Una obertura contundente
La nueva novela de Mars¨¦ se inicia con 48 respuestas a preguntas invisibles: la construcci¨®n de un autorretrato del narrador
En la nueva novela de Juan Mars¨¦, la gran obertura ¡ª48 respuestas a preguntas invisibles o la construcci¨®n de un autorretrato del narrador¡ª puede llegar a parecernos alejada de la trama y despu¨¦s de todo ser¨ªa normal que esto sucediera porque una obertura es una introducci¨®n a una pieza larga con la cual no suele estar relacionada tem¨¢ticamente, pero en este caso no hay desconexi¨®n, porque gran parte de las tomas de posici¨®n ah¨ª expuestas por el narrador de Mars¨¦ se van luego fundiendo con total coherencia sobre el resto de la historia. Es, en todo caso, una obertura de opiniones contundentes en la que el narrador, entre otros asuntos, va mostrando su desd¨¦n hacia ciertas po¨¦ticas y tendencias literarias del momento, como si prefiriera atender m¨¢s a la exclusi¨®n implacable de todo aquello que no le interesa que a la acumulaci¨®n de posibles afinidades. De alg¨²n modo, nos lleva a recordar que en ocasiones se puede conocer mejor a un hombre por todo lo que desde?a que por lo que aprecia, y tambi¨¦n que en la literatura, como dijo Ricardo Piglia, no existe lo que llamamos ¡°progreso¡±, del mismo modo que uno no sue?a mejor a lo largo del tiempo: tal vez lo que m¨¢s se aprende a medida que se escribe es lo que se prefiere no hacer; seguramente avanzamos por descartes.
El resto del libro es literatura, es triunfo de la ficci¨®n, es un agudo discurso sobre la infiel y puta memoria
De la lectura de sus 48 respuestas a preguntas invisibles se puede extraer, entre otras cartograf¨ªas, un mapa de algunos de los desdenes del narrador, de algunos de sus categ¨®ricos descartes. Su rechazo, por ejemplo, de las tan en boga novelas ¡°basadas en hechos reales¡± lo encontramos en la contundente declaraci¨®n 26: ¡°En mis ficciones, la vivencia real se somete a la imaginaci¨®n, que es m¨¢s racional y cre¨ªble. En la parte inventada est¨¢ mi autobiograf¨ªa m¨¢s veraz¡±.
No parece, por otra parte, que le fascine el retorno a la novela social espa?ola de los a?os cincuenta, y as¨ª en la declaraci¨®n 27 leemos: ¡°?Pero qu¨¦ dice! Jam¨¢s escribir¨¦ una novela sobre la crisis de las estructuras sociales. ??Por qui¨¦n me toma usted?!¡±.
Sus prevenciones ante las novelas intelectualizadas ¡ªson conocidas sus reticencias con James Joyce y compa?¨ªa¡ª aparecen en la declaraci¨®n 41: ¡°Demasiado verboso para ser memorable, y demasiado intelectual para conmover. Es un escritor notable, pero no es un buen novelista. En un buen novelista, lo que brilla no es el intelecto, es otra cosa. Le cambio el libro entero por una p¨¢gina de Dickens¡±.
Esta declaraci¨®n seguramente podr¨ªa convivir en paz con la de Macedonio Fern¨¢ndez, que aceptaba que en una ficci¨®n pudieran expresarse pensamientos tan dif¨ªciles y de forma tan abstracta como en una obra filos¨®fica, pero siempre a condici¨®n de que parecieran falsos.
Son conocidas sus reticencias con James Joyce y compa?¨ªa: ¡°Demasiado verboso para ser memorable, y demasiado intelectual para conmover"
Tampoco parece convencerle al narrador de Esa puta tan distinguida el ¨¦nfasis que algunos ponen en la novela negra actual, y as¨ª en la declaraci¨®n 42 nos dice que en su libro hay un asesino, pero ninguna requisitoria criminal: ¡°No soy ning¨²n veleidoso escritor reciclado en pu?etero autor de novela negra. Y no hay ning¨²n psic¨®pata que descubrir y apresar. ?El asesino soy yo!¡±.
M¨¢s adelante, incluido dentro de la trama, rematar¨¢ ese punto 42 con el di¨¢logo de un matrimonio en una sala de espera, un di¨¢logo tronchante en el que la mujer le dice a Oriol, su marido, que en la revista que lee hay una entrevista con ese autor de novela gris que tanto le gusta. Novela negra, corrige el marido. No, dice la mujer, novela gris. Pues entonces, no me interesa, dice Oriol, y ri?e a su mujer: ¡°Cloti, ?no te he dicho mil veces que la novela negra es la que indaga mejor en los conflictos sociales, la que mejor explora la condici¨®n humana, la que denuncia de manera implacable las injusticias y las corruptelas de nuestra sociedad¡?¡±.
Aunque hay en la obertura m¨¢s declaraciones y portazos de otro orden ¡ªel aire es flaubertiano, contiene la constataci¨®n de que la idiotez no es un defecto de ¨¦poca, sino que viene existiendo siempre¡ª, el resto del libro es literatura, es triunfo de la ficci¨®n, es un agudo discurso sobre la infiel y puta memoria, y muy especialmente sobre la fraudulenta realidad.
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