¡°Si no cambiamos, el negocio se acaba¡±
El consejero delegado de la cadena brit¨¢nica Watersones reflexiona sobre la viabilidad de las librer¨ªas en la era del Kindle y de la compra v¨ªa Amazon
El consejero delegado de las 300 librer¨ªas de la cadena Waterstones y due?o de las ocho de Daunt Books se levanta, va a la barra, pide un caf¨¦ con leche y me lo sirve con una sonrisa. A sus 52 a?os, James Daunt es alto y elegante, de gestos cordiales que inspiran mucha calma, en contraste con una mirada puntiaguda, incisiva.
Fue fichado en 2011 por el multimillonario ruso Alexander Mamut, que acababa de comprar la cadena, pr¨¢cticamente en bancarrota, a HMV Group por 67 millones de euros. Visitar¨¦ antes de irme The Russian Bookshop, una librer¨ªa dentro de la gran librer¨ªa, especializada en libros en ruso y libros sobre Rusia. De hecho, el propio Daunt ha impulsado el premio The Pushkin House Russian Book Prize, que destaca el mejor libro publicado en ingl¨¦s sobre ese pa¨ªs enigm¨¢tico, cuyos oligarcas han ido acumulando los edificios y las marcas m¨¢s emblem¨¢ticos de Londres. Entre ellos estas seis plantas, con casi 200.000 libros en ellas, en la vieja sede art d¨¦co de Simpsons, los grandes almacenes de corte y confecci¨®n.
Daunt acaba de regresar de Seattle, donde ha visitado la primera librer¨ªa f¨ªsica de Amazon. La librer¨ªa es alucinante. Los libros no est¨¢n puestos de lado, sino de cara, mostrando la portada. S¨®lo tienen unos 5000 y est¨¢n colocados seg¨²n un c¨¢lculo matem¨¢tico, sin curaci¨®n, sin jerarqu¨ªas, sin que puedas experimentar el sentimiento de que est¨¦s descubriendo nada. Han deconstruido la idea de librer¨ªa: con otro nombre ser¨ªa rid¨ªcula, pero como se llama Amazon, es brillante. Porque hay que recordar que WHSmith no es una librer¨ªa, pero Amazon s¨ª lo es¡±.
P. ?Por qu¨¦ abri¨® su propia librer¨ªa, Daunt Books?
¡°La compra de espacios expositivos por las editoriales crea librer¨ªas uniformes, iguales¡±
R. En 1986, al acabar la universidad, me fui a vivir a Nueva York, donde trabaj¨¦ en banca durante cuatro a?os. Cuando me di cuenta de que mis aut¨¦nticas pasiones eran leer y viajar, volv¨ª a Londres y abr¨ª esa librer¨ªa. Era 1990. Fue un desastre. Me di cuenta de que con un ¨²nico local eres m¨¢s vulnerable, de modo que en cuanto pude abr¨ª dos m¨¢s, mientras pensaba estrategias para hacer que la cadena fuera estable, sostenible. Leo mucho, pero tambi¨¦n soy un librero t¨¦cnico, que sabe de econom¨ªa y de inform¨¢tica.
P. Ahora tiene ocho locales. ?En qu¨¦ momento una librer¨ªa pierde su identidad al expandirse?
Nuestro reto es satisfacer al m¨¢s intelectual y no intimidar al menos intelectual
R. Aunque parezca un clich¨¦, el l¨ªmite est¨¢ en el tama?o de una familia. Con m¨¢s de 50 trabajadores, dejas de recordar sus nombres, de conocer a sus hijos y sus pasiones. ?se es, por tanto, mi l¨ªmite, que no tiene que ver tanto con el n¨²mero de locales como con el de empleados: no m¨¢s de 50 empleados.
P. ?C¨®mo fue su relaci¨®n con los libros en la infancia?
R. Mis padres eran diplom¨¢ticos. De Londres recuerdo la librer¨ªa Dillons, acad¨¦mica, y la Foyles, que era muy antip¨¢tica, yo la odiaba; pero sobre todo las bibliotecas. Lo mismo me ocurre con Par¨ªs o con Nueva York, creo que la afinidad fuerte la desarroll¨¦ m¨¢s con bibliotecas que con librer¨ªas.
P. ?C¨®mo es la red de bibliotecas brit¨¢nica?
R. Actualmente tenemos un gran problema porque el gobierno est¨¢ cerrando bibliotecas p¨²blicas, a causa de los recortes. En nuestro barrio hemos podido reabrir la nuestra mediante la subscripci¨®n de los vecinos, pero en los barrios pobres se cierran y no se vuelven a abrir.
P. ?Qu¨¦ encontr¨® al llegar a Waterstones en 2011?
R. La cadena estaba en bancarrota. Kindle hab¨ªa entrado muy fuerte, el mercado hab¨ªa bajado un 25%. Lo primero que me plante¨¦ fue motivar a los libreros, pero antes desgraciadamente tuve que despedir a un tercio de la plantilla. Me propuse convertir Waterstones en una compa?¨ªa donde yo mismo hubiera trabajado sinti¨¦ndome a gusto. Nada f¨¢cil, si se tiene en cuenta que aqu¨ª dej¨® de haber precio fijo y Amazon puede vender los libros con un precio hasta un 40% m¨¢s barato. Por eso el librero tiene que suplir esa diferencia con su calidad humana, con su compromiso y su disfrute de esa energ¨ªa que hay entre el lector, el libro y ¨¦l.
P. ?Cu¨¢les fueron los principales cambios que introdujo, adem¨¢s de ese recorte de plantilla?
R. Es un proceso lento, cambiar una librer¨ªa. Hatchards fue una de las grandes, muy importante, pero decay¨®, y hemos tardado tres a?os en recuperarla en el marco de Waterstones. Tambi¨¦n lo estamos consiguiendo con el resto de librer¨ªas de la cadena: hemos pasado de ganar 11,5 millones de euros a ganar 16,5 el a?o pasado. Lo primero que hice fue darles a los libreros una gran confianza, total autonom¨ªa para decidir qu¨¦ libros venden. Tuve que convertir Waterstones en la ¨²nica cadena que no acepta la compra de espacio expositivo por parte de las editoriales, ni mesas ni escaparates. Hasta mi llegada Waterstones hab¨ªa ganado unos 34,3 millones de euros de esa forma. Pero aceptar ese dinero significa que el editor puede presionarte y que el librero no puede seleccionar, no puede ser el curador de su propia librer¨ªa, de modo que el trabajo deja de ser estimulante. La compra de espacio expositivo crea librer¨ªas uniformes, iguales. El otro gran cambio tuvo que ver con las devoluciones: pasamos del 27% al 3% actual y mi objetivo es que no se devuelva nada.
P. Debi¨® de ser dura la negociaci¨®n con los editores.
R. Tienes que ser valiente si quieres cambiar el sistema editorial. Yo me reun¨ª con ellos y les pregunt¨¦ si ten¨ªan una idea mejor. Les dije que si no hacemos cambios, el negocio se acaba. Poco a poco lo fueron comprendiendo. Si eres un gran editor, si est¨¢s construyendo un gran cat¨¢logo, sobrevivir¨¢s con nosotros; pero si no, si s¨®lo te interesa la novedad, los t¨ªtulos mediocres que tal vez puedas vender mediante artima?as, te hundir¨¢s.
P.?C¨®mo se posicionan respecto a los clientes?
R. Nuestro reto es satisfacer al m¨¢s intelectual y no intimidar al menos intelectual. Los taxistas tienen que sentirse c¨®modos. Son personas que leen mucho, tanto prensa como libros, quiero que entren en mis locales y que encuentren ah¨ª lo que quieren leer. No soy ingenuo, s¨¦ que las de Waterstones son librer¨ªas de clase media y que mis clientes de Daunt Books tienen cach¨¦. Cada librer¨ªa debe conocer a su p¨²blico y no tratar de competir con supermercados u otro tipo de establecimiento que tambi¨¦n venda libros.
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