¡°Cuando llevo una c¨¢mara tengo licencia para ver y describir lo inefable¡±
El neoyorquino fue uno de los fot¨®grafos que mejor supo captar el latido de las calles de Nueva York, y ahora se adentra en el enigma de un pintor: Morandi
Durante dos d¨ªas Joel Meyerowitz (Nueva York, 1938), se sent¨® en el mismo lugar donde Giorgio Morandi se hab¨ªa sentado durante 40 a?os. Observ¨® detenidamente, uno a uno, los 275 objetos del estudio. Esos objetos sencillos y cotidianos que mantuvieron en jaque al pintor italiano durante su solitaria existencia. Recreados por el tiempo con una densa patina de polvo (la misma que cuando muri¨® el pintor, ya que nunca quiso limpiarlos), los pos¨® en la mesa donde hab¨ªan sido pintados. Mientras ¡°la poca luz que entraba en el estudio cambiaba del tono blanquecino nebuloso de la ma?ana, al azul cristalino del mediod¨ªa. Luego el sol se desplaz¨® y todo comenz¨® a adquirir un tono m¨¢s c¨¢lido, al final del d¨ªa la luz era completamente distinta. Lo suficiente para que se pudiese observar en las sombras¡±, cuenta el fot¨®grafo. ¡° Era la misma luz que observ¨® Morandi. Y pens¨¦: ?quiz¨¢s hay algo que pueda aprender sobre la vida de estos objetos? ?tienen alma? Quise descubrirlo a trav¨¦s de mi c¨¢mara. Sin la pretensi¨®n de hacer algo bello, sino buscando aquello que exist¨ªa dentro de esos objetos. Averiguar parte del misterio que Morandi dej¨® atr¨¢s¡±.
Naci¨® en el Bronx y a sus 78 a?os, Joel Meyerowitz es una leyenda viva de la fotograf¨ªa; pionero en el uso del color y maestro del street photography. Parece mantener intacta esa energ¨ªa y entusiasmo que le hizo conquistar las calles de Nueva York a mediados de los 60. Su capacidad de transmitir a trav¨¦s de la palabra que acompa?a de vivos gestos a la vez que sutiles, no desmerece la grandiosidad que trasmite su obra. Pero detr¨¢s de su impulso vital se esconde la quietud y la reflexi¨®n de un m¨ªstico. Hace ya 50 a?os que comenz¨® su andadura como fot¨®grafo, y fue entonces cuando pas¨® 6 meses en M¨¢laga, conviviendo con gitanos y flamencos: ¡°En Espa?a aprend¨ª de alguna manera a ser un hombre. Hab¨ªa algo acerca de la masculinidad (nada que ver con la actitud de macho), acerca de una manera de estar en la vida, que me permiti¨® convertirme en fot¨®grafo. Comenc¨¦ a entender lo que era estar solo mirando al mundo. Fui libre por primera vez en mi vida. Espa?a cal¨® muy dentro de m¨ª¡±.
Lejos quedan ya aquellos d¨ªas cuando deambulaba por las calles con su Leica, convencido de que la fotograf¨ªa callejera era la forma m¨¢s pura de la fotograf¨ªa, desprovista de cualquier deuda con las artes pl¨¢sticas. Pero ahora los intereses de este fot¨®grafo que quiso ser pintor han cambiado, y dirige su objetivo hac¨ªa los objetos. Su primer acercamiento fue a trav¨¦s de los objetos de Cezanne. Esto dio paso a su trabajo sobre Morandi, obra que queda recogida en un libro publicado por la editorial Damiani, Morandi¡¯s Objects. Joel Meyerowitz. Pero la esencia de su b¨²squeda permanece inalterable: ¡°La fotograf¨ªa trata del instante de la revelaci¨®n. Es una forma muy poderosa de reconocimiento e intento reconocer ese momento en el objeto. Ver si desde el interior del objeto existe algo que lo trae a la vida. No estoy diciendo que mis fotograf¨ªas den respuestas, aun son solo preguntas¡±, dice con humildad el artista.
¡°Aun me agarro a la influencia de mis a?os en la calle. Busc¨® ese elemento de espontaneidad. Necesito ver el resplandor de la luz, responder al color, al latido del momento.¡± Dice sentirse cercano al pintor Phillip Guston en el sentido en que ambos se alejan de lo bello. ¡°Siempre he tenido una respuesta hac¨ªa lo bello, pero evit¨® ir directamente porque existe algo m¨¢s que eso¡±.
Cuando el autor norteamericano se sent¨® frente los objetos de Morandi, simplemente los observ¨®. Lleg¨® el momento en que se revelaron por s¨ª mismos, con una presencia innegable, entonces dispar¨®. ¡°Morandi era un hombre muy espiritual, un meditador. Sus pinturas son la evidencia de su capacidad de comulgar con los objetos, de fundirse en uno. Y eso es lo que creo que hace que sus pinturas sean tan bellas. Vemos a alguien que ha trascendido dentro del objeto. Me encantar¨ªa ser tan sabio en alg¨²n momento de mi vida como para fusionarme completamente con la realidad¡±, confiesa.
La fotograf¨ªa ha sido para Meyerowitz la llave para abrir la puerta a ese misterio: ¡°El misterio permanece siempre enfrente de nosotros mismos, pero no sabemos c¨®mo verlo, y por eso es un misterio. Cuando llevo una c¨¢mara tengo licencia para ver y describir lo inefable, lo ef¨ªmero, lo evanescente, las cosas que est¨¢n en el origen de la consciencia que normalmente pasan desapercibidas. Es dif¨ªcil hablar de cosas que no son visibles, pero ?no es cierto que el arte siempre viene del reconocimiento instant¨¢neo de algo poderoso que permanece oculto?¡°, dice el artista.
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