Gritos de placer en el acantilado
Ni?o catal¨¢n que emigr¨® a Andaluc¨ªa, Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez Sanfeliu es un seductor de canciones sencillas
Por una carretera de curvas muy cerradas, todas mortales, sobre el acantilado, un coche a gran velocidad va dejando atr¨¢s por las ventanillas abiertas una canci¨®n de Kiko Veneno. ¡°Si t¨² no te das cuenta de lo que vales, / el mundo es una tonter¨ªa, / si vas dejando que se escape / lo que m¨¢s quer¨ªa¡±. El son de esta rumbita guapa lo corta a veces el chirrido de caucho que las ruedas emiten al derrapar. Mientras el coche evita con pericia despe?arse en el precipicio, la canci¨®n viene diciendo que Kiko Veneno echa de menos el zumo de naranja, las revistas abiertas, manosearse en la cama revuelta, el crujir de las tostadas, el gato por el pasillo, el aroma de mujer preso en la camisa, los besos en la ducha, el carm¨ªn en el cuello. Ese mediterr¨¢neo que est¨¢ bajo el acantilado es un dios azul que asume el sue?o de peque?os placeres que le manda el cantante. ?Puede un rockero duro, que se llame Veneno, so?ar con el aceite de oliva virgen resbalando sobre una rebanada de pan de pueblo? Puede, siempre que ese placer sea un arma de combate.
Esa carretera llena de curvas mortales viene de muy lejos. Kiko Veneno es medio catal¨¢n, medio andaluz, hijo de un militar destinado en Lleida cuando la lucha contra el maquis, a?os 40, quien despos¨® con una payesa de Mollerusa, de la Catalu?a profunda, descendente de una familia de carniceros, muy de derechas. El militar fue trasladado poco despu¨¦s a Figueras y all¨ª, el 3 de abril de 1952, naci¨® el h¨¦roe, bautizado con el nombre de Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez Sanfeliu. A continuaci¨®n, con solo tres a?os, sus padres se lo llevaron a su nuevo destino en C¨¢diz y Sevilla, de modo que, en contra de la corriente del momento, ¨¦l fue un ni?o catal¨¢n que emigr¨® a Andaluc¨ªa.
La carretera llena de curvas sobre el acantilado es la propia vida de este m¨²sico genial. Vamos a dejarlo crecer como un chaval muy inquieto que estudia en el instituto, luego como universitario rebelde en la facultad de Filosof¨ªa, primero en Sevilla, despu¨¦s en Barcelona, mientras va absorbiendo todo lo que ve a su alrededor, la belleza y la mierda incluidas. D¨¦jalo que vacile con una guitarra flamenca reci¨¦n adquirida, que trabaje en mil oficios para ganarse la vida a salto de mata. Kiko fue entonces lo que la vida le permit¨ªa ser, un hippy melenudo con estudios, un ¨¢crata espabilado de clase media sevillana, que se compr¨® una m¨¢quina de retratar y se dio un garbeo por Nueva York y California para ver qu¨¦ le pasaba a ese Bob Dylan, a Leonard Cohen y a Pink Floyd. De vuelta, sin darse cuenta, se mezcl¨® con la fauna salvaje que habitaba en la barriada de las 3.000 Viviendas de Sevilla, y all¨ª logr¨® camelar a dos chavales gitanos, Raimundo y Rafael Amador, sacados del l¨²mpen andaluz para formar un grupo a medias flamenco, punki o lo que fuera saliendo del alma improvisada donde se funde todo, pop, zen, ¨¢cido, blues, rock, con ayuda del humo, el polvo blanco y las pildorillas. ?l era un payo an¨¢rquico te¨®rico, pero los gitanos eran anarquistas de verdad, supervivientes en medio de un campo muy chungo de perdedores.
Y a todo esto por televisi¨®n sali¨® un d¨ªa Arias Navarro y moqueando balbuce¨®: "?Espa?oles, Franco ha muerto!". Y el tr¨ªo bajo el nombre de Veneno lo celebr¨® tocando palmas, lerele, lerele, mientras la ciudad se ca¨ªa a pedazos por el extrarradio. En 1977, con la libertad reci¨¦n abierta como una flor negra en la noche, Veneno promulg¨® un disco hoy legendario, subversivo, surrealista, provocador, sin ¨¦xito salvo lo que supon¨ªa de locura. En cada curva de la carretera mor¨ªa entonces un amigo cada d¨ªa a causa del caballo, pero Kiko Veneno logr¨® que Camar¨®n le pusiera el duende desgarrado a su letra antes de irse tambi¨¦n ¨¦l por el precipicio. Volando voy se convirti¨® en el himno flamenco, rock del momento y a¨²n perdura como una forma de caminar a media altura sobre la puta tierra. Ese estado creativo a golpe de coraz¨®n termin¨® en medio de un coro de manguis en el concierto de la Sala Villarroel de Barcelona, y a partir de ese d¨ªa los gitanos fundaron Pata Negra y Kiko sigui¨® su camino en solitario y, curiosamente, fue un ingl¨¦s, el productor Joe Dworniak, quien logr¨® domarlo en Londres en 1995, con el sello de BMG.
La flor de la noche para el que la merece. Kiko Veneno canta letras sencillas, ir¨®nicas, inteligentes, alegres, profundas. ¡°En la cabeza no se te quedan las canciones que quieres, sino las que ellas quieren¡±, dice. En algunas letras, a veces, uno no sabe muy bien lo que quiere decir, pero si las cantas con frescura y convicci¨®n hasta llegas a cre¨¦rtelas. ¡°Dice la gente que solo se muere una vez, yo creo que eso no es as¨ª, se muere muchas veces y yo muero por ti¡±.
Kiko Veneno es un seductor, dotado de ese swing, dentro y fuera del escenario, que los dioses regalan solo a criaturas muy escogidas. Todo te ser¨¢ permitido si tienes a cualquier edad el coraz¨®n joven y est¨¢s enamorado de la vida, como sucede con este ser, Kiko Veneno, que no hace sino gritar en cada curva mortal del camino sobre el acantilado lo que nos mata y lo que nos hace vivir.
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