¡°El mal gusto lo domina todo¡±
Enric Satu¨¦, uno de los hist¨®ricos del dise?o espa?ol, publica ¡®Mis queridos dise?adores (gr¨¢ficos)¡¯, cuarta entrega de su monumental reflexi¨®n sobre el oficio
Enric Satu¨¦ (Barcelona, 1938) viene de lejos, como los tapados del 10.000, esos sabios de carrera de fondo. Y de ah¨ª, que tiene tanto que contar, surge esta nueva irrupci¨®n editorial. Nueva¡ y doble. El prestidigitador que, disfrazado de dise?ador gr¨¢fico logr¨® en los primeros ochenta que la gente comprara libros no solo porque los firmaban Marguerite Yourcenar o Julio Cort¨¢zar, sino por su mera condici¨®n de artefactos deseables (la inolvidable colecci¨®n morada de la editorial Alfaguara)¡ el inventor y fabricante de aquella idea que consisti¨® en convertir el tejadillo de la e?e en se?a de identidad del espa?ol [logotipo del Instituto Cervantes (1991)]¡ saca ahora no uno, sino dos libros.
Uno: Mis queridos dise?adores (gr¨¢ficos), en Alianza Editorial, cuarta entrega de su viaje por el oficio: por sus protagonistas, sus excesos y sus incomprensiones. Antes vinieron El dise?o gr¨¢fico (1988), El dise?o gr¨¢fico en Espa?a (1997) y El factor dise?o (2011). Y dos: en el peque?o sello valenciano Ediciones Vuelta del Ruise?or, este titulito que se las trae plagado de humor, ternura y mala baba a partes iguales: Guirigay del qu¨¦, el c¨®mo y el cu¨¢ndo del dise?o gr¨¢fico. Una parodia, s¨¢tira o farsa para amantes de esta materia, con 14 tertulianos imaginarios.
Joan Brossa, maestro y modelo
Enric Satu¨¦ muestra rendida admiraci¨®n por varios compa?eros en Mis queridos dise?adores (gr¨¢ficos). Pero de entre todos ellos emerge inmensa la figura de Joan Brossa.
Este es el retrato que del poeta, dramaturgo y dise?ador fallecido en 1998 pinta Satu¨¦: ¡°Un maestro, un modelo, una persona con una curiosidad ilimitada, alguien que se nutr¨ªa igual de la alta cultura que de los fen¨®menos m¨¢s populares, un poeta de vanguardia que dec¨ªa que solo era ¡®un poeta de su tiempo¡¯... Era al mismo tiempo muy l¨ªrico y muy objetivo, de malos modos pero muy tierno y respetuoso con todo, y con gran capacidad de influencia en los dem¨¢s¡ y por suerte, no era hermoso, que esto a veces estropea a los genios. Ten¨ªa una capacidad prodigiosa de entender su tiempo¡±.
El primer volumen es un viaje ¡ªen forma de 48 minibiograf¨ªas subjetivas (incluida la suya, Alguien que pugna por conocerse a s¨ª mismo)¡ª por la gran familia del dise?o gr¨¢fico mundial, oficio mal, poco o nada comprendido donde los haya. Desde Milton Glaser (el genio que se invent¨® el I love New York con coraz¨®n incluido) hasta su amigo Alberto Coraz¨®n (figura indispensable de la comunicaci¨®n visual espa?ola en los ochenta y los noventa), y desde Mariscal hasta Saul Bass (el tipo que cambi¨® de un pu?etazo los cr¨¦ditos de cine) pasando por sus admirados Joan Brossa y Daniel Gil (aquel poeta simbolista que hac¨ªa obras maestras en forma de portadas de libros para Alianza Editorial), Enric Satu¨¦ cierra al menos por ahora la historia, su historia del dise?o gr¨¢fico espa?ol. En cuanto al segundo libro, no hace casi falta explicarlo: es una broma, un chiste, puro cachondeo, veh¨ªculos, eso s¨ª, perfectamente eficaces para decir las verdades.
¡°Son dos libros complementarios y ambos huyen de un estilo t¨¦cnico y digamos profesional, y utilizan un tono m¨¢s literario. Pero los dos coinciden m¨¢s o menos en evocar, hablando de dise?o, lo que pudo haber sido y no fue. Mis queridos dise?adores (gr¨¢ficos) lo entiendo casi como una eleg¨ªa, porque de los autores que aparecen aqu¨ª tiernamente retratados y cuyo trabajo admiro hay 25 fallecidos, 15 jubilados y solo ocho m¨¢s o menos en activo. El otro libro, Guirigay¡ es una farsa y trata en tono humor¨ªstico una pretendida reuni¨®n de dise?adores a los que he cambiado los nombres pero no tanto como para no saber a qui¨¦nes me refiero, y que discuten de sus obsesiones y sus convicciones¡±, explica el autor en Barcelona.
Satu¨¦, que prepara sus memorias aunque no le apetece extenderse mucho al respecto (¡°Si las hago las titular¨¦ De ida y de vuelta¡±), exhibe con su proverbial elegancia y discreci¨®n un deje pesimista¡ seguramente realista para con la profesi¨®n: ¡°Los ¨²ltimos siglos han sido producto de cataclismos de distinto orden; del XVIII al XIX se produjo el cataclismo social de la Revoluci¨®n Francesa; del XIX al XX, el cataclismo est¨¦tico con la aparici¨®n del cubismo ¡ªy Duchamp y las sucesivas vanguardias¡ª como alternativa a la pintura figurativa de siempre; bueno, pues el siglo XXI, con respecto al dise?o, ha significado la generalizaci¨®n y la mercantilizaci¨®n¡ y al mismo tiempo, la desaparici¨®n del dise?ador¡±.
?Por qu¨¦? ?Cu¨¢l ha sido el fantasma o la realidad que ha ido dando por amortizado un oficio que alcanz¨® ins¨®litas cotas de genialidad y prestigio pero que tambi¨¦n dio lugar a pitorreos del estilo Oye, y t¨²¡ ?dise?as o trabajas? Lo tiene bastante claro Enric Satu¨¦, es cuesti¨®n del concepto y la obra, de tangibles e intangibles, y del inexorable paso del tiempo: ¡°La forma ha perdido peso por una serie de factores, uno de los cuales es la generalizaci¨®n del uso del ordenador. Ahora cualquier dise?ador sabe el nombre de tres o cuatro tipograf¨ªas, aunque no sepa ni de d¨®nde vienen ni para qu¨¦ sirven¡ cualquiera es capaz de hacer un c¨ªrculo perfecto, o cualquier otra compleja geometr¨ªa. Todo el mundo tiene acceso a un dise?o, trivial y superficial, pero el caso es que tiene acceso a ¨¦l¡±.
Todo lo cual tiene relaci¨®n con un concepto cuya mera menci¨®n no es hoy pol¨ªticamente muy correcta: la dicotom¨ªa entre el buen y el mal gusto. ¡°El imperio del mal gusto lo domina todo, incluido el arte¡±, sostiene este inventor de signos, mensajes y envoltorios, ¡°la exigencia por un acabado, por una forma, por algo meditado que quiz¨¢ acabe siendo algo genial¡ ya no cuenta, solo importa formalizarlo de cualquier manera. Por ejemplo, hoy ocurre que no pocas escuelas de dise?o animan a sus alumnos a que recreen las tipograf¨ªas que se inventan los grafiteros callejeros, eso me parece el colmo de la degradaci¨®n y de ese mal gusto. Lo que pasa es que a la gente no le gusta hablar del mal gusto, porque intr¨ªnsecamente la gente tiene mal gusto¡ y por lo tanto resulta humillante¡±.
Enric Satu¨¦ adora la obra y el pensamiento del poeta Joan Margarit, y en concreto sus observaciones sobre la interrelaci¨®n entre la arquitectura y el dise?o gr¨¢fico en Espa?a. ¡°Me gusta cuando habla sobre la conversi¨®n de la arquitectura en logotipo. Recuerda cuando los arquitectos m¨¢s famosos del momento, como Herzog & De Meuron o Siza Vieira declaraban en los medios que ellos ya no hac¨ªan edificios sino logotipos¡ y ah¨ª, a m¨ª, ya s¨ª me pareci¨® que la partida estaba definitivamente perdida. El Guggenheim, la Torre Agbar y tantos y tantos edificios que son, sobre todo, marcas. La arquitectura ha desplazado al dise?o y la marca es aquella imagen que les piden a los arquitectos¡±.
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