¡°La cr¨ªtica de arte ha perdido totalmente su funci¨®n¡±
El historiador del arte reflexiona sobre la pintura en la era digital y la dictadura del mercado
El profesor de Harvard Benjamin H. D. Buchloh (Colonia, 1941) es uno de los m¨¢s influyentes historiadores del arte del siglo XX. Le¨®n de Oro en la Bienal de Venecia de 2007, fue ex¨¦geta de los primeros conceptualismos europeos antes de mudarse en los setenta desde Alemania Occidental a Estados Unidos, donde ha intervenido en la esfera p¨²blica del arte junto a Rosalind Krauss, Yve-Alain Bois y Hal Foster, coautores del esencial tratado Arte desde 1900 (Akal) y compa?eros de la revista October, bolet¨ªn de pensamiento cr¨ªtico que, libre de publicidad, edita el Massachussets Institute of Technology (MIT).
En el grupo de los ¨²ltimos mohicanos de la cr¨ªtica, Buchloh se sit¨²a en la equidistancia entre el ¡°formalismo de aquellos que reducen todo a la estructura¡±, el arte ensimismado, y la escuela ¡°que defiende que los desarrollos sociales, ideol¨®gicos, econ¨®micos y pol¨ªticos tienen un impacto en las representaciones¡±. ¡°Siempre quise, o quiz¨¢ mi formaci¨®n no me dej¨® otra, situarme en la mitad de las dos posiciones¡±, explica.
Su legendaria meticulosidad ha hecho que entre la publicaci¨®n de su primera colecci¨®n de ensayos, Neo-Avantgarde and Culture Industry. Essays on European and American Art from 1955 to 1975, y la segunda, Formalism and Historicity (MIT Press, 2015), hayan mediado 14 a?os de revisiones y puestas al d¨ªa (en espa?ol se puede encontrar una suerte de h¨ªbrido de ambos t¨ªtulos titulado en 2004 por Akal Formalismo e historicidad). Esa misma cautela en la administraci¨®n de sus opiniones le impedir¨¢ durante la entrevista, celebrada en las oficinas del Museo Reina Sof¨ªa, entrar en determinados asuntos en los que no se siente autorizado.
Pregunta. En el libro vuelve sobre dos de sus artistas fetiche, Marcel Broodthaers, objeto ahora de una retrospectiva en el MOMA que vendr¨¢ despu¨¦s a Madrid, y Gerhard Richter, a quien celebra desde hace d¨¦cadas.
¡°No me gustar¨ªa sonar como un profeta, pero dudo que Jeff Koons le interese? a nadie dentro de 20 a?os¡±
Respuesta. Richter es un pintor abstracto puro que se plante¨® c¨®mo abordar el arte y la producci¨®n de im¨¢genes tras el Holocausto y el fascismo, antes de que se convirtiera en un clich¨¦. Broodthaers reflexion¨® mucho sobre los museos y lo que se hizo con el concepto europeo burgu¨¦s en medio de la generalizaci¨®n de la cultura de masas consumidoras. Tras su primer encuentro con el pop en los sesenta, cuando a¨²n era un escritor y periodista, trat¨® de entender los mecanismos por los que la cultura letrada de Europa estaba desapareciendo bajo el rodillo americano. Fue prof¨¦tico sobre lo que suceder¨ªa con los museos en esta cultura del espect¨¢culo. Por eso es una figura clave.
P. ?En qu¨¦ result¨® prof¨¦tico?
R. Nunca tuvo que enfrentarse con la globalizaci¨®n ni con lo digital, pero en muchos sentidos pensaba ya sobre esos asuntos. Es un artista de los 60 y 70, del mismo modo en que yo soy un hombre de esa ¨¦poca. Si quiero ser honesto, no ser¨ªa l¨®gico erigirme en una voz autorizada sobre los asuntos m¨¢s candentes de la contemporaneidad, aunque sean las preguntas m¨¢s urgentes por contestar.
P. ?Qu¨¦ opina de las visitas virtuales a los museos?
R. Como profesor, trabajo con im¨¢genes virtuales. Y es una experiencia complicada. Es tentador visitar las galer¨ªas o las exposiciones en la Red. Si me interesan, acudo a verlo con mis propios ojos. Es una pregunta importante¡ ?tengo que ir a ver las cosas o basta con la imagen digital de ellas?
P. ?Tiene respuesta?
R. Hay que ir caso por caso. Con alguien como [el escultor] Richard Serra, obviamente, necesito compartir el espacio con el objeto¡ No est¨¢ tan claro con cierta pintura o fotograf¨ªa. Dado que no contemplo el arte desde el punto de vista de la mercanc¨ªa que cambia de manos, no necesito examinar esa mercanc¨ªa. Viendo una exposici¨®n de Serra te das cuenta de que es una persona luchando en precario para demostrar que a¨²n existen cosas como la materia, el peso, la gravedad y masa en un mundo crecientemente virtual en la que se desmaterializan los objetos est¨¦ticos. Eso mismo le pasa a Richter, sobre todo en la parte de su trabajo que trabaja con im¨¢genes generadas por ordenador que est¨¢n producidas por una m¨¢quina. Cuando un pintor de su estatus hace eso puedes estar seguro que andamos al final de una ¨¦poca.
P. ?Mantienen las piezas en Internet el manoseado concepto del aura de Walter Benjamin?
R. Es una buena pregunta¡ si quiere emplear ese t¨¦rmino, que puede ser bastante resbaladizo. M¨¢s que aura yo lo llamar¨ªa el momento de la verdad, algo que se da en Serra, indudablemente.
P. Manuel Borja-Villel, director del museo en el que nos encontramos, propone plantear una cr¨ªtica de la instituci¨®n desde dentro de la instituci¨®n. ?Es posible tal malabarismo?
R. No creo que sea exactamente una cr¨ªtica, sino un intento de generar una comprensi¨®n m¨¢s compleja sobre los mecanismos de participaci¨®n en la instituci¨®n. Intenta que la gente que viene al museo se interrogue sobre lo que significa estar en el museo, uno de los sitios m¨¢s extraordinarios para enfrentarse a las contradicciones de la historia del arte.
P. En el pr¨®logo a su ¨²ltimo libro, asegura con aire testamentario que ¡°el arte ha cambiado de un modo en la ¨²ltima d¨¦cada que no habr¨ªa sido capaz de imaginar ni el pesimista m¨¢s c¨ªnico ni el cr¨ªtico marxista m¨¢s ortodoxo¡±. Esa situaci¨®n actual¡ ?no se ve¨ªa venir ya desde los 80, con el primer boom del mercado y la emergencia de artistas como Jeff Koons?
R. Fui naif al escribir eso. El arte en los 80 cambi¨® radicalmente. En los 60 y 70, ten¨ªa cierta relaci¨®n con el mercado, pero no estaba exclusivamente determinado por sus reglas, como ahora. Cuando los artistas conceptuales lograron que el objeto art¨ªstico perdiese peso, nadie pod¨ªa pensar que los objetos volver¨ªan a colocarse en el centro por su valor monetario.
P. ?C¨®mo casan sus cr¨ªticas con el hecho de que su admirado Richter se haya convertido en uno de los valores m¨¢s seguros del mercado?
R. Pod¨ªas comprarte un richter por cinco mil d¨®lares en 1975, por 10.000 en 1985 y por 100.000 en 1995. Y entonces, de pronto se dio esa enorme revalorizaci¨®n [la venta en 2015 de uno de sus cuadros por 39 millones lo convirti¨® en el artista europeo vivo m¨¢s cotizado]. ?l mismo est¨¢ horrorizado. Es rid¨ªculo.
P. ?No teme que sus opiniones se lean hoy como el lamento de un veterano de demasiadas guerras?
R. No me preocupa demasiado, porque probablemente son eso precisamente. Historiadores y cr¨ªticos ya no tenemos ninguna influencia en el mercado.
P. ?Y cu¨¢l es su funci¨®n entonces?
R. La cr¨ªtica ha perdido totalmente su funci¨®n. Los historiadores al menos ense?an, contribuyen a la construcci¨®n de la memoria hist¨®rica de los estudiantes. Un cr¨ªtico, en cambio, est¨¢ envuelto en el mercado, pero sin influecia sobre ¨¦l. Puedo escribir 10 art¨ªculos contra Jeff Koons y a¨²n ser¨ªa el artista mejor vendido.
P. ?Qui¨¦n es culpable de esa p¨¦rdida de influencia?
R. El cr¨ªtico ha sido desplazado a medida que la sociedad se ha hecho m¨¢s letrada. En el siglo XIX, la gente necesitaba un especialista para juzgar qu¨¦ hac¨ªa de un objeto algo valioso. La educaci¨®n visual de la gente ha mejorado hasta unos niveles que ya no se necesitan expertos. Eso es positivo en cierto modo, lo que no es tan bueno es que la decisi¨®n sobre cu¨¢ndo un objeto es importante haya acabado en las manos del mercado. Eso es peligroso.
P. ?Le preocupa la b¨²squeda permanente de espect¨¢culo de algunas instituciones?
R. Si eres un director de museo y solo te riges por los resultados, la mejor opci¨®n ser¨ªa traer una exposici¨®n de Koons detr¨¢s de otra. Por suerte, hay directores que a¨²n se resisten. Resistir es una decisi¨®n pol¨ªtica.
P. Koons se defiende diciendo que si hace un arte banal es porque nuestra era es banal.
R. Obviamente, vivimos tiempos banales, pero al mismo tiempo enormemente complejos. ?D¨®nde est¨¢ en Koons el ISIS o las migraciones? No solo nos enfrentamos a preguntas banales, tambi¨¦n a cuestiones tr¨¢gicas. Es absurdo el silogismo: dado que la mayor parte de nuestras experiencias son banales, las est¨¦ticas tambi¨¦n han de serlo.
P. ?No tiene la desagradable sensaci¨®n de que en el arte contempor¨¢neo hasta las preguntas m¨¢s duras acaban desactivadas?
R. Eso sucede. Tienes todo el espectro: el arte pretencioso que aspira a ser pol¨ªtico pero de hecho no lo es. El arte banal que no puede ser cr¨ªtico. Y el arte pol¨ªtico que de tan herm¨¦tico resulta fallido. Esto no es una ciencia exacta. Ahora bien, no me gustar¨ªa sonar como un profeta, pero dudo que Jeff Koons le interese a nadie dentro de 20 a?os.
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