. Su amistad con el pintor Richard Pousette -Dart y el fot¨®grafo Eugene Smith propici¨® que profundizase en su inter¨¦s por la fotograf¨ªa al tiempo que progresaba con su obra pict¨®rica. Lleg¨® a exponer en la Tanager Gallery de la legendaria Tenth Street junto con Philip Guston y William de Kooning.
Durante los a?os 50 y 60 Leiter acapar¨® las portadas de las revistas de moda, en particular Harper?s Bazar, junto con Hiro y Avedon. Ejerciendo de comisario, Edward Steichen expuso varias de sus obras en el MoMA. M¨¢s tarde le invit¨® a formar parte de la ya hist¨®rica exposici¨®n, The family of Man, a lo que con su habitual incapacidad para saber aprovechar las oportunidades profesionales, Leiter se neg¨®. Con la moda hab¨ªa encontrado una formula para pagar las facturas de fin de mes. Pero su inter¨¦s sigui¨® centrado en el vagar por las por las calles; en busca de sutiles e inesperadas coreograf¨ªas crom¨¢ticas que, con frecuencia, se revelaban tras ventanas empa?adas o espejos borrosos, donde el ser humano y los objetos quedan reducidos a una mancha y aun as¨ª consiguen transmitir la fragilidad y la intensidad de un momento en apariencia intrascendente. Heterodoxo por naturaleza, rechaz¨® el blanco y negro que se impon¨ªa en el medio art¨ªstico y ennobleci¨® la fotograf¨ªa de color dos d¨¦cadas antes de que Egglestone y Shore la encumbrar¨¢n. Para Leiter el color no fue una herramienta sino un fin: ¡±Ten¨ªa un increible dominio del color, cuenta Margit Erb, su ayudante durante sus ¨²ltimos 18 a?os- y en la actualidad directora de la fundaci¨®n que lleva su nombre-, ¡°si le comparamos con Helen Levitt, observamos que esta ultima fue una fot¨®grafa de blanco y negro, no capta el color como parte o car¨¢cter de la imagen, en cambio, Leiter s¨ª lo hace. ?l no habla solo de la calle, sino tambi¨¦n del color¡±.
Sin embargo, cuando en 1976 el MoMA dedicaba su primera exposici¨®n individual a un fot¨®grafo en color, William Egglestone, marcando un hito en la historia de la fotograf¨ªa, Saul Leiter ya hab¨ªa desaparecido del escenario art¨ªstico. Contrariado por las exigencias que impon¨ªan a su trabajo los cada vez m¨¢s numerosos ejecutivos del mundo editorial de la moda, el artista hab¨ªa decidido regresar a la soledad de su estudio. All¨ª comenz¨® a dedicar m¨¢s tiempo a la pintura, muchas veces utilizando sus fotograf¨ªas como soporte, sin dejar de lado su pasi¨®n por observar y eternizar el imprevisible baile de la calle.¡°Cuando practico la fotograf¨ªa, no pienso en la pintura. La fotograf¨ªa tiene que ver con el acto de encontrar. La pintura es muy distinta, tiene que ver con el acto de hacer¡±, dec¨ªa el autor al cr¨ªtico Vince Aletti, en una entrevista en mayo del 2013.
Su vida se convirti¨® entonces en un continuo ejercicio por esquivar a la pobreza. Pero la vivi¨® de forma afable, en ocasiones incluso placentera, con la iron¨ªa y resignaci¨®n, de quien es poseedor de otros bienes no materiales dif¨ªciles de arrebatar, comparti¨¦ndola con la tambi¨¦n pintora y modelo Soames Bantry. Para ¨¦l la pureza del arte quedaba representada en los outsiders, categor¨ªa dentro de los cuales destacaba al pintor Rousseau y la fot¨®grafa Vivian Meyer, quien durante su vida no vendi¨® ni una solo impresi¨®n de su obra. ?l a su manera tambi¨¦n lo era. No fue hasta finales de los 80 cuando un buen d¨ªa el historiador brit¨¢nico Martin Harrison llam¨® a su puerta: llevaba 10 a?os busc¨¢ndolo.
¡°En el siglo XIX alguien compr¨® un Vermeer por doce d¨®lares¡±, contaba Leiter al cr¨ªtico de arte Vince Aletti, ¡°fue porque quien entonces escribi¨® la historia de aquel periodo del arte se olvid¨® de incluir a Vermeer. La historia del arte es una eterna evaluaci¨®n; alguien es grande, luego pasa a ser un olvidado, luego vuelve a ser reconocido...¡± Mart¨ªn Harrisson fue una figura clave en esta re-evaluaci¨®n de la obra de Leiter que le devolvi¨® el sitio que la historia de la fotograf¨ªa ten¨ªa reservado para ¨¦l. Fue el art¨ªfice de la publicaci¨®n del monogr¨¢fico Early color por la editorial Steidl, hoy ya un cl¨¢sico de la fotograf¨ªa. ¡°La ¨²nica condici¨®n que puso para su publicaci¨®n, fue que tuviese un tama?o peque?o, de 10 por 10 pulgadas, para poder tenerlo en la mesita cerca de su cama¡±, comenta Margit Erb.
¡°Era alguien que siempre estaba muy presente, siempre consciente de lo que le rodeaba. Alguien que estaba continuamente observando y buscando de una forma diferente a los dem¨¢s. Constantemente creando bien con su mirada o a trav¨¦s del papel¡±, cuenta Erb. ¡°Sacaba fotos, pr¨¢cticamente a diario, hasta dos semanas antes de morir. Tuvo una carrera muy prol¨ªfica: 20,000 impresiones en papel, 300,000 negativos y m¨¢s de 1000 pinturas¡±.
Durante los ¨²ltimos a?os de su vida, siendo ya una leyenda de la fotograf¨ªa, sigui¨® fiel a si mismo: reacio a cualquier tipo de interpretaci¨®n de su obra y ajeno a todo alarde de grandiosidad. Rechaz¨® lo sublime en pro de lo sutil, de aquello que siempre deja una parte oculta, y por encima de todo es bello:¡°Quiz¨¢s yo est¨¦ pasado de moda¡± confesaba en el documental In no great hurry, dirigido por David Leach y producido por Margit Erb,¡± pero creo que existe eso que llamamos la b¨²squeda de la belleza, el placer por las cosas hermosas del mundo. Y no creo que uno debe pedir perd¨®n por ello¡±.
Saul Leiter:Retrospective . Photographer?s Gallery. Londres. Hasta el 3 de abril.
Finding Beauty. HackelBury Fine Art.?Londres. Hasta el 27 de febrero
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