El le¨®n en invierno
Un sensacional Jos¨¦ Sacrist¨¢n protagoniza en el madrile?o Matadero 'Mu?eca de porcelana', de Mamet
A David Mamet siempre le han ido las estructuras de tragedia y vuelve a demostrarlo en Mu?eca de porcelana (China Doll, 2015), su obra m¨¢s reciente, escrita a la medida de Al Pacino, estrenada el pasado oto?o en Broadway y que ahora llega, en fluid¨ªsima versi¨®n castellana de Bernab¨¦ Rico y dirigida por Juan Carlos Rubio, a las madrile?as Naves del Espa?ol. Su antih¨¦roe es Mike Ross, un millonario ultracorrupto que acaba de regalarle un avi¨®n privado a su joven amante. Lo que sucede con el avi¨®n, que ha aterrizado inesperadamente en Canad¨¢, no es m¨¢s que un detonante, como la moneda de American Buffalo. Pero lo que detona es de a¨²pa.
Durante muchos a?os, el todopoderoso Ross ha manejado las finanzas de una formaci¨®n pol¨ªtica, sufrag¨¢ndola bajo mano, ganando y dando a ganar. Ahora ha cambiado de acera, porque le importa un pito la ideolog¨ªa y porque ¡°si no hay otro equipo, no hay partido¡±: lo importante es que ruede la bola. O sea, un p¨¢jaro muy de ahora. O muy de siempre. Su ideario se resume en pocas frases. Una: ¡°Todos deseamos lo mismo: dinero. Y todos quieren ir al cielo, pero nadie quiere morirse antes¡±. Dos: ¡°La pol¨ªtica es nadar entre la mierda mientras buscas el dinero de otros¡±. Tres: ¡°El mundo est¨¢ lleno de gilipollas y muchos con derecho a voto. Para ganar las elecciones hacen falta dos cosas: un huevo de pasta y una frase m¨¢gica, cuanto m¨¢s absurda mejor¡±.
En los ¨²ltimos tiempos, Jos¨¦ Sacrist¨¢n ha bordado personajes turbios de inesperada humanidad
El Viejo, su mentor, el gran jefazo del partido, ten¨ªa una sola regla: ¡°Nunca mires dentro del sobre¡±. El problema es que el Viejo muri¨® y su hijo, el Ni?o, es gobernador y quiere subir m¨¢s alto. Ross lo ve as¨ª: ¡°El muy gilipollas se crey¨® la mierda que les cont¨¢bamos a los votantes y ahora pretende tener las manos limpias¡±. Si Mu?eca de porcelana fuera una pel¨ªcula o una serie, ver¨ªamos el avi¨®n y a la joven amante. Y la campa?a pol¨ªtica. Y conocer¨ªamos al Ni?o. Y, en flash-back, al Viejo. Mamet ha optado por contarlo en teatro a toda mecha y con gran econom¨ªa. La obra apenas dura hora y media y transcurre en el despacho (primer acto) y el domicilio de Ross (segundo). El texto es inconfundiblemente mametiano: una aleaci¨®n de velocidad, humor feroz y amenaza. Todo un reto para un actor: casi un mon¨®logo, una telara?a de llamadas telef¨®nicas de intensidad creciente, interrumpidas por los breves di¨¢logos que Ross mantiene con Carson, su secretario y disc¨ªpulo. El millonario sigue teniendo poder, pero calcula mal sus fuerzas: hibris al canto. Y estalla cuando le tocan a Francy Pierson, su mu?equita de porcelana.
En los ¨²ltimos tiempos, Jos¨¦ Sacrist¨¢n ha bordado (especialmente en cine: El muerto y ser feliz y Magical Girl) personajes turbios de inesperada humanidad. Ross no le va a la zaga: es un cabr¨®n con pintas, un viejo le¨®n que mete la gamba hasta el fondo y del que acaba seduci¨¦ndote su sinceridad, su empuje y la soledad de su ca¨ªda. Teatralmente me recuerda, por su canallismo y su vivacidad, a Roy Cohn, la mano derecha del senador McCarthy, en?ngeles en Am¨¦rica, de Tony Kushner. Y si pienso en cine me vienen a la cabeza Arkadin o Quinlan, aquellos personajes odiosos, oscuros y megal¨®manos que Welles pint¨® siempre con dos colores y bajo dos luces, como le sucede a Mamet.
En el Matadero, estupendamente dirigido por Rubio, Sacrist¨¢n muestra y despliega una sabidur¨ªa acumulada tras much¨ªsimas horas de vuelo y da una lecci¨®n de modulaci¨®n de tonos y de ritmos. De entrada, por supuesto, est¨¢ el currazo de sostener y empujar la funci¨®n, cuyo ritmo es constante. Durante la primera parte conocemos a un tipo chulesco, prepotente, sard¨®nico y temible. Me gusta que cuando amenaza en serio baje el volumen de su voz: Sacrist¨¢n sabe muy bien que Ross no necesita gritar. Y cuando enmudece al tel¨¦fono vemos, casi literalmente, c¨®mo un nubarr¨®n negro cruza la escena. En la segunda parte percibimos el repentino peso de su edad y de la trampa que se cierne sobre su cuello: su fragilidad, sus hombros ca¨ªdos, su desmoronamiento, que alterna con la excitaci¨®n ilusa y la locuacidad pueril del sentenciado. ?Pegas a su trabajo? Quiz¨¢, y de modo muy aislado, asoma la eterna tendencia de Sacrist¨¢n al sombronismo, a oscurecer la voz cuando el personaje se pone sentencioso. Y hablando de oscuridades, creo que a la iluminaci¨®n de Jos¨¦ Manuel Guerra le sobra tiniebla, sobre todo teniendo en cuenta que la escenograf¨ªa de Curt Allen Wilmer es ingeniosa pero tiene algo de pared¨®n. Bueno, de pared¨®n-secreter: m¨¢s que un despacho de lujo, recuerda a esos hoteles modernos en los que no sabes d¨®nde est¨¢ nada.
El Viejo, su mentor, el gran jefazo del partido, ten¨ªa una sola regla: ¡°Nunca mires dentro del sobre¡±
Javier Godino es Carson y pecha con un rol arduo: no perder de vista a Ross, estar al quite de su m¨¢s m¨ªnimo deseo, atender el segundo tel¨¦fono (que tampoco para de sonar) y, sobre todo, aguantarle las embestidas. Pega: un gesto, una actitud. Cuando se queda en mitad del escenario con manos cruzadas sobre el vientre y excesiva expresi¨®n de ¡°aqu¨ª se va a liar¡±. No hace falta esa pose inusitadamente zen ni telegrafiar lo que ya intuimos.
En Broadway, cuarto y mitad de los cr¨ªticos le dieron a Mamet ¡°fuerte y flojo por debajo del babi¡±, como dicen en C¨¢diz. Palos injustos, a mi juicio, por lo que al texto se refiere. Tambi¨¦n recibi¨® lo suyo la interpretaci¨®n un tanto err¨¢tica y desganada de Pacino, aunque all¨ª utilizaron adjetivos m¨¢s contundentes. Quiz¨¢ no sea una pieza de gran a?ada, como Glengarry u Oleanna, pero yo la segu¨ª con gran placer y mi inter¨¦s no decreci¨® en ning¨²n momento. Creo que lo mismo le sucedi¨® y le sigue sucediendo al p¨²blico del Matadero, que premia el espect¨¢culo con merecidos llenos diarios.
A prop¨®sito de llenos: he visto en el Lliure de Barcelona el Hamlet dirigido por Pau Carri¨®, que agot¨® entradas una semana antes de su estreno, cosa estupenda e inusual. En mi opini¨®n, todav¨ªa no est¨¢ del todo cuajado (Hamlet siempre tarda unos d¨ªas en asentarse y desplegar sus alas), pero cuenta con un buen pu?ado de escenas memorables e interpretaciones excelentes. Sus protagonistas son Pol L¨®pez, Mar¨ªa Rodr¨ªguez, Xicu Mas¨®, Eduard Farelo, Rosa Renom, Marc Rius y Pau Vinyals. En breve se lo cuento.
Mu?eca de porcelana. De David Mamet. Direcci¨®n: Juan Carlos Rubio. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Sacrist¨¢n y Javier Godino. Matadero (Madrid). Hasta el 10 de abril.
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