Unos Oscar salom¨®nicos
'Spotlight' es una historia s¨®rdida y real que merec¨ªa ser contada
El arranque de la fiesta fue ins¨®lito. El sofisticado y muy famoso p¨²blico, sobre todo el de la abrumadoramente mayoritaria etnia blanca, no sab¨ªa qu¨¦ careto poner ante el tragic¨®mico alegato sobre el racismo del muy osado humorista Chris Rock. Hab¨ªa estupor entre el p¨²blico, no ten¨ªan claro si deb¨ªan sonre¨ªr, re¨ªr, aplaudir, mosquearse o llorar. Record¨® que en los a?os sesenta y setenta a la gente de su raza los linchaban y violaban en Estados Unidos, o sea que lo menos preocupante era saber el color del ganador del Oscar a la mejor fotograf¨ªa. Y poco a poco el p¨²blico entr¨® en el inteligente y divertido juego de Chris Rock sobre el racismo en Hollywood, incluida su sorna hacia algunos protagonistas del boicot, como el concienciado Will Smith y su militante esposa. Condujo la gala muy bien, con gracia y estilo. Pero veo en los informativos del lunes que el ej¨¦rcito de esa escoria que se disfrazaba con capuchones en su cabeza y exhib¨ªa cruces en llamas para acojonar y crucificar a los negritos respondones ha vuelto a aparecer agitando banderas de la Confederaci¨®n y apalizando a sus antiguas v¨ªctimas. Y un esperp¨¦ntico y multimillonario nazi, un peligro p¨²blico empe?ado en salvar a la patria y presidir su futuro, apellidado Trump, encantado con el salvaje retorno a la vida p¨²blica del descerebrado Ku Klux Klan. De lo cual deduces que puede revivir el supremo terror en el pa¨ªs de Obama y que la discriminaci¨®n de profesionales de raza negra en los Oscar se convierta en una nimiedad para ellos.
?Y los galardones? Bueno, si olvido la injusticia o el disparate de que hayan despreciado neciamente a la hermosa y mod¨¦lica Carol en todas sus nominaciones (no lo estaba en las de mejor pel¨ªcula ni mejor direcci¨®n, que los dioses les conserven sus l¨²cidos criterios y gustos a la Academia de Hollywood), me parecen bastante razonables. Spotlight es una historia s¨®rdida y real que merec¨ªa ser contada, posee la atm¨®sfera del a?orado cine de periodistas que se rod¨® en los a?os setenta, funcionan muy bien los int¨¦rpretes y el relato, el desenlace es sorprendente y contundente, nada maniqueo en cuanto a la responsabilidad de alg¨²n rastreador de la verdad en que no se descubriera antes la infamia, pero no es una obra maestra. Y entiendo relativamente que en el salom¨®nico reperto de premios no se lo hayan concedido a su director Tom McCarthy. Hay una secuencia que me saca los colores en esta pel¨ªcula. Es aquella en la que una v¨ªctima de los ped¨®filos ensotanados narra las violaciones que padeci¨® en su infancia y vemos en plano medio las huellas de la jeringa en su brazo. Por si no nos hab¨ªamos dado cuenta de que el traumado con causa se convirti¨® en un yonqui, vuelve a mostrarnos sus venas en primer plano. Un gran director despreciar¨ªa un recurso tan barato e innecesario.
Ese se?or tan m¨ªstico
Y han consagrado a I?¨¢rritu como el unico director, junto a Ford y Mankiewicz, que ha conseguido el Oscar dos a?os consecutivos. No niego el transparente y poderoso sentido visual del creador de El renacido, un prodigio est¨¦tico y t¨¦cnico que no logra que me apasione lo que este se?or tan m¨ªstico me est¨¢ contando. Digamos que prefiero el arte y lo que me transmit¨ªan los autores de El hombre tranquilo y Eva al desnudo.
Creo, como casi todo el mundo con ojos y o¨ªdos, que el formidable Leonardo DiCaprio merec¨ªa el Oscar desde que a los 19 a?os protagoniz¨® ?A qui¨¦n ama Gilbert Grape? Y su lobo de Wall Street est¨¢ m¨¢s all¨¢ del elogio. Qu¨¦ verg¨¹enza para la Academia que hayan tardado tanto tiempo en reconocer lo evidente. Y de acuerdo, DiCaprio sufre con mucha convicci¨®n y todo el rato durante el excesivo metraje de El renacido.
Yo, que soy exc¨¦ntrico y estoy zumbado, le hubiera dado el Oscar a Jacob Tremblay, un ni?o tan conmovedor como veraz que coprotagoniza la terrible y emotiva La habitaci¨®n. Y es razonable que se lo hayan otorgado a Brie Larson, musa del buen cine indie, y que interpreta con contenci¨®n, sutilez y sentimiento a un ser torturado por un clandestino y largo infierno y que tiene que aprender a convivir con las secuelas y el recuerdo de ese inimaginable sufrimiento en su retorno al mundo normal.
Es muy gozoso que hayan apreciado el extraordinario y sutil trabajo del para m¨ª desconocido Mark Rylance interpretando a ese esp¨ªa ruso tan humano y leal a sus ideas en El puente de los esp¨ªas, el mejor Spielberg desde M¨²nich. O a la sueca Alicia Vikander, la comprensiva (tal vez demasiado), solidaria, sufrida y legal esposa del hombre que descubre su transexualidad en La chica danesa.
Y vale, Mad Max: furia en la carretera es impecable en su trepidante realizaci¨®n. Pero que la cr¨ªtica la haya santificado como el gran cl¨¢sico de los ¨²ltimos tiempos me parece un mal chiste, un delirio extravagante.
Babelia
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