¡°En Espa?a se investigan los cr¨ªmenes como cuando se mataba con lanza¡±
El periodista de sucesos Francisco P¨¦rez Abell¨¢n publica un libro con algunos de los asesinatos m¨¢s famosos en Espa?a y el extranjero desde el siglo XIX hasta hoy
Padres que asesinan a sus hijos, criminales que descuartizan a sus v¨ªctimas, un sacamantecas que destripa a sus presas, psic¨®patas que dejan un reguero de sangre, asesinos en serie y hasta can¨ªbales que gozan comi¨¦ndose a otras personas... estos son algunos de los horrores que se suceden en el libro Los cr¨ªmenes m¨¢s famosos de la historia (Planeta), publicado por el periodista experto en sucesos Francisco P¨¦rez Abell¨¢n, que recoge hechos acaecidos en Espa?a y el extranjero desde el siglo XIX hasta hoy.
P¨¦rez Abell¨¢n (Murcia, 1954) sostiene que en este cat¨¢logo de lo sanguinolento tambi¨¦n ha puesto su granito de investigaci¨®n. Autor de casi 30 libros, subraya que ¡°los cr¨ªmenes son una foto de la sociedad de ese momento¡±. Este libro de 286 p¨¢ginas est¨¢ dividido en cuatro partes, en la primera, Cr¨ªmenes que fascinaron a las grandes plumas, no quedan en muy buen lugar los literatos espa?oles que se interesaron por este g¨¦nero. ¡°Ha habido un desprecio, por el miedo a la sangraza, y a ser descalificado por ocuparse de asesinatos, al contrario de lo que ha ocurrido en otras culturas. Francisco Umbral, en el caso del crimen del teatro Eslava, ocurrido en Madrid, en 1923, confundi¨® en su relato el nombre del asesino con el de la v¨ªctima, ambos escritores¡±. A pesar de tantas aventuras contadas, P¨ªo Baroja ¡°no se atrevi¨® a escribir¡± sobre el crimen de Don Benito (Badajoz), perpetrado en 1902. ¡°Como confes¨® en sus memorias, le hab¨ªan faltado nervios, impresionado por los hechos¡±, en los que una mujer y su hija fueron asesinadas por un cacique del pueblo, que acab¨®, con su compinche, ajusticiado a garrote vil.
Otro escritor que, en opini¨®n de P¨¦rez Abell¨¢n, no quiso ¡°pisar el alba?al¡± fue Benito P¨¦rez Gald¨®s en el c¨¦lebre crimen de la calle Fuencarral, en Madrid (1888), ¡°porque en su relato solo cont¨® la falsa versi¨®n oficial¡±, que culpaba a la criada de la muerte de su se?ora, una rica viuda. Al contrario, Emilia Pardo Baz¨¢n ¡°es quien m¨¢s se luci¨®¡± contando hechos de esta naturaleza, como hizo en Un destripador de anta?o, que recrea a los sacamantecas, ¡°asesinos que destripaban a sus v¨ªctimas para vender su grasa¡±. Otro buen ejemplo es Federico Garc¨ªa Lorca, ¡°que cre¨® Bodas de sangre de una noticia de un peri¨®dico sobre la muerte a tiros de un hombre que hu¨ªa con su prima de la boda de conveniencia de esta¡±.
Una vez vistos cr¨ªmenes nacionales, P¨¦rez Abell¨¢n insiste durante la entrevista que ¡°en Espa?a se investigan mal los asesinatos¡±. Los estudiantes de criminolog¨ªa ¡°no salen con conocimiento cient¨ªfico para prevenir cr¨ªmenes. Un detective privado, que debe tener al menos tres a?os de universidad, no puede investigar un crimen porque es monopolio de las Fuerzas de Seguridad del Estado, y eso es una aberraci¨®n. No se trata de crear una polic¨ªa paralela, pero uno deber¨ªa tener la posibilidad de buscar el consejo de un experto pag¨¢ndole, porque hay casos que se enquistan. Claro que hay muchos polic¨ªas que trabajan magn¨ªficamente con los medios que tienen y resuelven casos complicados, pero en Espa?a se investiga como cuando se mataba con lanza¡±.
El segundo apartado del libro se titula Asesinatos en femenino. ¡°La mujer suele ser m¨¢s inteligente que el hombre y planifica los cr¨ªmenes mejor¡±. P¨¦rez Abell¨¢n cita el caso de Angie, la asesina de la peluca, que ¡°fue a un local de alterne y recab¨® esperma de dos hombres a los que pag¨® para contaminar la escena del crimen, repartiendo el semen en la vagina y la boca de la mujer que mat¨®¡±.
A continuaci¨®n, salta al horror de los asesinos en serie, como Anders Breivik, el ultra que acab¨® con la vida de 69 j¨®venes en la isla noruega de Utoya, en julio de 2011; o Joan Vila, el llamado ?ngel de la Muerte de Olot, que acab¨® con 11 ancianos en una residencia geri¨¢trica en poco m¨¢s de un a?o.
El libro se cierra con ¡°cr¨ªmenes inclasificables¡±, cometidos por psic¨®patas. ¡°Por lo que he visto en estos casos, me planteo si la sociedad tiene medios para distinguir si alguien est¨¢ loco o no. Muy pocas veces la gente se vuelve loca¡±. P¨¦rez Abell¨¢n recupera el caso del asesino de la ballesta, Andr¨¦s Rabad¨¢n, que mat¨® con esa arma a su padre, ¡°pero antes hab¨ªa hecho descarrilar tres trenes serrando ra¨ªles de forma met¨®dica¡±. ¡°Para m¨ª, esa persona no est¨¢ loca. Otro defecto de la investigaci¨®n en nuestro pa¨ªs es que cuando se detiene a este tipo de personas no se las estudia a fondo¡±.
?Todos podemos ser asesinos? ¡°La experiencia me ha ense?ado que los que matan son personas normales que se encuentran de repente en situaciones de las que no saben salir, y lo hacen por la tremenda¡±.
Babelia
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