Un al¨¦rgico compr¨® todas las flores

Antes que estrella de la pantalla, Chaplin fue un gran c¨®mico de music hall y protagonista de muchas pantomimas silentes de la compa?¨ªa brit¨¢nica de Fred Karno, que nutri¨® de actores gestuales al primer cine mudo estadounidense: su sustituto en aquella banda era un tal Stan Laurel. Entonces, la pantomima era un g¨¦nero popular¨ªsimo internacionalmente: en Barcelona, se construy¨® un teatro de 3.000 localidades para Els Onofri, familia de mimos de origen italomarsell¨¦s. Como este y otros g¨¦neros casi han desaparecido de Espa?a ante el auge de un realismo cada vez m¨¢s parecido al que reina teocr¨¢ticamente en la peque?a pantalla, resulta una sorpresa dos veces grata este Chaplin XXL, con el que ?skar Redondo y Nacho Marraco recrean libre pero fielmente el universo de Charlot.

Utilizando fragmentos de pel¨ªculas archiconocidas (Luces de la ciudad y El gran dictador, entre ellas), Marraco y Redondo tejen un renovado hilo argumental que permite al extraordinario int¨¦rprete reinventar el ampl¨ªsimo repertorio de gestos y de tics chaplinescos, sin repetir ninguno, en un trabajo exhaustivo, ejecutado con facilidad y ligereza. Dicen que Charlot qued¨® segundo en un concurso de imitadores suyos: a Redondo, que incorpora los saltos de fotograma en su actuaci¨®n, hubiera tenido que disputarle ese puesto. Maya Reyes le imprime al personaje de Lo Eterno Femenino la languidez de las protagonistas chaplinescas, Albert Roca reproduce con eficacia toda la paleta de secundarios y Nacho de Lucas, teclista de Asfalto, pone impronta art¨ªstica a un acompa?amiento musical del que me quedo con el pasaje donde, sobre el surco r¨ªtmico de una gnossienne, va sembrando la melod¨ªa de La Violetera. El p¨²blico conocedor, se divirti¨® con la revisi¨®n del personaje; el m¨¢s joven, lo descubri¨® con gusto.