Manuel Longares: ¡°Veo este pa¨ªs propenso a la tragedia¡±
El escritor consagra 'El o¨ªdo absoluto' al mundo de los literatos a trav¨¦s de un poeta ca¨ªdo en desgracia
Las novelas de Manuel Longares (Madrid, 1943) est¨¢n llenas de gente, desde La novela del cors¨¦ (1979) hasta esta ¨²ltima, El o¨ªdo absoluto (Galaxia Gutenberg, 2016), pasando por Romanticismo (Alfaguara, 2001), una obra maestra. Los libros est¨¢n llenos de gente, pero Longares es un solitario. Se acuesta cuando empiezan los partidos y se levanta cuando entra la carne en los mercados. Su espacio es Madrid; como hac¨ªa Rafael Azcona, es capaz de cruzar la ciudad para saludar a un amigo y lo hace a pie, por una geograf¨ªa que puebla sus libros. Es silencioso hasta cuando habla, y debe su cantidad de amigos a una fidelidad que tambi¨¦n se llama discreci¨®n y ausencia de envidia. Por eso muchos de sus amigos son escritores, de los que habla siempre bien. De quien no habla nada bien es de alguien muy pr¨®ximo: ¨¦l mismo.
Para arrancarle a Longares una autosuficiencia habr¨ªa que sacarle las muelas, o la conciencia. As¨ª que cuando quedas con ¨¦l, para hablar de su libro, se pone tan esquivo como amable, ce?udo como Baroja, o ingenioso y serio como Valle-Incl¨¢n. Una lectora suya dijo de ¨¦l que en esta novela ¨²ltima, El o¨ªdo absoluto, Longares parece Valle despu¨¦s de tomarse un tripi. ?l sonr¨ªe y dice: ¡°La gente¡¡±. Su m¨¢xima salta enseguida que se le pregunta por el origen de esta nueva epopeya suya, esta vez dedicada, precisamente, al mundo de los literatos: ¡°Escribir es trabajar¡±. Durante la escritura, de este y de sus restantes libros, hace la vida de un monje, nadie sabe en qu¨¦ est¨¢. Romanticismo, por ejemplo, que narra la historia que vivi¨® el barrio de Salamanca de Madrid cuando se aproximaba el final de Franco, ¡°nace de la vida¡±. A ¨¦l, que es de los extrarradios, una persona le ense?¨® el barrio de Salamanca: ¡°Esa persona desaparece y yo vuelvo al barrio de Salamanca a seguir la conversaci¨®n con esa persona desa?parecida¡±. Luego, a trabajar. Los libros se forman as¨ª: el n¨²cleo es una luz que se transforma en obsesi¨®n, y en escritura. ¡°Hasta la p¨¢gina 30¡±. Ah¨ª para siempre Longares, como si hubiera visto un resplandor y se dedicara a darle vueltas a esa noria.
¡°El ritmo se logra trabajando. Es un trabajo de continuo reescribir hasta que no te da verg¨¹enza el p¨¢rrafo¡±
Sin embargo, como ocurre en El o¨ªdo absoluto, parece que ah¨ª hay una arquitectura previa. Y no: ¡°Es la escritura la que te va llevando; en la novela del barrio de Salamanca lo que yo quer¨ªa contar era una historia de ricos contra pobres, nada m¨¢s. La encarnadura pol¨ªtica ha sido una interpretaci¨®n posterior: no la conceb¨ª de este modo aunque estuviera hablando de socialistas y de franquistas¡±. Ten¨ªa el n¨²cleo, ten¨ªa el lenguaje. La iron¨ªa, la burla valleinclanesca de los personajes fatuos. En El o¨ªdo absoluto Longares extrema el ritmo, porque no s¨®lo el t¨ªtulo convoca a la m¨²sica, en todos sus libros. Su obsesi¨®n es el ritmo, ¡°y eso se logra trabajando. Es un trabajo de continuo reescribir hasta que no te da verg¨¹enza el p¨¢rrafo. Y si no te averg¨¹enza puedes intercalar iron¨ªa, humor, l¨¢stima, lo que se te ocurra¡±. ?El o¨ªdo no se averg¨¹enza o la historia no se averg¨¹enza? ¡°Es el o¨ªdo. Si veo que no funciona, que sobran frases, tengo que cortar hasta que queda redondo. Si no queda redondo, yo no avanzo¡±.
Y se queda en la p¨¢gina 30. Porque puede ser que ¨¦l no est¨¦ ¡°caliente con la historia¡¡±. Suele decir que para escribir hay que compararse con los grandes, y suele citar a Valle como uno de esos seres superiores de la literatura. ?Y cuando est¨¢ solo, ante el folio, hay alguien m¨¢s, Valle, por ejemplo, vigil¨¢ndolo? ¡°En ese momento estoy solo. Ni Valle ni nadie. Solo. Oyes voces y entre esas voces pueden estar esos autores, pero en principio estoy solo. Es el lenguaje el que me obliga¡±.
As¨ª naci¨® tambi¨¦n El o¨ªdo absoluto. La definici¨®n de ese argumento musical est¨¢ al principio de la novela: ¡°Posee o¨ªdo absoluto para la m¨²sica el que identifica por su nota la sonoridad que percibe. Es decir, el capaz de distinguir lo aut¨¦ntico¡±. El protagonista es un poeta, que va del resplandor que le produce el ¨¦xito a la miseria con que la gloria acoge a los desgraciados. En medio, la historia de Espa?a, desde Primo de Rivera a la guerra, al exilio y a la tristeza pueblerina de los caf¨¦s de posguerra. ¡°Es una historia antigua. Ten¨ªa la idea de hacer una trilog¨ªa, Romanticismo, Nuestra epopeya y esta de ahora¡±. Eso se lo dijo aqu¨ª a Aurora Intxausti, cuando apareci¨® Nuestra epopeya. ¡°Y esta tercera parte deb¨ªa ser sobre la literatura, ten¨ªa que hacerlo¡±. Le pas¨® lo mismo: par¨® en la p¨¢gina 30 y despu¨¦s ¡°lo resolv¨ª por las bravas¡±.
Es un libro en el que hay m¨²sica, poes¨ªa, im¨¢genes. La decisiva viene de Goya, de Los fusilamientos. En el momento culminante de la guerra los falangistas ordenan el fusilamiento colectivo de un grupo de teatro (?La Barraca?) mientras ¨¦ste representa El caballero de Olmedo¡ Esa met¨¢fora escalofriante est¨¢ narrada como un travel¨ªn vertiginoso en el que el ojo del escritor se parece al del pintor sordo¡ ¡°Es la tragedia de 1936; la llevo aunque no la viviera. Sale instintivamente, sigue siendo un episodio central de la memoria, y regresa siempre aunque estemos casi a un siglo del drama¡±.
¡°El cainismo ha arraigado; ha habido un ascenso en el nivel de vida y eso aten¨²a los rigores pero el enfrentamiento es latente¡±
No est¨¢ tan lejos, sin embargo, el clima que la acun¨®. ¡°El cainismo¡±, dice Longares, ¡°est¨¢ arraigado en nuestra sociedad; ha habido un ascenso en el nivel de vida y eso aten¨²a los rigores, pero el enfrentamiento es latente. Ves el Parlamento por la televisi¨®n y ah¨ª est¨¢n esos episodios de violencia que no se registran en la calle, se?al de que si nos llevaran al Parlamento a lo mejor repet¨ªamos esa violencia¡±.
Esto lo dice cuando deja de mirarse las manos y te mira de frente: ¡°Yo veo este pa¨ªs propenso a la tragedia¡±.
En el retablo de El o¨ªdo absoluto est¨¢n todas las figuras de la posguerra oscura, incluido el cura censor, ¡°que censura lo que le sale [literalmente] del miembro¡±¡ As¨ª que entre las sombras Longares logra un vuelo que deja entrar en su libro la atm¨®sfera de un pa¨ªs que glorific¨® lo cutre unido a lo supuestamente solemne. El pincel es literario, exquisito, como si mandara la m¨²sica.
A lo largo de la novela el escritor de provincias busca su referente en ¡°el gran escritor de la Madre Patria¡±; ese personaje, que al periodista se le parec¨ªa a Cela, es, dice Longares, Ortega y Gasset¡, ¡°pueden ser otros tambi¨¦n, pero ese es el gran escritor de la Madre Patria¡ Cela no concita, como Ortega; Ortega movi¨® a todo un pa¨ªs, movi¨® a instituciones. Lo que hizo Ortega es la leche¡±.
¡°El ritmo se logra trabajando. Es un trabajo de continuo reescribir hasta que no te da verg¨¹enza el p¨¢rrafo¡±
Longares dice que ¨¦l es ¡°de temperamento reprimido¡±, de ¡°c¨®lera sentada¡±.
¡ªIgual le vendr¨ªa bien salir a la calle y pegar un grito.
¡ªNo est¨¢ en mi naturaleza. A veces alguien me pregunta por una calle y le doy un grito, ?esa direcci¨®n! La otra persona se queda at¨®nita, pero yo me he desahogado; luego me averg¨¹enzo de mi actitud.
¡ªUsted dice que cuando se escribe se ha de escuchar a un maestro, medirse con ¨¦l. ?Aqu¨ª con qui¨¦n se mide?
¡ªUn escritor que me ha influido mucho es Juan Benet. Las subordinadas son de Benet, nunca me canso de estudiarlas. No es un escritor f¨¢cil ni un escritor que puedas leer de una sentada. Es una maravilla de escritor.
Longares vive lejos; lleva un peri¨®dico debajo del sobaco, las manos en los bolsillos. Camina solo y en silencio por los escenarios del alma de su literatura.
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