Si su marido le pega, consulte a su confesor
La obra teatral ¡®El florido pensil (ni?as)¡¯ recrea la educaci¨®n de las mujeres en el franquismo
¡°Mi querida amiga: ante todo, quiero recordarle que estamos en esta vida para sufrir. Tenga resignaci¨®n, pues el matrimonio es una cosa muy seria, un lazo que es imposible romper. Le aconsejo que no le lleve la contraria a su esposo. Y haga lo que ¨¦l desee. En cuanto a los pu?etazos que han recibido tanto usted como su hija... le aconsejo que exponga el caso a su padre confesor¡±. Quien haya vivido en Espa?a entre 1947 y 1984 puede adivinar de qui¨¦n proceden estos consejos. Es un fragmento del Consultorio de Elena Francis, el programa radiof¨®nico que durante casi cuatro d¨¦cadas se encarg¨® de transmitir a las espa?olas lo que el r¨¦gimen franquista esperaba de ellas: sumisi¨®n, casas limpias, hijos.
La grabaci¨®n aparece en la obra teatral El florido pensil (ni?as), la versi¨®n femenina de la que triunf¨® en los a?os 90 con su retrato agridulce de las escuelas franquistas (y que luego fue llevada al cine). Si aquella mostraba c¨®mo los chicos eran dirigidos hacia la ideolog¨ªa dominante, esta expone la brutal asfixia moral que sufrieron las chicas. No solo en la escuela, sino tambi¨¦n con instrumentos como el Consultorio de Elena Francis, que las ni?as escuchaban con sus madres despu¨¦s del colegio.
La obra est¨¢ basada en el libro del mismo t¨ªtulo de Andr¨¦s Sope?a (1994), en el que el autor rememora con humor su propia experiencia en la escuela, pero tambi¨¦n utiliza otros textos que hacen referencia espec¨ªfica a la educaci¨®n femenina durante el franquismo y documentos reales de la ¨¦poca como la Gu¨ªa de la buena esposa, escrita por Pilar Primo de Rivera, que ense?aba 11 normas de oro. Las recitan las alumnas en un aula en una de las escenas m¨¢s hilarantes del espect¨¢culo: ¡°Ten la cena lista. Ponte guapa. S¨¦ dulce e interesante. Arregla tu casa. Haz que se sienta en el para¨ªso. Peina a los ni?os, l¨¢valos y c¨¢mbiales la ropa en caso de ser necesario. Minimiza el ruido. Procura verte feliz. Esc¨²chalo. Ponte en sus zapatos. No te quejes¡±. ¡°Esta es la m¨¢s importante: no te quejes¡±, subraya la maestra. ¡°No te quejes si llega tarde. Si va a divertirse sin ti. O si no llega en toda la noche¡±, completan las ni?as.
Fernando Bernu¨¦s y Mireia Gabilondo, fundadores de la compa?¨ªa donostiarra Tanttaka, codirigieron la primera adaptaci¨®n hace dos d¨¦cadas y ahora son tambi¨¦n los responsables de la versi¨®n femenina. Tanto en la producci¨®n catalana, que se representa actualmente en Barcelona, como de la que ha empezado ya su gira por el Pa¨ªs Vasco y despu¨¦s por toda Espa?a. ¡°Est¨¢ volviendo a pasar lo que hace veinte a?os: lleno a rebosar otra vez, viene a vernos gente que nunca pisa un patio de butacas, mayores que pasaron por aquellas escuelas, j¨®venes que no hab¨ªan nacido pero quieren saber¡±, afirma Gabilondo. ¡°Se r¨ªen. Suspiran. Corean las canciones. Comentan de forma c¨®mplice. Pero se nota una peque?a diferencia entre c¨®mo el p¨²blico viv¨ªa la funci¨®n entonces y c¨®mo la vive ahora. En los a?os 90 era todav¨ªa un ejercicio de liberaci¨®n, de catarsis, porque hasta ese momento nadie hab¨ªa tratado este tema de una manera tan relajada. Ahora es distinto: hay abuelas que llevan a sus nietos para que entiendan algunas cosas que todav¨ªa suceden hoy¡±, precisa Bernu¨¦s.
De aquellos polvos vienen estos lodos. ¡°As¨ª nos ha ido por dejar estos casos [las palizas de los maridos] en manos del confesor de turno y no de la justicia¡±, dice uno de los personajes despu¨¦s de escuchar el consejo de Elena Francis. Y a continuaci¨®n otro personaje enumera estad¨ªsticas oficiales: mujeres asesinadas por sus parejas este a?o, el a?o pasado. ¡°M¨¢s de 700 en la ¨²ltima d¨¦cada¡±, insiste. ¡°Hemos querido hacer hincapi¨¦ en la violencia machista porque nos parece la peor de las consecuencias de la educaci¨®n patriarcal. Podemos pensar que el franquismo est¨¢ superado, que hablamos de un tiempo muy lejano, pero no es as¨ª: ocurri¨® hace nada y las secuelas est¨¢n vivas¡±, explica Gabilondo. ¡°?De verdad esto te pas¨® a ti, abuela?", pregunta asombrado un joven al salir de la funci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.