Peso de sombras, alas de luz
'Nebiros' fue una novela maldita: censurada por el franquismo y perdida entre los archivos. Fue la ¨²nica que escribi¨® el poeta barcelon¨¦s Juan Eduardo Cirlot. Ahora, la editorial Siruela ha publicado la novela con motivo del centenario del nacimiento, que se cumpli¨® ayer, del tambi¨¦n cr¨ªtico de arte fallecido en 1973. La poeta Clara Jan¨¦s recuerda las vicisitudes del libro y c¨®mo su padre, el editor Jos¨¦ Jan¨¦s, intent¨® publicarlo durante la dictadura.
Tengo sobre la mesa Nebiros, la ¨²nica novela escrita por Juan Eduardo Cirlot, obra que ya se daba por perdida, cuando, tras diversas indagaciones, victoria Cirlot y Enrique Granell lograron rescatarla del Archivo General de la Administraci¨®n de Alcal¨¢ de Henares, donde se hallaba por haber sido censurada hace m¨¢s de medio siglo. Esta sorpresa se duplica, para m¨ª, cuando veo que su futuro editor iba a ser mi padre, Jos¨¦ Jan¨¦s, el cual, una vez conocido el dictamen adverso, lo recurri¨® pidiendo que la obra se autorizara ¡°en r¨¦gimen Tolerado¡±, por varios motivos, entre ellos por ¡°el tono de autenticidad del libro, que lo aparta por entero de lo morboso de la humana existencia, reflejando por el contrario una faceta de la conciencia profunda, que creemos de verdadero inter¨¦s dentro de la literatura patria¡±.
Me adentro en sus p¨¢ginas: un mon¨®logo interior que dura toda la novela, a lo largo del cual se van analizando los abismos que acechan a la mente no solo al profundizar en el yo, sino en relaci¨®n con el otro humano, con la sociedad y con las sucesiones hist¨®ricas. Son tales la inteligencia y la sutileza que se desprenden de este discurrir del pensamiento que hay que seguir la lectura hasta el final.
El que conoce la obra po¨¦tica de Cirlot va atando cabos, viendo asomar r¨¢fagas que llevan a evocar Susan Lenox, Lilith, Canto de la vida muerta, El libro de Cartago, Del no mundo... El peso espec¨ªfico de lo escrito y las conclusiones resultan tan aplicables a la ¡°desordenada¡± situaci¨®n de nuestros d¨ªas (Nebiros es el demonio del desorden) que sentimos hallarnos ante lo que Antonio Gramsci defini¨® como ¡°el pesimismo de la inteligencia¡±. Pero Cirlot asumi¨® el decir surrealista, ¡°la contradicci¨®n no nos asusta¡±, que permite incorporar, al aspecto negativo, la contrapartida que el mismo Gramsci expres¨®: ¡°el optimismo de la fe¡±. Cirlot desciende a lo m¨¢s oscuro de las sombras para dar el salto a la realidad absoluta de las ideas. Y lo hace por esta fe, que, parad¨®gicamente, deriva tambi¨¦n de la inteligencia. Se trata de una inteligencia intuitiva que va m¨¢s all¨¢, apoy¨¢ndose en parte en una tradici¨®n cuyo origen se remonta acaso al Ritual mitr¨ªaco al que ¨¦l mismo remite.
Cirlot, que empez¨® escribiendo sonetos de corte tradicional, se acerc¨® al surrealismo, cre¨® una particular escritura experimental, una notoria expresi¨®n fon¨¦tica y fonovisual ¨Cy no hay que olvidar que en 1949 su contacto con Marius Schneider le hab¨ªa abierto al mundo de la simbolog¨ªa-, culmin¨® sus empe?os con la poes¨ªa permutatoria. De este modo, partiendo del ser ¡°dejando-de-ser¡±, llegaba al ¡°eterno renacer¡± (ambos definidos en Del no mundo). Con elementos vanguardistas o neobarrocos; empleando la m¨¦trica o la forma estructural m¨¢s avanzada, lo incorpor¨® todo, entroncando adem¨¢s con la corriente visionaria centroeuropea. Por estas razones, Cirlot fue probablemente quien traz¨® el arco m¨¢s amplio y atrevido de la poes¨ªa espa?ola del siglo XX.
Si la cara sombr¨ªa se vinculaba con el pensamiento, la cara luminosa lo hac¨ªa con la conciencia de algo ¨ªntimamente vinculado a ¨¦ste y, como ¨¦ste, propio del hombre: la palabra. As¨ª, paso a paso, el poeta la fue tallando hasta enriquecerla m¨¢s all¨¢ de su significado, acerc¨¢ndose a los requisitos exigidos por la magia, gracias a la reiteraci¨®n fon¨¦tica -la cual expresa de por s¨ª que todo se relaciona-, otorgando al verbo la fuerza del hechizo.
¡°Lo que est¨¢ abajo es como lo que est¨¢ arriba¡±, dijo Hermes Trimegisto. Y de esta equivalencia parte la Cabala que apunta, entre otras cosas, a abolir espacio y tiempo. Cirlot, al aplicar la permutaci¨®n al poema, como en Bronwyn permutaciones, logr¨®, como confesaba, vivir ¡°en lo imposible¡±, en ese ¡°eterno renacer¡±, que supone el abandono de lo contingente y el triunfo de la idea, es decir, de ese mundo de luz, que es inaccesible para la sombra.
Babelia
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