Desesperado

?Qui¨¦n me ha contado recientemente o d¨®nde he le¨ªdo que una productora va rodar una serie muy costosa y con pretensiones de grandeza que solo se podr¨¢ ver en los m¨®viles? ?O tal vez lo he so?ado, no s¨¦ si con formato de pesadilla o de dada¨ªsmo? Y probablemente la audaz iniciativa tendr¨¢ ¨¦xito. Trato de imaginar lo que debe de ser la visi¨®n de Lawrence de Arabia a trav¨¦s de la enana pantalla de mi paleol¨ªtico tel¨¦fono, e incluso en esos m¨¢s grandes llamados smartphones, mientras que atraviesas un sem¨¢foro o practicas el onanismo, y me dan escalofr¨ªos. Si resucitara David Lean seguro que se cortar¨ªa las venas al ver en qu¨¦ condiciones degusta el personal a su legendaria criatura.

Tambi¨¦n recupero en DVD o Blue-ray, y con a?os de retraso, las ¨²ltimas temporadas de series que admiro o que me han recomendado fervorosamente. Y, como siempre, constato que somos dos o tres n¨¢ufragos los que vamos a pagar cincuenta y cinco pavos por lo que todo dios ha visto gratis y en su estreno. Y admito que los empleados que me atienden tienen una paciencia sublime ante mi zumbe, pregunt¨¢ndoles todos los d¨ªas: ?Saben cu¨¢ndo va salir la segunda temporada de las apasionantes The Knick y Fargo? Su azorada respuesta siempre es la misma: ¡°No hay fecha¡±. Y entonces, mi locura se suelta un mitin sin p¨²blico sobre el desprecio con el que los que manejan el tinglado de los v¨ªdeos tratan a los ¨ªnfimos compradores.

Recupero la quinta entrega de Juego de tronos pregunt¨¢ndome a cu¨¢l de mis personajes favoritos se van a cargar esta temporada. Y sigo con notable inter¨¦s los descubrimientos sexuales y la tortuosa relaci¨®n de los protagonistas de Masters of Sex. Estoy a punto de abandonar en los primeros cap¨ªtulos de Better Call Saul, pero no lo hago, y remonta. Y es muy curioso el planteamiento de The Affair, ofreciendo los distintos recuerdos sobre su relaci¨®n de dos amantes ad¨²lteros. Y as¨ª.