La m¨²sica americana y el flamenco se abrazan en Nueva York
Jackson Browne y Ra¨²l Rodr¨ªguez presentan con ¨¦xito un proyecto conjunto de fusi¨®n musical en el Festival de Flamenco de la ciudad
Sin haberse o¨ªdo todav¨ªa nada, sin haberse visto el resultado sobre un escenario, la primera impresi¨®n que pod¨ªa dar era que aquello ser¨ªa un experimento forzado, otra vuelta de tuerca m¨¢s a la manida fusi¨®n musical, otra arista de la world music, que pasa por horas bajas en el imaginario colectivo tras su protagonismo en los noventa. Jackson Browne, ¡°el chico maravilla¡± de la canci¨®n americana, como le calificaban los medios estadounidenses en los setenta cuando deslumbr¨® con su preciosista pop-rock californiano, aparec¨ªa en los carteles junto con Ra¨²l Rodr¨ªguez, un todoterreno art¨ªstico, curtido en mil fascinantes batallas junto a Enrique Morente, Kiko Veneno, Company Segundo, Chavela Vargas, Jorge Drexler o Miguel Poveda, y l¨ªder del grupo Son de la Frontera, pero tambi¨¦n un desconocido para gran parte de la vieja guardia estadounidense enamorada de las composiciones de luminosa melancol¨ªa de Browne, banda sonora vital para toda una generaci¨®n. Ante esta inaudita uni¨®n, hab¨ªa bastante expectaci¨®n en la inauguraci¨®n del Festival de Flamenco de Nueva York, que les program¨® dos noches seguidas con todas las entradas vendidas en The Town Hall. ?El reto? Llevar el cancionero del compositor estadounidense al terreno flamenco, lo que se antojaba un experimento de resultados inciertos bajo el nombre de Song y Son. Pero ambos, acompa?ados de la banda de Rodr¨ªguez, dieron una clase magistral de conjunci¨®n musical.
Sobre el escenario del The Town Hall, el teatro cl¨¢sico enclaustrado entre la Sexta Avenida y Broadway, casa de memorables actuaciones de maestros de la cl¨¢sica como Sergei Rachmaninoff o Ignacy Jan Paderewski, pero tambi¨¦n, y especialmente, de grandes del jazz como Billie Holiday, Dizzy Gillespie, Charlie Parker o Charles Mingus, aparecieron primero anoche Ra¨²l Rodr¨ªguez y su banda, formada por Guillem Aguilar al bajo, Pablo Mart¨ªn a la percusi¨®n, Alex Tobias a la bater¨ªa y Mario Mas, hijo del guitarrista de Leonard Cohen, Javier Mas, a la guitarra flamenca.
Durante m¨¢s de media hora inundaron de flamenco, fandango, son cubano y ritmos mediterr¨¢neos el abarrotado teatro neoyorquino, con capacidad para 1.500 personas. Con un Mario Mas en estado de gracia a las cuerdas flamencas y un Ra¨²l Rodr¨ªguez, a la guitarra y la voz principal, carism¨¢tico y desbordante de pundonor con la misma sangre que su madre Martirio, hubo canciones como Negro Curro, sobre la historia de un negro en la Andaluc¨ªa del siglo XVI, que entusiasmaron al p¨²blico. El mensaje de mestizaje sonoro, acompa?ado de otro de mestizaje humano, cal¨® hondo gracias a la fuerza instrumental de un conjunto que deber¨ªa ser m¨¢s reconocido en Espa?a. La gracia de sus incursiones estil¨ªsticas, repasando el legado flamenco que se encuentra con la herencia caribe?a, en ¡°un viaje al futuro pasado¡±, en palabras de Rodr¨ªguez, es radiante. Alcanza un estado vibrante, en el que te meten el calambrazo por el cuerpo, a medio camino del son y la buler¨ªa, haciendo de los ritmos espa?oles centenarios todav¨ªa un lenguaje universal que emociona.
Todo esto parec¨ªa destinado a tener su propio territorio, lejos del rock de corte folk de Jackson Browne. Pero todos, empezando por el cantante estadounidense que adora el flamenco y naci¨® de ¨¦l la idea de adentrarse en este mundo, se empe?aron en acabar con los prejuicios y romper cualquier cors¨¦ art¨ªstico. La m¨²sica, como lugar de encuentro, gan¨® por goleada en el Town Hall cuando Browne encar¨® su aclamada balada These Days, ba?¨¢ndola en el sonido m¨¢s l¨ªquido de una sole¨¢. Su voz de terciopelo no perd¨ªa ni un ¨¢pice de intensidad. A trav¨¦s de puentes instrumentales de guitarra espa?ola dentro de las canciones, Browne se desenvolvi¨® seguro del terreno que pisaba, dando un especial protagonismo al grupo y mostr¨¢ndose casi como un crooner con su indudable capacidad para hipnotizar en la interpretaci¨®n.
Tir¨® de lentas como For Everyman, The Crow on the Cradle o Too many angels siempre con elegancia, despoj¨¢ndolas de su aspecto folk intimista para a?adir pellizcos mediterr¨¢neos, que alcanzaron un cl¨ªmax especial en la versi¨®n de A Thousand Kisses Deep de Leonard Cohen. Browne cantaba con alma, en eso que los norteamericanos llaman soulful, mientras luego miraba con sincera admiraci¨®n el recreo a la guitarra de Mario Mas o Ra¨²l Rodr¨ªguez, que, como el mejor flamenco, se expresaban con el cuerpo, con el rostro desencajado. La m¨²sica americana y el flamenco se estaban abrazando con un cari?o impensable. Y tambi¨¦n con una alegr¨ªa absorbente: cerraron con un plet¨®rico Ni?o, del disco Looking East, que empalm¨® con Volando voy, aut¨¦ntico patrimonio espa?ol. El p¨²blico acab¨® de pie, ovacionando en aplauso cerrado el espect¨¢culo inaudito. El experimento de hermanamiento result¨® ser una simbiosis musical de primer orden. La sonrisa de oreja a oreja, de orilla a orilla del Atl¨¢ntico, de Jackson Browne, Ra¨²l Rodr¨ªguez y el resto del grupo lo dec¨ªa todo.
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