Y la vida contin¨²a
El calado de las pel¨ªculas que no alardean de nada, y lo tienen todo, o al menos mucho, es distinto del de las grandes obras
El calado de las pel¨ªculas que no alardean de nada, y lo tienen todo, o al menos mucho, es distinto del de las grandes obras. Las ves casi como una rutina, sin fijarte en los aspectos formales, simplemente porque no los tiene, o no aparenta tenerlos. Pero casi sin que te des cuenta, durante el transcurso del pl¨¢cido aunque en principio desganado viaje, apareces metido en el universo del relato, siendo un personaje m¨¢s. Una de esas pel¨ªculas es la francesa El juez, noveno largometraje del veterano Christian Vincent, poseedora de la extra?a fascinaci¨®n de la naturalidad, de la complicad¨ªsima honestidad de estar cont¨¢ndote la vida.
EL JUEZ
Direcci¨®n: Christian Vincent.
Int¨¦rpretes: Fabrice Luchini, Sidse Babett Knudsen, Miss Ming, Berenice Sang.
G¨¦nero: drama. Francia, 2015.
Duraci¨®n: 98 minutos.
Durante alrededor de 50 minutos, la pel¨ªcula no parece ir m¨¢s all¨¢ de un sencillo drama ambientado en un tribunal de lo penal sobre un caso desgraciadamente habitual en estos agitados tiempos contempor¨¢neos: el presunto infanticidio de un beb¨¦ de siete meses por parte de su padre, harto de sus insoportables llantos. Sin embargo, articulado de un modo cercano al documental, sin giros dram¨¢ticos, frases pomposas ni interrogatorios espectaculares, va penetrando como un relato contado al o¨ªdo, en susurros de tragedia. Y como en 12 hombres sin piedad, en los descansos para las comidas, en las conversaciones entre los miembros del jurado y los funcionarios del tribunal, tambi¨¦n se va filtrando un concepto sobre la sociedad y el trabajo, sobre los sentimientos y el modo de experimentarlos.
Y he ah¨ª el gran misterio, el de la pel¨ªcula, y el de la existencia. De modo que cuando en un momento determinado, entre el hast¨ªo y el nervio de los tel¨¦fonos m¨®viles, se cuela Les passans, poema de Antoine Pol reelaborado en forma de canci¨®n por Georges Brassens, la historia acaba por explosionar con uno de sus grandes temas: la bendita posibilidad de enamorarte de una persona sin apenas conocerla, en esos instantes secretos y fugaces que no se saben retener. Y ah¨ª, para sellar con una imagen el sentimiento, la elecci¨®n de la espont¨¢nea sonrisa de la danesa Sidse Babett Knudsen, del poder en Borgen al ¨¦xito global, supone otro de los grandes aciertos de El juez.
"?Est¨¢ contento?", pregunta la secretaria del juzgado al magistrado tras haber dictado sentencia en un caso tan complejo. A lo que el juez, el siempre magn¨ªfico Fabrice Luchini, responde: "?Contento? ?Madre m¨ªa, no soy tan ambicioso!". La pel¨ªcula tampoco. Y esa es su gran virtud.
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