Voces de la intemperie
Francesc Ser¨¦s narra en La piel de la frontera la vida de los temporeros inmigrantes en la franja lim¨ªtrofe entre Arag¨®n y Catalu?a. Relatos magistrales de la pobreza y la indefensi¨®n
La pasi¨®n por la verdad, cuando se afronta desde la ficci¨®n, no es otra cosa que la pasi¨®n por la misma ficci¨®n. De aqu¨ª se desprenden la verdad literaria y c¨®mo se la afronta. La verdad literaria no est¨¢ s¨®lo en lo que se narra sino sobre todo en c¨®mo se narra. Una obviedad, evidentemente, pero tan necesaria como el obvio axioma de los n¨²meros reales cuando afirma que todo n¨²mero es igual a s¨ª mismo. Aquellas premisas no tardan en cuajar una vez terminado de leer La piel de la frontera, el ¨²ltimo libro del novelista catal¨¢n Francesc Ser¨¦s (Zaid¨ªn, Huesca, 1972).
Ser¨¦s est¨¢ entre lo m¨¢s granado de la narrativa catalana actual. (Y cuando digo de la narrativa catalana me refiero a la que se escribe en catal¨¢n, independientemente de sus fronteras pol¨ªticas. Aclaro esto porque Francesc Ser¨¦s escribe precisamente desde un territorio de habla catalana en suelo aragon¨¦s, en ese l¨ªmite conocido como la Franja). Lo m¨¢s granado para m¨ª quiere decir el desa?parecido Jes¨²s Moncada, Merc¨¦ Ibarz, Jord¨ª Punt¨ª, Quim Monz¨®, Imma Mons¨®, Sergi P¨¤mies, Joan Francesc Mira y Manuel Baixauli. Puedo ser injusto o estar desacertado en mi elecci¨®n, pero es la que defiendo.
Ser¨¦s se nutre de algunas de esas miradas narrativas. De Moncada (sobre todo de su gran libro, El camino de sirga), de Ibarz. Y del gran cl¨¢sico Joan Sales. Antes lo hizo de Delibes, Sender, Machado y Cela. Estas lecturas, las castellanas y las catalanas, le fueron fruct¨ªferas para enfilar el mapa geogr¨¢fico del libro que rese?o. Las catalanas le dieron la soluci¨®n idiom¨¢tica definitiva. El alma. Configuraron su escritura al servicio de su experiencia vital y literaria.
La piel de la frontera se organiza mediante relatos. Historias que el narrador, el mismo autor, observa y registra en una libreta. Le acompa?a en esa traves¨ªa de la pobreza, la indefensi¨®n y la intemperie f¨ªsica y moral de sus ocasionales moradores, una m¨¢quina de fotografiar. Antes de hablar de contenidos, lo har¨¦ de formas de narrar. Ser¨¦s entiende el relato de lo que ve y anota escrupulosamente como ese momento irrepetible de la narraci¨®n anterior a la novela burguesa, que dir¨ªa Walter Benjamin. Con el mismo Benjamin, dir¨ªa que Francesc Ser¨¦s devuelve al relato su antigua aura, su eficacia humana primigenia, su sentido de la comunicaci¨®n radical.
En La piel de la frontera alguien quiere ver avutardas. Nadie las ve y por eso se parecen tanto a un sue?o. Las avutardas pueden ser el sue?o de todos nosotros
Ahora ya podemos situarnos ante su libro. La piel de la frontera nos habla, a trav¨¦s de un narrador-autor, de inmigrantes en suelo extra?o. Estamos hablando de trabajadores temporeros para recoger la fruta o hacer alguna que otra chapuza para quienes los contrate como un acto de piedad, en los campos fronterizos entre Catalu?a y Arag¨®n. Estamos, por tanto, hablando de provisionalidad, de extraterritorialidad, de hambre, desam???paro. Y picarescas o delitos, tambi¨¦n: para no caer m¨¢s hondo. El narrador Ser¨¦s no juzga lo que observa. Es como un etn¨®grafo que nos invita a pensar. Necesita escuchar a los protagonistas de sus relatos: hoy son Severo y Mercedes, antiguos hippies que no han atinado a reciclarse para acomodarse al mercado. Ma?ana es Maajed, el argelino que un d¨ªa desapareci¨® para siempre.
En ese territorio fronterizo, en el Bajo Cinca, el Segr¨¨s, el sofocante p¨¢ramo de Los Monegros, el narrador otea un territorio que siempre se parece tanto a un paisaje despu¨¦s de la batalla. De Argelia, de China, de Colombia, de Marruecos o Gambia, siempre habr¨¢ alguien que le har¨¢ reflexionar: ¡°Es dif¨ªcil encontrar hijos de puta entre aquellos a quienes toca trabajar en el campo¡±. O: ¡°La mejor integraci¨®n la hace el trabajo¡±. En La piel de la frontera alguien quiere ver avutardas. Nadie las ve y por eso se parecen tanto a un sue?o. Las avutardas pueden ser el sue?o de todos nosotros. Nos lo dice su narrador en luminosa y conmovedora comunicaci¨®n.
La piel de la frontera. Francesc Ser¨¦s. Traducci¨®n de Nicole D¡¯Amonville Alegr¨ªa Acantilado. Barcelona, 2015. 336 p¨¢ginas. 22 euros
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