Visita al para¨ªso donde naci¨® el horror del siglo XX
John Boyne vuelve a la II Guerra en una novela donde un ni?o franco-alem¨¢n vive la metamorfosis de su personalidad en Berghof, la segunda residencia de Hitler
Dentro del bar de aquel hotel de Dubl¨ªn no se sabe si es de d¨ªa o es de noche. No hay ning¨²n cliente, solo John Boyne est¨¢ en el rinc¨®n en una mesa bajo el foco de una luz ¨¢mbar, casi clandestina. Con voz baja y apresurada, el escritor irland¨¦s desvela el triple viaje que hace al coraz¨®n del mal en El ni?o en la cima de la monta?a (Salamandra): c¨®mo el mal va pudriendo el tejido ¨¦tico de un ni?o y luego adolescente, la manera en que Adolfo Hitler coloniza su alma y por qu¨¦ sit¨²a su historia en el lugar id¨ªlico donde se cre¨® todo ese veneno que casi se lleva por delante al mundo, Berghof, la casa de recreo del F¨¹hrer en los Alpes b¨¢varos.
¡°No intento justificar el lavado de cerebro de los alemanes. Busco comprender la transformaci¨®n que vive una persona para inclinarse por el mal¡±, explica Boyne. Completa as¨ª una trilog¨ªa sobre la infancia en la guerra, iniciada con El ni?o con el pijama de rayas (2006) y seguida con Qu¨¦dense en la trinchera y luego corran (2013). Sin dejar de publicar otros libros.
John Boyne tiene 45 a?os, pero conserva la misma cara de hace diez cuando la fama lo sorprendi¨® con El ni?o con el pijama de rayas, del que ha vendido m¨¢s de cinco millones de ejemplares en el mundo. Con esa novela rompi¨® las etiquetas de literatura infantil o de adultos al ser le¨ªda por toda clase de lectores. Apadrin¨®, sin pretenderlo, una nueva etiqueta, la literatura crossover, en realidad, la de toda la vida y para todos. Si en ese libro Boyne se asoma a las vivencias abisales del Holocausto a trav¨¦s de la amistad entre un ni?o alem¨¢n y uno jud¨ªo en un campo de concentraci¨®n, en este ¨²ltimo da un salto en profundidad y estilo donde increpa e incomoda al lector sobre la taimada gestaci¨®n de la maldad, y sus fronteras movedizas.
La seducci¨®n del mal
En el bar, Boyne pide un t¨¦ de menta de aroma invasivo, mientras el vaho de la taza juega a difuminar su cara. El narrador aclara que esta vuelta a la Segunda Guerra Mundial no fue premeditada. Le interesa ¡°el papel de los ni?os en la guerra, en saber c¨®mo viven una situaci¨®n extrema e incomprensible. Quer¨ªa desentra?ar lo que puede suceder en la identidad de una persona, los resortes que activan un cambio justo en un momento en que la identidad de alguien est¨¢ en plena formaci¨®n¡±.
Si El ni?o con el pijama de rayas lo escribi¨® casi en un rapto de inspiraci¨®n de unas 60 horas, con apenas interrupciones, El ni?o en la cima de la monta?a fue todo lo contrario. ¡°La idea empez¨® hace cuatro a?os y era relatar un fin de semana de cada a?o de la II Guerra con episodios reales, aunque no quer¨ªa que Hitler fuera el protagonista¡±, cuenta Boyne. Pero no encontraba una conexi¨®n a esas escenas, hasta que el ni?o como personaje cobr¨® sentido. Le puso por nombre Pierrot Fischer, de madre francesa y padre alem¨¢n y exsoldado en la I Guerra Mundial. La historia empieza en 1936, cuando Pierrot tiene seis a?os, vive en Par¨ªs y su mejor amigo es el ni?o jud¨ªo Anshel Bronstein, sus padres mueren, debe irse a vivir con su t¨ªa que trabaja en Berghof, donde conoce a Hitler, y termina pasada la guerra.
¡°Quiero que el lector empiece por ver el buen coraz¨®n y la inocencia de Pierrot; que sienta simpat¨ªa por ¨¦l, y asista al lento proceso de su cambio y conozca sus motivos¡±, explica el autor. Boyne abre las manos alrededor de la taza de t¨¦ para afirmar que ¡°esta es la hora en que, todav¨ªa, todos se preguntan c¨®mo un pa¨ªs se transform¨® al seguir a Hitler. Tal vez cualquiera de nosotros hubiera seguido la corriente. A Pierrot lo asedian, su identidad y mente no est¨¢n maduras a¨²n. Quiere destacar, quiere que lo tomen en cuenta y cuando le ofrecen esa oportunidad la toma. Adem¨¢s, el ni?o desea honrar a su padre que le hab¨ªa contado su participaci¨®n en la I Guerra y la manera como Alemania hab¨ªa sido derrotada y luego 'humillada¡±.
La historia se repite
Por las p¨¢ginas de El ni?o en la cima de la monta?a late la pregunta sobre por qu¨¦ el mal seduce. John Boyne saca el presente para ir al pasado y otear la condici¨®n humana: ¡°No hay que subestimar su capacidad de seducci¨®n. Hace seis meses nos re¨ªamos de Donald Trump como candidato a la presidencia de Estados Unidos. Ahora este se?or podr¨ªa tener el destino del mundo en sus manos. Hay gente que no tiene una educaci¨®n suficiente, y como tontos siguen a alguien que alienta sus bajos instintos y que hace apolog¨ªa de la violencia o la intolerancia religiosa y racial. No hay que irse a la Alemania nazi para ver la expulsi¨®n o el intento de aniquilaci¨®n de un pueblo. Parece que no aprendemos¡±.
Realidades presentes en esta novela, como en la Europa de hoy, recuerda Boyne, con gente que huye de la guerra de Siria o de la falta de oportunidades en ?frica. El escritor dublin¨¦s se muestra decepcionado ante la reacci¨®n europea. "Es un problema global", y saca su lado esc¨¦ptico: ¡°Las cosas nunca cambian, la paz es una utop¨ªa. La naturaleza humana hace que haya buenos y malos, pero todo siempre se repite¡±.
Como se repite la traici¨®n en sus novelas. La traici¨®n a los dem¨¢s y, sobre todo, a s¨ª mismos. Al otro lado, la amistad y los sentimientos sinceros. Es la incomprensi¨®n, la soberbia o la negaci¨®n de algunos a aceptar la realidad por incultura, miedo y/o verg¨¹enza. Boyne toma un sorbo de t¨¦ y asegura que ¡°sean cuales sean los motivos, hay que responsabilizarse de lo que se hace, es algo que se ha de asumir y con lo que se ha de vivir el resto de la vida, como le sucede al protagonista¡±.
Y Pierrot Fischer es como la Francia de la II Guerra Mundial, primero inocente, luego del lado del nazismo para despu¨¦s afrontar los sentimientos de culpa y buscar la expiaci¨®n. La voz del escritor se desacelera: ¡°No ha sido una decisi¨®n consciente. Pero cada lector es libre de interpretar¡±.
El ni?o en la cima de la monta?a la leer¨¢n nietos, padres y abuelos. John Boyne no disimula ese orgullo. Al rato sale de aquel rinc¨®n semioscuro de la cafeter¨ªa y encamina sus pasos hacia la ma?ana luminosa de Dubl¨ªn.
Un escritor para nietos, padres y abuelos
A John Boyne no le gusta demasiado James Joyce, su gran compatriota y renovador de la literatura contempor¨¢nea. "No he podido con su Ulises. Me gusta Dublineses, pero en general no siento especial conexi¨®n con ¨¦l. Como irland¨¦s, no me considero tener la sombra de Joyce. No es un autor que siga como autor", reconoce el escritor.
Joyce es nombrado por muchos y le¨ªdo por pocos, Boyne no es nombrado por muchos y le¨ªdo por todos. ¡°Yo escribo para todos los p¨²blicos¡±, dice seguro. Y contin¨²a: ¡°En el siglo XX se etiquetaron muchas cosas por marketing, pero en el XIX los grandes autores buscaban llegar al mayor n¨²mero de lectores. Yo prefiero esta ¨²ltima idea¡±.
Boyne es uno de los pioneros en el siglo XXI de la literatura crossover. Que no es otra cosa que la de toda la vida, la del esplendor de la novela como g¨¦nero en el siglo XIX que buscaba llegar a todo el mundo. El escritor dublin¨¦s aclara: "No escribo para adultos o para ni?os, sino sobre adultos y sobre ni?os". Ah¨ª est¨¢n desde El ni?o con el pijama de rayas, Mot¨ªn en la Bounty, La casa del prop¨®sito especial, hasta En el coraz¨®n del bosque.
John Boyne se considera simplemente un contador de historias: "El lenguaje puede ser maravilloso en un autor, la estructura extraordinaria, pero lo importante es la historia, si no hay una buena historia y no se conecta con el p¨²blico, pues¡". Y el episodio final de El ni?o en la cima de la monta?a es una sorpresa y un homenaje al arte de contar, al arte de escribir.
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