La firma del cuadro
La firma y el autorretrato proporcionan a los expertos importantes datos sobre el pintor. Pero existi¨® un artista supremo, Vel¨¢zquez, que si se autorretrat¨® en dos grandes cuadros, Las Meninas y La rendici¨®n de Breda, mantuvo el gusto de no firmar.
La firma o no del cuadro no es, como en la literatura, un asunto menor. Hacerlo en el env¨¦s suele disgustar al cliente pero deja la imagen liberada de la peste de su autor. Hay, sin embargo, de todo. Pintores como Gauguin, Degas o Manet firman con un grafismo que da la cara y varios de ellos, como Picasso o Bacon, enaltecieron su r¨²brica incluso con una raya, a modo de pedestal.
Una cosa es que el pintor pinte bien y otra que suspenda en caligraf¨ªa. Van Gogh, el m¨¢s conspicuo y culto de todos, hizo de sus r¨²bricas una fiel miniatura de su estilo porque sab¨ªa, como gran lector, que el remate es parte inseparable de la hechura po¨¦tica.
Pero este resultado, coherente con la est¨¦tica integral, no se cumple siempre a pesar de los esfuerzos del artista. En estos desdichados casos el cuadro sangra herido por el adefesio. O tambi¨¦n, en el caso contrario, una firma de R¨¢fols Casamada acent¨²a la serenidad y delicadeza de la obra. Otros buenos pintores, como Bores, son coherentes con sus creaciones, m¨¢s o menos sosas, y se rubrican sin sal.
Firmar con el nombre entero est¨¢ al alcance de muy pocos y hacerlo, en ocasiones, con un punto tras el nombre propio es un recurso escolar. Los de mayor enjundia actual prefieren valerse ahora solo de las iniciales y dejar la obra, tal como Navarro Baldeweg (NB), en la l¨ªnea de la LV de Louis Vuitton.
Y aqu¨ª empieza el escal¨®n. Porque si Louis Vuitton o Yves Saint Laurent conf¨ªan su logo al poder de las capitulares, o bien, hacen de los nombres propios ornamentos propios, al estilo de Ford, Nissan, Nike, Adidas o Gap ?c¨®mo eludir esta est¨¦tica imperiosa y visual?
?No habr¨¢ llegado ya el momento en que los cuadros plasmen el nombre del artista en la superficie y no en un ¨¢ngulo caduco. No en t¨ªmida miniatura sino en un glorioso striptease presidencial.
Y no dir¨¦ m¨¢s. Yo, como pionero de todo esto, he empezado a firmar mis ¨²ltimos cuadros con el nombre completo a la manera de Prada o el Hacendado. No soy apenas nada (por ahora) pero ?c¨®mo dudar de que me imitar¨¢n? Barcel¨®, Basquiat y los grafiteros hicieron esto aunque con otra intenci¨®n. La m¨ªa, no obstante, es llevar a la superficie el fondo de la cuesti¨®n. O como Andy Warhol dijo, refiri¨¦ndose a nuestra poscultura: ¡°Soy una persona profundamente superficial¡±. Es decir, el m¨¢s del m¨¢s all¨¢. No fue el primero en darse cuenta puesto que ya Paul Val¨¦ry afirmaba: ¡°Lo m¨¢s profundo del hombre es la piel¡±.
Babelia
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