Silencio
Al finalizar mi visi¨®n de esta pel¨ªcula, o acontecimiento cultural y mundano, me pregunto d¨®nde residen los sublimes m¨¦ritos de la contenci¨®n, qu¨¦ demonios querr¨¢ decir eso
JULIETA
Direcci¨®n: Pedro Almod¨®var.
Int¨¦rpretes: Adriana Ugarte, Emma Su¨¢rez, Dario Grandinetti.
G¨¦nero: drama. Espa?a, 2015.
Duraci¨®n: 96 minutos.
Cuentan que el t¨ªtulo inicial de Julieta era Silencio (nada enf¨¢tico ni rebuscado, como es habitual en la trascendente obra de su creador), pero que al enterarse de que Martin Scorsese hab¨ªa decidido que su ¨²ltima criatura tambi¨¦n se llamara as¨ª, Almod¨®var opt¨® por el nombre de la shakespeariana y desdichada amante de Verona. Pero al finalizar mi visi¨®n de esta pel¨ªcula, o acontecimiento cultural y mundano, o lo que sea, despu¨¦s de haber asistido a la suntuosa campa?a de marketing y de que me hayan aclarado hasta el aburrimiento m¨²ltiple corifeos o leg¨ªtimamente enamorados espectadores de Julieta que en esta ocasi¨®n se trataba del Almod¨®var m¨¢s contenido y profundo, me pregunto d¨®nde residen los sublimes m¨¦ritos de la contenci¨®n, qu¨¦ demonios querr¨¢ decir eso.
Consumida con notable indiferencia, esta pel¨ªcula de tem¨¢tica presuntamente intensa y de visi¨®n obligada por la cultivada y exuberante personalidad de su creador, aunque desde hace mucho tiempo me plantee por qu¨¦ tengo la obligaci¨®n de ver el cine de este se?or y que, sin embargo, nadie me pida explicaciones por ignorar tanto celuloide de sufrir, desde?ar y tirar, llego a la conclusi¨®n de que lo ¨²nico que me sugiere es silencio, y no precisamente por el lirismo que Paul Simon encontraba en los sonidos del silencio, sino porque es lo ¨²nico que me inspira. Silencio ante un argumento que pretende hablar con lenguaje estilizado y contenido de los sentimientos m¨¢s devastadores, de la depresi¨®n a perpetuidad de una mujer que sufre el rechazo y el abandono de su ¨²nica hija (ya he pillado las art¨ªsticas razones de un plano largo, el parecido que establece el muy culto y penetrante Almod¨®var entre el desgarro de esa mujer rota y el autorretrato que aparece de Lucian Freud, el escalofriante y siempre atormentado nieto de Sigmund) y que no logra transmitirme nada, ni emocional ni art¨ªstico.
Es el problema que entra?a no creerte nada, ni los sentimientos transparentes ni los subterr¨¢neos, ni lo que expresan los personajes ni lo que callan, ni protagonistas ni secundarios, ni el tonillo presuntamente natural que acompa?a los di¨¢logos, ni el ilusionante pasado de la dulce profesora de Filosof¨ªa Cl¨¢sica ni el entre angustiado y desolado presente de alguien que no puede comprender las razones de que su principal ra¨ªz con la existencia haya volado. Y se supone que el desenlace de esta tr¨¢gica historia almacena poder de conmoci¨®n. Al no haberlos tenido, desconozco el amor que se siente hacia los hijos, pero podr¨ªa identificarme y conmoverme con la conclusi¨®n final si el lenguaje para describ¨ªrmelo fuera poderoso. Pero no hay forma; es imposible que me afecten ni las descripciones psicol¨®gicas, ni el vagabundeo en plan son¨¢mbulo de la deprimida cr¨®nica, ni la erupci¨®n del volc¨¢n sentimental en ese desenlace con vocaci¨®n de remover las entra?as del espectador, ni el pretendido broche mel¨®mano con Chavela Vargas describiendo los pesares del coraz¨®n, ni el pretendidamente ins¨®lito y sobrio plano que cierra Julieta y que me recuerda excesivamente al desenlace de Los exiliados rom¨¢nticos.
Todo el mundo parece estar de acuerdo en que la interpretaci¨®n de Emma Su¨¢rez es prodigiosa. Yo la considero una actriz excelente y una mujer muy atractiva, pero aqu¨ª no me resulta nada turbadora, aunque todo el rato nos muestre que est¨¢ sangrando por dentro. No existe ning¨²n personaje que me resulte veros¨ªmil, pero algunos me provocan involuntariamente la risa. Como esa Rossy de Palma ataviada con un estropajo met¨¢lico en la cabeza que pretende el simbolismo con la t¨¦trica ama de llaves de Rebeca. O la ceramista cancerosa, a la que el marido ad¨²ltero define con un sonrojante ¡°nunca ha habido nada entre nosotros. Solo follamos¡±. Tambi¨¦n me pongo rojo cuando una dama recuerda su ruptura con la novia: ¡°Yo me fui a estudiar dise?o a Nueva York y ella busc¨® un refugio espiritual en los Pirineos. Nos volvimos a ver a?os despu¨¦s en Como¡±. O el labrador que le explica a su hija c¨®mo conocieron a la se?ora marroqu¨ª que cuida a la madre: ¡°Nos encontramos con ella en el festival de m¨²sica sacra en Fez¡±. Y trato de entender qu¨¦ co?o pintan el ciervo o el suicida del tren. Y trato de imaginarme en medio de mi tedio c¨®mo ser¨ªa Julieta si en vez de ser contenida hubiera optado por la intensidad o el desmadre. Pero no hay que fustigarse eligiendo lo malo o lo peor.
¡®Julieta¡¯, en palabras de Almod¨®var
El pasado 20 de marzo EL PA?S SEMANAL public¨® un reportaje sobre Julieta, con amplias declaraciones de su director. Pedro Almod¨®var se refer¨ªa a ella como un "drama seco".
¡°He luchado mucho con las l¨¢grimas de las actrices, contra la necesidad f¨ªsica de llorar. Esa lucha es muy expresiva. No es por pudor, es porque yo no quer¨ªa l¨¢grimas, lo que quer¨ªa era abatimiento. Eso que se queda dentro despu¨¦s de a?os y a?os de dolor¡±, a?ad¨ªa.
¡°Esta es una pel¨ªcula de mujeres imperfectas pero defendibles, como sois, como somos todos¡±, explicaba. ¡°El cine es mi vida de una forma total. Lo cual de alguna forma me condena. Si no estoy involucrado en una pel¨ªcula, mi vida me resulta triste¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.