No hubo ave que anidar quisiera
En el espect¨¢culo que ha puesto en escena P¨¦rez de la Fuente, la actualidad nos hace pensar en ciudades kurdas sometidas por el r¨¦gimen de Ankara
Por fin, una pieza teatral de Cervantes, en el mar de adaptaciones del Quijote y de sus Novelas ejemplares. En el siglo XVI, el valor de los ar¨¦vacos, que resistieron a Roma durante dos d¨¦cadas y provocaron el relevo de nueve c¨®nsules antes de sucumbir, evocaba la resiliencia de los espa?oles cautivos del Gran Turco, entre los que se cont¨® el autor de Numancia. Durante el espect¨¢culo que ha puesto en escena Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente, la actualidad nos hace pensar en Cizre, Sirnak, Silopi y otras ciudades kurdas sometidas por el r¨¦gimen de Ankara a toque de queda, que m¨¢s parece estado de sitio.
En su minuciosa revisi¨®n, Alicia Mari?o y Luis Alberto de Cuenca han modernizado el l¨¦xico all¨¢ donde su sentido pudiera resultar oscuro, han eliminado referencias a mitos arcaicos y han dividido parlamentos entre dos personajes, para avivar el ritmo. Tambi¨¦n han extendido hasta nuestros d¨ªas el relato historicista del Duero, personaje aleg¨®rico, siguiendo la pauta que Rafael Alberti marc¨® en su incisiva adaptaci¨®n, estrenada por el Teatro de Arte y Propaganda en el Madrid sitiado, durante la Guerra Civil. Choca escuchar, en vez de estos versos: ¡°?Qu¨¦ envidia y qu¨¦ temor, Espa?a amada, te tendr¨¢n las naciones extranjeras...¡±, que tan gratos debieron de sonarle a Felipe II, este pareado no menos cortesano: ¡°¡y de la estela gris de la autocracia, surgir¨¢ la flamante democracia¡±, tan ripioso como otros del propio Cervantes, aunque, en general, la versi¨®n de Mari?o y De Cuenca realza las virtudes del texto.
NUMANCIA
Autor: Cervantes. Versi¨®n: Alicia Mari?o y Luis
Cuenca. Int¨¦rpretes: Beatriz Arg¨¹ello, Chema Ruiz, Alberto Velasco, Ra¨²l Sanz, Carlos Lorenzo, Alberto Jim¨¦nez, Markos Mar¨ªn, Maru Valdivielso, Julia Piera, Cr¨ªspulo Cabezas, M¨¦lida Molina, Miryam Gallego.
Direcci¨®n: Juan
de
Espa?ol, hasta el 22 de mayo.
M¨¢s discutible es la total secularizaci¨®n de la tragedia, llevada a cabo mediante la supresi¨®n de los 339 versos de las escenas de los ag¨¹eros, que son a Numancia lo que las escenas de las brujas son a la obra escocesa de Shakespeare. Jean-Louis Barrault, muy al contrario, en su montaje de 1937 (puesto por ¨¦l mismo como mejor ejemplo de su po¨¦tica esc¨¦nica), vio en Numancia la obra ideal para materializar el teatro de la crueldad y de la peste, enunciado por Antonin Artaud.
El montaje de P¨¦rez dela Fuente peca por exceso de producci¨®n: est¨¢ sobredimensionado. La escenograf¨ªa de Alessio Meloni es hermosa, expresiva y barroca en el mejor sentido, pero las dos pantallas trasl¨²cidas laterales, soporte de numerosas proyecciones, estorban la ¨®ptima visi¨®n del escenario desde los palcos. La m¨²sica y los efectos sonoros de Luis Miguel Cobo son espl¨¦ndidos, pero no dan tregua: no hay pausa ni di¨¢logo sin zumba.
Alivian y sostienen el espect¨¢culo las interpretaciones de un elenco mejor que bueno, encabezado por Beatriz Arg¨¹ello y Alberto Velasco, que, travisti¨¦ndose en personajes m¨²ltiples, se erigen en ingenioso hilo conductor, cual diablo de Historia del soldado. Arg¨¹ello est¨¢ espl¨¦ndida en todo instante. Excelentes tambi¨¦n, la elocuencia de Carlos Lorenzo y Chema Ruiz, la vivacidad de Myriam Gallego y M¨¦lida Molina, y el trabajo de caracterizaci¨®n. Bien, Alberto Jim¨¦nez, Maru Valdivielso y la compa?¨ªa en general.
Babelia
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