¡°El humanismo no es enemigo de la ciencia¡±
El intelectual estadounidense indaga en la obsesi¨®n de la sociedad por el saber pr¨¢ctico
Leon Wieseltier (Nueva York, 1952) es lo m¨¢s parecido a un viejo intelectual a la europea que existe hoy en Estados Unidos. En sus debates con el psic¨®logo experimental de Harvard Steven Pinker, o en sus advertencias sobre los peligros de Internet, Wieseltier se ha erigido como defensor de las humanidades frente a lo que ¨¦l llama el imperialismo de las ciencias. Cr¨ªtico literario, ensayista y traductor, motor intelectual de la antigua revista The New Republic, Wieseltier recibe a EL PA?S en su despacho de la Brookings Institution, el principal laboratorio de ideas de Washington. Desde hace un a?o, es senior fellow Isaiah Berlin para la Cultura y la Pol¨ªtica: una especie de humanista jefe en un templo de la tecnocracia y los saberes pr¨¢cticos.
Pregunta. ?Qu¨¦ aportan las humanidades a un think-tank como Brookings?
Respuesta. La influencia m¨¢s poderosa, no s¨®lo en la gesti¨®n de la pol¨ªtica contempor¨¢nea, sino en la cultura contempor¨¢nea son los datos. Debido a las cantidades inimaginablemente altas de datos que generan las nuevas tecnolog¨ªas, poseemos m¨¢s n¨²meros que nunca. Y esto suscita una cuesti¨®n b¨¢sica: qu¨¦ relaci¨®n debe haber entre cuantificaci¨®n y cultura, qu¨¦ puede captar un n¨²mero y qu¨¦ no. Se les pide a los n¨²meros que capten fen¨®menos humanos que no pueden captar. Se inventan medidas para dimensiones de la experiencia humana para las que no existen medidas: s¨®lo palabras y descripciones, descripciones son matizadas, sutiles. Las ciencias sociales funcionan con los datos. La pol¨ªtica requiere datos y generalizaciones, porque no puedes legislar para individuos, s¨®lo para clases y grupos de personas. Pero hay aspectos importantes de la vida humana que no pueden describirse con estas generalizaciones. El humanismo es una ¨¦tica: la creencia en la solidaridad universal que los humanos deber¨ªan tener. Tambi¨¦n es la creencia en que algunos ¨¢mbitos de la vida humana no pueden entenderse de la manera que la ciencia entiende las cosas. No es que el humanismo sea el enemigo de la ciencia: es el enemigo de la ciencia imperialista. Vivimos en una edad dorada del imperialismo cient¨ªfico y econ¨®mico. En la sociedad americana, por ejemplo, las m¨¢ximas autoridades en materia de felicidad son los economistas, lo cual es grotesco.
P. ?No es la separaci¨®n de la ciencia y las humanidades una separaci¨®n arbitraria del siglo XIX?
R. No me importa que sea del siglo XIX o del XXII. No creo que las viejas ideas sean equivocadas y las nuevas, acertadas. Es cierto que en el siglo XIX hubo pensadores alemanes que concluyeron que la vida humana interior, la subjetividad, no pod¨ªa entenderse con los mismos m¨¦todos que las ciencias naturales. Y ten¨ªan raz¨®n. Aunque el 99,9% de una persona pueda explicarse con los m¨¦todos de las ciencias naturales, el 0,1% que queda es a lo que me refiero cuando hablo de la persona humana. La diferencia humana escapa a la explicaci¨®n cient¨ªfica. Es posible que las humanidades y las ciencias estudien lo mismo, la vida humana, pero la estudian de manera distinta. La comprensi¨®n de la poes¨ªa por medio de la gen¨¦tica tiene tan poco sentido como la comprensi¨®n de la gen¨¦tica por medio de la poes¨ªa. Sabemos que las humanidades y las ciencias pueden florecer al mismo tiempo, excepto cuando la ciencia y la tecnolog¨ªa se vuelven arrogantes sobre su lugar en la vida humana. La cuesti¨®n sobre el lugar que ocupa la ciencia en la vida humana no es una cuesti¨®n cient¨ªfica. Es una cuesti¨®n filos¨®fica. La ciencia no puede decirnos qu¨¦ lugar debe ocupar la ciencia. Cuando las ciencias imponen su autoridad m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de su propio ¨¢mbito, la ciencia se transforma en cientismo, que es algo distinto. La ciencia es la ciencia y nadie en sus cabales no la apoyar¨ªa y estar¨ªa agradecido por lo que hace, pero el cientismo es una ideolog¨ªa sobre c¨®mo entender la vida humana. Es una versi¨®n del materialismo.
P. ?Hubo alg¨²n tiempo en el pasado en el que las humanidades ocuparon el lugar adecuado?
R. Siempre hubo una tensi¨®n entre las humanidades y las ciencias naturales. Siempre hubo tambi¨¦n una armon¨ªa. Pero hubo un tiempo en que las humanidades tuvieron un prestigio mucho mayor en las sociedades occidentales. El prestigio de las humanidades en la sociedad americana nunca ha sido m¨¢s bajo. La sociedad americana todav¨ªa se ha vuelto m¨¢s utilitaria de lo que ya era. El pragmatismo es el culto de la practicalidad, de la utilidad, de los resultados. Todos es una transacci¨®n. Todas las complejidades, ambig¨¹edades, ambivalencias, oscuridades que las humanidades nos ense?an a reconocer han sido borradas. Todo se trata de un modo utilitario.
P. ?Me puede dar un ejemplo?
¡°En la sociedad americana, las m¨¢ximas autoridades en materia de felicidad son los economistas; es grotesco¡±
R. Si mira c¨®mo se justifican las humanidades en Estados Unidos, se hace sobre bases utilitarias. Los teatros son importantes, ?por qu¨¦? Porque revitalizan barrios. Los licenciados en ingl¨¦s son ¨²tiles, ?por qu¨¦? Porque muchos consiguen trabajo en McKinsey. Ya no es leg¨ªtimo defender las humanidades intr¨ªnsecamente, por su mismo valor. Si quieres defenderlas, debe ser por sus resultados sociales y econ¨®micos, mientras que la verdadera l¨ªnea de defensa de las humanidades tiene que ver con el cultivo de la personalidad y la educaci¨®n del individuo: la idea es que un individuo expuesto a las humanidades, que ha tenido su mente, coraz¨®n y esp¨ªritu educado por las artes, ser¨¢ un mejor amigo, un mejor padre, un mejor marido o mujer, una mejor madre un mejor ciudadano, un mejor vecino. Este es el beneficio: no llevar¨¢ a resultados econ¨®micos, y no hay manera de medirlo.
P. ?Qu¨¦ culpa le atribuye a Internet?
R. Ha elevado la tecnolog¨ªa a una centralidad en las vidas individuales como nunca antes. Ha alentado ciertos h¨¢bitos mentales y desalentado otros que tiene un impacto en lo preparados estamos ante las humanidades. Internet es el mayor asalto a la atenci¨®n humana que jam¨¢s se haya dise?ado. Es una guerra contra la atenci¨®n, contra el tiempo: todo tiene que ver con la rapidez.
P. ?Hay algo que hacer ante esta ola de tecnolog¨ªa, de cientismo?
R. Hay que resistir. El acto m¨¢s revolucionario que uno pueda hacer, fuera de la pol¨ªtica, es ralentelizar: la desaceleraci¨®n. Hay una cosa con la que Internet nunca acabar¨¢, y me da igual lo que diga Google, o lo que planee: es la realidad f¨ªsica. El cuerpo, el ¨¢rbol all¨ª fuera, el edificio de enfrente, el cuerpo de tu novia. La experiencia f¨ªsica, la experiencia de los sentidos. Esto ofrece alguna resistencia a todo esto. Y algunas artes. No puedes acelerar la m¨²sica. Si no te gusta una sinfon¨ªa de Mahler, te marchas del concierto, no puedes hacer que la toquen m¨¢s r¨¢pido.
¡°El acto m¨¢s revolucionario que uno pueda hacer, fuera de la pol¨ªtica, es ralentelizar: la desaceleraci¨®n¡±
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