Muere a los 72 a?os Frank Sinatra Jr., hijo de ¡®La Voz¡¯
Hab¨ªa anunciado la cancelaci¨®n del espect¨¢culo al sentirse mareado y fue ingresado en un hospital de Florida, donde sufri¨® un infarto
Frank Sinatra Jr. falleci¨® el mi¨¦rcoles en un hospital de Daytona (Florida), tras sufrir un infarto. Frank, de 72 a?os, iba a dar un concierto esa noche. Hijo del cantante estadounidense m¨¢s popular del siglo XX, actuaba con regularidad, interpretando el repertorio cl¨¢sico de su progenitor. El perfil de Sinatra Jr. se suele pintar con colores melanc¨®licos. Naci¨® en Nueva Jersey, en 1944,? cuando su padre ya hab¨ªa despegado como cantante solista. Eso significa que apenas trat¨® con ¨¦l. Creci¨® en un matriarcado, donde la voluntad de la madre, Nancy Barbato, era la ley; sus dos hermanas, Nancy y Tina, eran las preferidas de la familia.
Instalados ya los Sinatra en California, Frank Jr. fantase¨® con convertirse en pianista y compositor. Sin embargo, hab¨ªa curiosidad por escucharle cantando, y a eso decidi¨® dedicarse. Razon¨® que compartir el oficio servir¨ªa para acercarse a su padre, al que apenas ve¨ªa tras la ruptura de su matrimonio. No funcion¨®: debut¨® en la discogr¨¢fica familiar, Reprise, pero ¡ªpara que aprendiera la dureza de la vida en la carretera¡ª el padre encarg¨® a Duke Ellington que le llevara de gira.
Estaba dando sus primeros pasos profesionales cuando, en 1964, fue secuestrado en Lake Tahoe, uno de los feudos paternos en Nevada. Se pag¨® el rescate (240.000 d¨®lares) y reapareci¨® sano y salvo. Los delincuentes tuvieron suerte: fueron detenidos por la polic¨ªa antes de ser localizados por los amigos de Frankie.
En un intento de exculparse, los secuestradores hicieron correr la voz de que todo hab¨ªa sido un montaje publicitario, para lanzar al nuevo artista. Un disparate que, desdichadamente, se convirti¨® en una leyenda urbana que lastrar¨ªa su lanzamiento. Como vocalista, Sinatra Jr. exhib¨ªa estilo y recursos. Sin embargo, no tuvo buenos consejeros. En vez de intentar labrarse una identidad propia, como hizo su hermana Nancy, sigui¨® la pista de su padre, interpretando standards por el mismo circuito de casinos y salas de fiesta. As¨ª fue c¨®mo se convirti¨® en un Sinatra de rebajas: su apellido era un gancho en los carteles y un reclamo en series de televisi¨®n.
Grab¨® media docena de ¨¢lbumes, a veces con Nelson Riddle o Don Costa, los arregladores que arropaban a su padre. Naturalmente, los discos sonaban potentes pero las (inevitables) comparaciones no jugaban a su favor. Cuando hac¨ªa canciones originales, se intu¨ªa a un artista que pod¨ªa haber volado por su cuenta. Aunque el ambiente no le era propicio: detestaba la m¨²sica rock, entonces dominante.
En el primer tomo de sus memorias, Chronicles, Bob Dylan cuenta que acudi¨® a ver una actuaci¨®n de Frank Sinatra Jr. en el Rockefeller Center de Nueva York. Despu¨¦s de todo, explica, pertenec¨ªan a la misma generaci¨®n y el concierto fue espl¨¦ndido. Sinatra Jr. se qued¨® asombrado de su presencia pero al final congeniaron. Reproduce Dylan parte de la conversaci¨®n, y hay una frase misteriosa donde no queda claro si su interlocutor estaba desencantado con su padre o con aquellos liberales que fueron sus compa?eros de viaje hasta que, rechazado por los Kennedy, inici¨® su giro hacia la derecha.
Con todo, hubo un acercamiento final entre padre e hijo. A partir de 1988, Frank Sinatra le puso al frente de la orquesta que llevaba en sus giras: al estilo siciliano, hab¨ªa decidido que prefer¨ªa ponerse en manos de alguien que llevaba su misma sangre.
Tras la muerte del gigante, aument¨® la demanda de Frank Sinatra Jr., ya convertido en un experto recreador de My way, New York, New York o Strangers in the night. Asumi¨® su papel de continuador e incluso se interpret¨® a si mismo en Los Soprano. Pero no se hac¨ªa ilusiones sobre su legado. En las entrevistas, oscilaba entre el fatalismo y la resignaci¨®n: ¡°nunca he colocado un disco en las listas, jam¨¢s he triunfado en el cine, no llegu¨¦ a tener mi propio programa de televisi¨®n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.