De lo conciso a lo prolijo

O el narrador es alguien verdaderamente brillante, o la f¨¢brica de chorizos en forma de franquicias dist¨®picas juveniles no da para m¨¢s. Las novelas, y las pel¨ªculas. Reiteraci¨®n, estiramiento, capricho. Y m¨¢s si los productores de Hollywood, ¨¢vidos por exprimir hasta la ¨²ltima gota, se empe?an en dividir las novelas en dos pel¨ªculas. Como La serie Divergente: Leal (1? parte), tengan el valor de decir el t¨ªtulo entero al de la taquilla, primera entrega de la adaptaci¨®n del ¨²ltimo libro de la trilog¨ªa de Veronica Roth. Una saga que empez¨® tambaleante, que se hab¨ªa recuperado en una efervescente segunda entrega gracias, entre otras cosas, a la concisi¨®n narrativa, y que ahora se hunde a falta del cap¨ªtulo final.

En Leal, seamos concisos nosotros, Robert Schwentke y sus guionistas ofrecen un curso sobre lo peor que pueden hacen unos escritores: olvidar el tema y los subtextos para centrarse ¨²nicamente en la trama. El resultado es una pel¨ªcula en la que el ¨²nico punto de inter¨¦s, la modificaci¨®n del genoma humano y sus consecuencias, se ve empeque?ecido por un carrusel de sistem¨¢tica, artilugios, naves, escapadas e incursiones, donde todos pueden ver a todos no como met¨¢fora de la edad del espionaje sino como risible multiplicaci¨®n del punto de vista en la era del capricho narrativo. Sin fuerza o belleza en las im¨¢genes, Leal practica eso tan fullero de la ciencia-ficci¨®n del todo a 100: cuando no sepas c¨®mo resolver una situaci¨®n, ya que est¨¢s en el futuro, saca de la chistera un invento tecnol¨®gico que te permita pasar a la siguiente secuencia.