Bien vengas, mal, si vienes solo
'Cinco esquinas' es un prodigio de sabidur¨ªa narrativa para todos los gustos
Le robo el refr¨¢n del t¨ªtulo a Vargas Llosa, que lo utiliza dos veces en su ¨²ltima novela (ver m¨¢s abajo). Me viene bien en los tiempos indecisos y suspensos que corren, con los partidos ¡°constitucionalistas¡± orquestando el tedioso y repetitivo vodevil de no ponerse de acuerdo y volver a empezar para llegar a lo mismo, mientras ah¨ª sigue el est¨®lido presidente en funciones, aguardando otra oportunidad para no aprovecharla y convertido ya en una especie de terco fantasma de s¨ª mismo. Bien vengas, mal, si vienes solo: la aprensiva paremia me sirve para romper el conjuro de otra a¨²n m¨¢s supersticiosa: las desgracias (Rajoy) nunca vienen solas. Tiempo de fantasmas, me digo, mientras me viene a la cabeza la definici¨®n que de esas presencias sin cuerpo da Stephen Dedalus en el shakespeariano cap¨ªtulo IX de Ulises (y que Borges, Bioy y Silvina Ocampo elevaron, a pesar de su brevedad, a la categor¨ªa de obra maestra de la literatura fant¨¢stica): ¡°Un fantasma es alguien que se desvanece hasta hacerse intangible por muerte, por ausencia, por falta de costumbre¡±. Adem¨¢s del que mora (todav¨ªa) en La Moncloa, a¨²n existen (pero ?es ese el verbo apropiado para referirse a quienes ya no est¨¢n del todo?) en Madrid otros fantasmas que tambi¨¦n purgan sus penas en (otras) casas encantadas: ah¨ª tienen, por ejemplo, el del palacio de Linares (Casa de Am¨¦rica), cuyas lastimeras psicofon¨ªas se hicieron c¨¦lebres; o el de la Casa de las Siete Chimeneas (hoy sede de la Secretar¨ªa de Estado de Cultura), que por all¨ª pena desde el siglo XVI y que quiz¨¢s haya despertado (con motivo) tras el infausto protagonismo del se?or Wert. Algunas de las mejores historias de fantasmas que conozco est¨¢n incluidas en el volumen de Henry James, Fantasmas, reci¨¦n publicado por Penguin Cl¨¢sicos: no olviden, por ejemplo, los relatos ¡®El ¨²ltimo de los Valerios¡¯, ¡®Sir Edmund Orme¡¯ o ¡®El mejor de los lugares¡¯. Y si desean informarse mejor acerca de qui¨¦nes son, cu¨¢ndo surgieron y por qu¨¦ necesitamos creer en ellos, pueden recurrir con provecho al instructivo manual de Roger Clarke La historia de los fantasmas (Siruela), un ameno recorrido por los ¨²ltimos 500 a?os de fantasmagor¨ªas a cargo de esos espectros que, a veces, resultan simp¨¢ticos, como el de aquel capit¨¢n Gregg (Rex Harrison), enamorado de la viuda Muir (Gene Tierney) en la pel¨ªcula El fantasma y la se?ora Muir (Joseph Mankiewicz, 1947), que tanto gusta a Javier Mar¨ªas. Pero les advierto: en las p¨¢ginas del libro no he podido encontrar ni la menor referencia a Rajoy.
Entusiasmo
Les confieso que cuando me llegaron noticias de la fara¨®nica cantidad que hab¨ªa percibido (v¨ªa Balcells) don Mario como anticipo por Cinco esquinas (Alfaguara, Penguin Random House) lo primero que pens¨¦ es que, en estos tiempos recortados, ser¨ªa muy dif¨ªcil que la editorial llegara a vender los ejemplares necesarios para cubrirlo y, adem¨¢s, ganar dinero. Pero, como afirm¨® Engels (con perd¨®n) en el pr¨®logo (de 1892) a Del socialismo ut¨®pico al socialismo cient¨ªfico, la prueba del pud¨ªn est¨¢ en com¨¦rselo. Y la misma noche en que devor¨¦ el ¡°pud¨ªn¡± de Vargas Llosa de una sola sentada y pasando sus p¨¢ginas compulsivamente me di cuenta de mi error de apreciaci¨®n. Porque esta novela, la en¨¦sima de un maestro (s¨ª, aunque su lado de doctor Jekyll sea tan de derechas) que ha demostrado su dominio en todos los registros que ha tocado en su largu¨ªsima carrera, es un prodigio de sabidur¨ªa narrativa para todos los gustos, adem¨¢s (y no es balad¨ª) de una m¨¢quina de vender libros. Una comedia social a la vez divertida y amarga, atrevida y cr¨ªtica, que transcurre en los ¨²ltimos a?os de Fujimori, cuando los peruanos viv¨ªan permanentemente en un ?ay!, aterrorizados por los secuestros y ¡°ejecuciones¡± de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru y oprimidos por una dictadura siniestra y est¨²pida (por ese orden). Un relato sustentado en una variada galer¨ªa de personajes estupendamente dibujados y con el tel¨®n de fondo (en realidad, un personaje m¨¢s de la historia) de una Lima con un violento Barrio Alto que recuerda a menudo al Londres lumpen y nocturno de Dickens. Una historia de esc¨¢ndalos (s¨ª, tambi¨¦n period¨ªsticos), venganzas y melodramas dom¨¦sticos, cuya arquitectura descansa en un lenguaje que es una fiesta para el idioma que compartimos 500 millones de personas: una lengua brillant¨ªsima, salpicada de americanismos y peruanismos (pachamanca, cachasc¨¢n, chingana, disforzar, tombo, chompa, huachafo, carcocha, jir¨®n, chamba, angurriento, calato, chifa, chilcano, lisura, cachuelito, pasacanita, chancado, pericote, bamba, chumbeque) que confieren a la narraci¨®n una ins¨®lita resonancia. Desde ese primer cap¨ªtulo inflamado de erotismo a cuyos est¨ªmulos sucumbir¨¢n incluso los lectores m¨¢s g¨¦lidos hasta esas dos estupendas vueltas de tuerca narrativas ¡ªel remolino coral del cap¨ªtulo XX y la esticomitia period¨ªstica de preguntas y respuestas del cap¨ªtulo XXI¡ª, esta novela singular es toda una lecci¨®n del arte de contar una buena historia. Y, por favor, disculpen mi entusiasmo de lector agradecido: hac¨ªa mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien con una novela.
Matrimonio
Las primeras caracterizaciones de la novela prescrib¨ªan que aquellas nuevas y extensas narraciones en prosa deb¨ªan tratar de situaciones y protagonistas excepcionales: para lo de todos los d¨ªas bastaba con la vida, con lo que suced¨ªa a la gente corriente. En realidad, y hasta el siglo XIX ¡ªy, quiz¨¢s, dejando aparte la picaresca¡ª, la novela no empez¨® a afincarse firmemente en el suelo de la realidad banal y, a¨²n entonces, las historias sobre las que se constru¨ªan se focalizaban mayormente en irrupciones o desajustes m¨¢s o menos dram¨¢ticos (un adulterio, una muerte, una herencia, un regreso) en lo normal-cotidiano. Departamento de especulaciones (Asteroide), la segunda novela de la estadounidense Jenny Offill, no cuenta nada excepcional, pero demuestra que con lo m¨¢s prosaico de la vida se puede elaborar una buena historia. Se trata de un relato minimalista y de interiores protagonizado por una mujer (¡°la esposa¡±) desconcertada (y a veces asustada) que cuenta y recuerda escenas de su matrimonio, de su reluctante y contradictorio sentimiento de maternidad, y tambi¨¦n de lo que hubo antes, cuando era m¨¢s joven y libre y aspiraba a convertirse en una artista. Y lo hace de forma fragmentada, sin drama, con tristeza y ternura, componiendo un fresco de vi?etas separadas que, con frecuencia, parecen sin terminar, como esperando ser completadas. Un relato de pocos personajes en el que no hay nada excepcional (como la vida misma), pero contado de modo original e intenso y que termina de cocinarse en la conciencia del lector. Un interesante experimento novelesco para una ¨¦poca en que pocos escritores se arriesgan a hacerlo.
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