La resurrecci¨®n de San Isidoro
El museo de arte sacro en una colegiata rom¨¢nica de Le¨®n triplicar¨¢ su espacio para mostrar m¨¢s piezas
Puertas con sus arcos que emergen de los muros que las cegaron, una entrada moderna, ascensores para hacer accesible el edificio, paneles y audiovisuales informativos¡ el Museo de San Isidoro, situado en la colegiata rom¨¢nica hom¨®nima, al que llegan los turistas desde la catedral de Le¨®n o tras tomar una tapa de morcilla en los bares del barrio H¨²medo, tendr¨¢ una nueva vida cuando se ejecute el proyecto, presentado hoy viernes, en Le¨®n. Una transformaci¨®n que triplicar¨¢ su ¨¢rea para mostrar m¨¢s estancias, m¨¢s piezas de arte sacro ahora almacenadas y convertir un espacio expositivo nacido a mediados del siglo XX en uno del siglo XXI.
Peregrinos y visitantes, en torno a 150.000 almas al a?o ¡ªcuando se construy¨® acud¨ªan unas 2.000¡ª, de las que el 20% extranjeros, acceden a un museo anunciado con un viejo y peque?o cartel junto a una escondida puerta, que parece de una casa de vecinos, a unos metros de la bas¨ªlica del mismo nombre. De la iglesia, consagrada en 1063 por el rey Fernando I de Le¨®n, se eliminar¨¢n los recurrentes corchos con p¨®steres, chirriantes, as¨ª como otros carteles y elementos nada est¨¦ticos. "La nueva entrada estar¨¢ al mismo nivel de la plaza y dispondr¨¢ de una recepci¨®n con mucho m¨¢s espacio para evitar las aglomeraciones de verano", explica el responsable del departamento de Patrimonio Hist¨®rico de la Fundaci¨®n Montemadrid, Gabriel Morate.
La reforma del Museo de San Isidoro tendr¨¢ una financiaci¨®n de 4,8 millones de euros: de los que la Junta de Castilla y Le¨®n aportar¨¢ 2.300.000, la Fundaci¨®n Montemadrid ¡ªentidad sin ¨¢nimo de lucro financiada por el Monte de Piedad de Madrid¡ª 2.000.000 y el Cabildo de la Colegiata 500.000. En la planificaci¨®n? ha participado, entre otros, el arquitecto Juan Pablo Rodr¨ªguez Frade, premio Nacional de Restauraci¨®n y autor de la remodelaci¨®n del Museo Arqueol¨®gico Nacional.
En la presentaci¨®n, la consejera de Cultura de la Junta, Mar¨ªa Josefa Garc¨ªa Cirac, anunci¨® que la "intervenci¨®n se alargar¨¢ tres a?os para no cerrar el museo a los visitantes en ning¨²n momento". Cuando esas obras culminen, San Isidoro habr¨¢ casi triplicado su espacio visitable, de los 1.201 metros cuadrados actuales, a 3.290. Los cambios afectar¨¢n tambi¨¦n al orden del recorrido. El Pante¨®n Real (siglos XI-XII), con sus magn¨ªficas pinturas murales que decoran seis b¨®vedas, frescos restaurados en los a?os ochenta del pasado siglo, ser¨¢ la ¨²ltima parada de los visitantes. Ahora es la primera, lo que da una idea de la reorganizaci¨®n de este lugar. Se restaurar¨¢n las macizas columnas de la sala y se reordenar¨¢n los sarc¨®fagos de miembros de la realeza leonesa, ahora dispersos, para explicar quienes yacen ah¨ª.
El recorrido por el museo ser¨¢ mucho m¨¢s c¨®modo. Ahora hay que subir 30 estrechos escalones en caracol para acceder a la planta de arriba. En vez de esta empinada escalera, habr¨¢ un ascensor. Arriba espera la C¨¢mara de do?a Sancha, en la que se encuentra el Tesoro, en vitrinas que, en algunos casos, no tienen informaci¨®n o est¨¢n repartidas de forma poco amable para admirar, por ejemplo, la peque?a colecci¨®n de telas hispano¨¢rabes de los siglos X y XI, que se utilizaban para recubrir relicarios. Uno de estos, el de san Isidoro, deslumbra en una de las vitrinas. Es una joya de orfebrer¨ªa, recubierta de l¨¢minas de plata repujada. Tambi¨¦n refulge la arqueta de Limoges, revestida de 18 placas de cobre dorado y grabado. Y se pueden contemplar los delicados 25 marfiles del arca de San Juan y San Pelayo. Una sala contigua se reserva para una sola pieza: el c¨¢liz de do?a Urraca, formado por dos piezas c¨®ncavas de ¨¢gata, de origen romano, que orden¨® decorar en el siglo XI la Se?ora de Zamora con oro, amatistas, esmeraldas y zafiros. Una de las joyas de la corona de San Isidoro.
Con los nuevos espacios expositivos se podr¨¢n mostrar piezas hoy guardadas en cajas, como el c¨¦lebre pend¨®n de Baeza, del siglo XIII. De tafet¨¢n, por sus dos lados se bord¨® a san Isidoro a caballo, sosteniendo con una mano la cruz y la otra la espada, en una iconograf¨ªa como la de Santiago.
A unos metros de la sala del Tesoro se encuentra la biblioteca. No es la original, sino la que se reh¨ªzo en el siglo XVI. Entre cantorales, incunables, pergaminos y c¨®dices, se habilitar¨¢n facs¨ªmiles y pantallas digitales para no da?ar unos vol¨²menes que no pueden exponerse m¨¢s de dos o tres meses a la luz, subraya Morate, y que se ir¨¢n turnando. Entre ellos, sus dos excepcionales Biblias, una moz¨¢rabe, del siglo X, de delicadas miniaturas coloreadas, y otra rom¨¢nica, del XII.
La recuperaci¨®n de San Isidoro abarcar¨¢ su exterior. Los visitantes podr¨¢n pasear por la muralla romana que rodea el recinto, ahora cerrada al p¨²blico. En la planta inferior de la colegiata se abre el claustro (siglos XVI-XVII), circundado por capillas, algunas inutilizadas, que se convertir¨¢n en zona expositiva. Este claustro posee adem¨¢s un valor hist¨®rico: la celebraci¨®n, en 1188, de cortes convocadas por el rey Alfonso IX de Le¨®n, un hecho que llev¨® a la Unesco a reconocer a estas piedras como cuna del "sistema parlamentario europeo". A unos pasos de la placa que lo constata, sorprende la majestuosa escalera renacentista, del maestro Juan del Ribero Rada, que ahora no pueden disfrutar los viajeros, pero que tambi¨¦n se incorporar¨¢ a la visita.
Lo que ahora s¨ª se puede contemplar, en una de las capillas del claustro, es la veleta en forma de gallo, de cobre recubierto de oro, que coron¨® la torre de San Isidoro. Es del siglo VI y originaria de la antigua Persia. A su lado, una campana moz¨¢rabe de 1086, que presume de ser de las m¨¢s antiguas que se fundieron en la Pen¨ªnsula. Dos s¨ªmbolos construidos para estar cerca del cielo y de Dios, que hoy pueden admirarse a ras de suelo.
Pinturas arrancadas
La primera de las actuaciones que se acometer¨¢n en la Colegiata ¡ªy de la que se encargar¨¢ la Consejer¨ªa de Cultura y Turismo de la Junta¡ª es la? reintegraci¨®n de las pinturas murales, del siglo XVI, de la C¨¢mara de do?a Sancha. Durante un proceso de restauraci¨®n de las salas, siguiendo los criterios de la ¨¦poca (mediados del siglo pasado) fueron arrancadas de los muros y trasladadas a otra zona, donde se han conservado. Ahora, se restaurar¨¢n y volver¨¢n a su lugar en las paredes.
Babelia
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