Barcel¨® inaugura su doble exposici¨®n en Par¨ªs
El Museo Picasso y la Biblioteca Nacional de Francia rinden homenaje al artista con una muestra pensada como una retrospectiva encubierta
Se trata de un homenaje por duplicado al que pocos artistas contempor¨¢neos habr¨¢n tenido derecho. Y, en su caso, es el tercero consecutivo en territorio franc¨¦s: ya protagoniz¨® muestras por partida doble en Par¨ªs, en 1996, y en Avi?¨®n, en 2010. Miquel Barcel¨® inaugur¨® ayer la doble exposici¨®n que la capital francesa dedica a su obra en las sedes del Museo Picasso y de la Biblioteca Nacional de Francia. Las dos muestras, abiertas hasta el pr¨®ximo verano, est¨¢n pensadas como una retrospectiva encubierta, repleta de obras conocidas pero tambi¨¦n in¨¦ditas, que resiguen la dilatada y proteiforme trayectoria del pintor mallorqu¨ªn para determinar en qu¨¦ punto se encuentra hoy.
Para Barcel¨®, pintar es sin¨®nimo de sumergirse en un mar agitado en el que no abundan las presas. Esta doble exposici¨®n supone una especie de charca donde convive todo lo que habr¨¢ logrado pescar en las ¨²ltimas d¨¦cadas. En la Biblioteca Nacional, el visitante penetra en la muestra casi como en una gruta prehist¨®rica, siguiendo el curso del monumental fresco de arcilla ?¨Cde 190 metros de largo por seis de alto¨C que cubre las cristaleras del edificio de Dominique Perrault con el que Mitterrand coloc¨® la ¨²ltima piedra de su legado arquitect¨®nico. No cabe duda de que este mural ¡°de tierra y luz¡± es de los que hacen historia y que ser¨¢ uno de los mayores logros de su carrera. En ¨¦l aparecen, raspados sobre el barro seco, decenas de calaveras, cuernos, pulpos, crust¨¢ceos y serpientes, elementos habituales en su lenguaje art¨ªstico. Aparecen dibujados sobre un marr¨®n inalterable, que Barcel¨® equipara con el gris de Goethe, el color que el escritor alem¨¢n consideraba una suma de todo lo visible y lo invisible. A ratos, sus trazos parecen dibujados con el dedo entre las heces, otro de sus materiales predilectos: ya se sirvi¨® de ¨¦l hace a?os para retratar a Ramon Llull, a quien vuelve a rendir homenaje ahora con este mural en el 700? aniversario de su muerte. La obra ser¨¢, obviamente, ef¨ªmera. Cuando la exposici¨®n termine a finales de agosto, sus dibujos desaparecer¨¢n de las vidrieras.
Esta inmensa instalaci¨®n retoma ¡°todos los temas, gestos y motivos de Barcel¨®, como una puerta de acceso a la exposici¨®n¡±, apunta la comisaria, C¨¦cile Pocheau, que ha reunido cerca de 60 estampas de las m¨¢s de 300 que lleva elaboradas el artista. ¡°El conjunto revela la permanencia de ciertos ciclos tem¨¢ticos y de su vinculaci¨®n a los mismos materiales, adem¨¢s de la persistencia de un misterio que nunca se acaba de dilucidar¡±, afirma Pocheau. En un rinc¨®n de la primera sala, figura un sorprendente autorretrato con rayos l¨¢ser. ¡°Un gui?o a su mirada de acero¡±, ironiza la comisaria.
La muestra revisa la pr¨¢ctica totalidad de sus obsesiones. En ella aparecen estampas repletas de colores del terru?o, retratos hechos con lej¨ªa, vasijas de terracota de fabricaci¨®n mallorquina e inspiraci¨®n dog¨®n, olvidadas serigraf¨ªas coloristas de sus inicios y pedazos de papel erosionados por las termitas, adem¨¢s de composiciones taurinas que acompa?an textos de Jos¨¦ Bergam¨ªn, retratos de grandes personajes literarios de otro tiempo ¨Ccomo Nerval, Mallarm¨¦ o Ezra Pound¨C y su perturbadora serie ¡°pornogr¨¢fica¡± de aguafuertes inspirados en la obra del Marqu¨¦s de Sade, que pint¨® en Lanzarote a finales de los noventa.
Algunos kil¨®metros al oeste, en pleno Marais parisino, la segunda muestra en el Museo Picasso explora las similitudes entre la pr¨¢ctica de Barcel¨® y la del pintor malague?o, uno de sus principales referentes. El hilo conductor escogido es el taller del artista, aut¨¦ntica obsesi¨®n para ambos. La exposici¨®n, que aspira a capturar el momento en que se materializa la creaci¨®n, fue una iniciativa de la exdirectora del museo, Anne Baldassari, antes de ser destituida en 2014. Su sucesor, Laurent Le Bon, decidi¨® mantener la invitaci¨®n a Barcel¨®, aunque retras¨® la muestra para hacerla coincidir con la exposici¨®n en la Biblioteca Nacional. ¡°Invitarle a este museo para que dialogue con Picasso resulta casi una evidencia¡±, afirma la comisaria, Violette Andres. ¡°El propio Barcel¨® se reivindica como disc¨ªpulo de T¨¤pies, de Mir¨® y de Picasso. Con este ¨²ltimo, comparte el gusto por la experimentaci¨®n, su tremenda curiosidad y su necesidad de no ce?irse a una ¨²nica disciplina¡±, asegura.
En las piezas in¨¦ditas que ahora ha destapado en el Museo Picasso, Barcel¨® confirma esa voluntad de seguir reinvent¨¢ndose. Lo demuestra una serie de cer¨¢micas negras, realizadas con holl¨ªn y nunca expuestas hasta la fecha, o bien inconexos fragmentos de yeso que aparecen rodeados de fotograf¨ªas del atelier de Picasso tomadas por Cecil Beaton o Dora Maar. Pero la pieza may¨²scula de la exposici¨®n puede que sea el llamado Gran Muro de Cabezas, una composici¨®n in¨¦dita de ladrillos y piezas de colores superpuestos sin orden ni concierto, que resulta inquietante hasta rozar lo macabra. Se parece a todo lo que ha hecho antes y, a la vez, no tiene nada que ver.
Babelia
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