¡°Claro que una fotograf¨ªa puede cambiar la realidad¡±
La fotoperiodista Lynsey Addario publica sus memorias, que recorren las guerras de los ¨²ltimos 20 a?os
"Observ¨¢bamos un coche al que hab¨ªa alcanzado un bombardeo. La ventanilla trasera hab¨ªa volado por los aires, y hab¨ªa restos humanos salpicados por todo el asiento posterior. En el asiento del pasajero se ve¨ªa parte de un cerebro y en la bandeja trasera hab¨ªa trozos de cr¨¢neo incrustados". Es la guerra. Con este pu?etazo en el est¨®mago comienza la fotoperiodista estadounidense Lynsey Addario (Norwalk, Connecticut, 1973) su libro de memorias En el instante preciso, que se publica en Espa?a el pr¨®ximo jueves, 10 de marzo (Roca Editorial). Esta mujer menuda y sonriente, que ense?a en su m¨®vil una foto de su peque?o Lukas jugando en un parque infantil, lleva 20 a?os cubriendo los principales conflictos del planeta, sufri¨® un secuestro durante una semana en Libia por los soldados de Gadafi y ha contemplado, en primer plano, c¨®mo mor¨ªan en accidentes de tr¨¢fico dos de los conductores que la han ayudado a abrirse paso en los sitios m¨¢s peligrosos.
Ganadora de un Premio Pulitzer en 2009, Addario ha estado en Madrid para hablar de su libro, su trabajo y de la pel¨ªcula inspirada en su vida que se prev¨¦ dirigir¨¢ Steven Spielberg, con Jennifer Lawrence en el papel de Lynsey: "Hollywood llegar¨¢ a m¨¢s gente que mis fotos", dice durante una comida en la que descubre el sabor del salmorejo. Su secuestro en Libia en 2011 y la muerte, en esa guerra que acab¨® con el s¨¢trapa, de dos amigos de profesi¨®n [Tim Hetherington y Chris Hondros] la impulsaron a escribir el libro. "Ten¨ªa alg¨²n tipo de trauma y supuso un proceso terap¨¦utico". Sin embargo, no solo hay tiros y penalidades en un libro que, con el subt¨ªtulo de Vida de una fot¨®grafa en el amor y en la guerra, apunta a la complejidad de compatibilizar el deseo de una relaci¨®n de pareja estable con no dejar de saltar de un pa¨ªs a otro. Lynsey habla en esas 367 p¨¢ginas de sus padres peluqueros, de un hogar en el que abundaban las fiestas en la piscina con alcohol y marihuana, del momento en que su padre sali¨® del armario para irse con un amigo de la familia, y de los novios que no comprendieron su oficio.
Lynsey era una joven interesada en la pol¨ªtica internacional. Entonces no pensaba que pasar¨ªa la mitad de sus 42 a?os como fotorreportera. Un viaje a Argentina en el que se retrat¨® a las madres de la Plaza de Mayo y una exposici¨®n de Sebasti?o Salgado le abrieron sus enormes ojos oscuros: "Me di cuenta del poder de las fotos, que pueden contar una historia y traer a nuestro mundo a otras personas para que sintamos algo", explica en su espa?ol aprendido en Buenos Aires y del que se excusa porque lleva 13 a?os sin hablarlo.
En el pr¨®logo, Addario argumenta por qu¨¦ es feliz haciendo un trabajo tan arriesgado: "Damos testimonio ante la historia e influimos en la pol¨ªtica". ?Idealismo? Addario es tajante: "Claro que una imagen puede cambiar la realidad. Si no creyera eso, no podr¨ªa hacer mi trabajo. Har¨ªa otro tipo de fotograf¨ªa que no me obligara a dejar a mi ni?o de cuatro a?os en casa".
De sus m¨²ltiples experiencias con los que no tienen nada destaca su generosidad. "Cuanto menos tienen, m¨¢s te dan. Abren sus casas a un extranjero. Yo me preguntaba ¡®?por qu¨¦ me dejan fotografiar su intimidad?¡¯. Me sorprende que entiendan el poder del periodismo. Una vez, en un pueblo en Afganist¨¢n, salieron a por lechugas y tomates para prepararme una ensalada, de las casas se asomaban personas que me dec¨ªan: ¡®Ven, come con nosotros'. Esto no pasar¨ªa en Estados Unidos", r¨ªe.
En el instante preciso incluye m¨¢s de 70 de sus fotograf¨ªas, desde prostitutas en Nueva York a talibanes en Afganist¨¢n; las guerras en Irak, Darfur, Somalia, Libia... Tambi¨¦n aborda la relaci¨®n entre compa?eros: "He estado con un grupo que era como una familia pero en lugares inh¨®spitos. Ahora nos vemos en bodas y funerales". Sin embargo, tambi¨¦n se?ala actitudes machistas. "Al principio no me molestaba porque lo que quer¨ªa era aprender, y con la experiencia dej¨¦ de prestarle atenci¨®n". Lo que s¨ª ha sido duro es, en la parte personal, los sufrimientos generados a su familia. "En tres ocasiones mi madre recibi¨® una llamada que dec¨ªa: ¡®No sabemos si tu hija est¨¢ viva". Y en la parte profesional, "intentar ser creativa despu¨¦s de 20 a?os, no repetirse".
Al final de la entrevista, hay que preguntar a la reportera por qu¨¦ no est¨¢ ahora en las fronteras de Europa que rechazan a los refugiados sirios. "No me interesa sacar fotos al lado de otros 25 fot¨®grafos y pelearme con ellos". As¨ª que, sus pr¨®ximos proyectos no est¨¢n en Europa, quiere retratar en su pa¨ªs a los veteranos mutilados o traumatizados por las guerras de Afganist¨¢n e Irak. De donde no tiene foto alguna es de Espa?a: "Tendr¨ªas que estar feliz de ello", sonr¨ªe. "Cuando voy a alg¨²n sitio, seguro que hay mucha gente huyendo de all¨ª".
Vida con los militares
La fotorreportera Lynsey Addario ha estado empotrada en las tropas estadounidenses m¨¢s de una docena de veces y asegura que nunca le han censurado. De esa relaci¨®n con los soldados y mandos del Ej¨¦rcito de su pa¨ªs, subraya: "Ellos quieren ver si aguantas el tipo en los combates, entonces te respetan". Addario a?ade que "siempre ped¨ªa permiso para tomar fotos cuando hab¨ªa soldados heridos o muriendo". As¨ª, recuerda el caso de un joven de 21 a?os que hab¨ªa pisado una mina: "En la tienda, los m¨¦dicos intentaron salvarle la vida durante 28 minutos. Estaba rodeado de sus compa?eros mientras yo sacaba fotos, hasta que un mando me orden¨®: ¡®?Para!¡¯. Pero los dem¨¢s dijeron: ?No! La gente debe saber que estamos muriendo en Afganist¨¢n. El chico falleci¨®. D¨ªas despu¨¦s, llam¨¦ a su padre. Me pidi¨® que no publicara las fotos para no herir a sus otros hijos y no las publiqu¨¦".
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