Chigozie Obioma: ¡°El ingl¨¦s nos pertenece como a los brit¨¢nicos¡±
El autor nigeriano debuta con 'Los pescadores', una alegor¨ªa sobre el funesto destino de su pa¨ªs. La novela le convirti¨® en finalista al Premio Booker
No se considera un heredero de Chinua Achebe, tal vez el primer autor africano que logr¨® el aplauso occidental con una obra magna como Todo se desmorona. A Chigozie Obioma (Akure, Nigeria, 1986) la comparaci¨®n le parece algo simplista, pero no del todo descabellada. ¡°Hay una continuidad. Achebe tambi¨¦n hablaba de la destrucci¨®n de una civilizaci¨®n provocada por la imposici¨®n de otra y describ¨ªa a personajes que se defend¨ªan de todas las maneras posibles, pero nunca lograban vencer¡±, reconoce. Adem¨¢s, igual que su ilustre predecesor, el joven escritor es de etnia igbo y fan¨¢tico de Yeats: con ¨¦l arranca un debut literario, Los pescadores, con el que fue finalista al Premio Booker en 2015. En la novela, cuatro hermanos nigerianos pasan su tiempo pescando en el r¨ªo. Hasta que se convierten en v¨ªctimas de la profec¨ªa de un loco con poderes adivinatorios: el mayor, Ikenna, terminar¨¢ muriendo a manos de uno de sus hermanos.
PREGUNTA. Su novela tiene dos niveles de lectura. Est¨¢ el literal, que describe una saga familiar, pero tambi¨¦n el aleg¨®rico, una met¨¢fora sobre la fundaci¨®n de su pa¨ªs. ?Cu¨¢l debemos priorizar?
RESPUESTA. Me gustar¨ªa que se leyera como la historia de una familia en la que irrumpe, de manera inevitable, un comentario sobre la situaci¨®n actual de mi pa¨ªs. Empec¨¦ a trabajar en el libro cuando viv¨ªa en Chipre. Me pregunt¨¦ c¨®mo era posible que ese peque?o pa¨ªs mediterr¨¢neo, que no contaba con ninguna riqueza, se haya acabado convirtiendo en una econom¨ªa desarrollada, mientras que Nigeria, que dispon¨ªa de petr¨®leo y grandes recursos naturales, se encuentra en la situaci¨®n opuesta.
¡°Retirado de la inmediatez, es como si me convirtiera en un dios capaz de recomponer las cosas a su gusto. Eso es escribir¡±
P. ?Cu¨¢l es su respuesta?
R. Nuestro problema se origina en la propia fundaci¨®n del pa¨ªs. Imagine que en el per¨ªmetro de una ciudad como Par¨ªs existieran cuatro tribus distintas, con lenguas y sistemas de creencias diferentes, a las que se obligara a crear una naci¨®n com¨²n. ?Qu¨¦ pasar¨ªa entonces? Pues que sembrar¨ªan el caos, se declarar¨ªan la guerra y se matar¨ªan durante siglos. En la novela, los hermanos simbolizan las distintas tribus que conviv¨ªan en paz, con sus costumbres y sus propias formas de democracia, antes de que llegara el loco Abulu, un extranjero que irrumpe en el lugar y destruye la ecuaci¨®n original.
P. Es decir, Reino Unido en la era colonial.
R. Exacto.
P. La profec¨ªa que altera el destino de los hermanos es un s¨ªmbolo de esa espiritualidad que sigue gobernando muchas culturas africanas. En Nigeria incluso existen telepredicadores que anuncian qui¨¦n morir¨¢ la semana que viene. ?Por qu¨¦ introdujo este aspecto?
R. Entiendo mi novela como una tragedia. Se suele decir que hoy d¨ªa ya no se pueden escribir tragedias, porque ya no existen dioses ni premoniciones. En ?frica, en cambio, este tipo de escenario todav¨ªa es plausible. Lo que escribo no tiene nada que ver con el realismo m¨¢gico. Muchos africanos, incluso los que han recibido una gran educaci¨®n, siguen siendo supersticiosos y creyendo en la predeterminaci¨®n. Dicho eso, no es el ¨²nico lugar del mundo donde sucede. Los europeos ya no sois muy religiosos, pero en Estados Unidos existen telepredicadores bastante parecidos.
P. Esa cultura ancestral suele estar en conflicto con el modelo de Estado impuesto por Occidente. El periodista Richard Dowden, que trabaj¨® m¨¢s de 30 a?os en el continente y hoy dirige la Royal African Society, sostiene que esa espiritualidad suele explicar ¡°la falta de capacidad de acci¨®n social y pol¨ªtica¡±. ?Lo comparte?
R. Los dos modelos se apoyan en pilares distintos. Las sociedades occidentales se fundamentan en la libertad de expresi¨®n y secularismo. Ese modelo no funciona en ?frica, donde la espiritualidad y las creencias animistas suponen, en ese sentido, una barrera. Pero para m¨ª el problema empieza mucho antes: eran esas naciones-Estado, dibujadas de manera arbitraria por Francia e Inglaterra, las que no ten¨ªan nada de africano. Las potencias coloniales no pensaron en las personas que viv¨ªan en esos territorios. Solo pensaron en ellas mismas.
P. La novelista Taiye Selasi, de origen nigeriano y ghan¨¦s, pero nacida en Londres y educada en Estados Unidos, escribi¨® una tribuna en The Guardian donde se mostraba cr¨ªtica con la etiqueta ¡°¨¦tnica¡± que los medios han colgado a los escritores de origen africano y exigi¨® que se dejara de ¡°encasillarlos¡±. ?Est¨¢ de acuerdo?
R. S¨ª, tiene raz¨®n. Todo el mundo aspira a que seamos monol¨ªticos, incluso los propios africanos. Nacimos en el mismo continente y tendemos a hablar de ?frica en nuestros relatos, pero nuestros estilos y temas son bastante distintos. Dicho esto, en otros aspectos coincido menos con Selasi. Por ejemplo, cuando se niega a que la traten de escritora africana. A veces es como si estuviera negando ?frica. Yo s¨ª me identifico como africano.
P. Distintos escritores africanos se han mostrado igual de reticentes a que les denominen as¨ª. El poeta nigeriano Christopher Okigbo, que muri¨® luchando por la independencia de Biafra, o Ben Okri, el primer ganador africano del Booker en 1991, tambi¨¦n prefer¨ªan que se les llamara escritores a secas. ?C¨®mo lo explica?
R. Existen varias razones para entender ese rechazo. Cuando uno es africano, se espera que se sume a una est¨¦tica determinada, o incluso que act¨²e como una especie de embajador. Mi proyecto no consiste en eso, sino en describir de manera fidedigna el estado de las cosas. Yo no quiero ser embajador de nada. Algunos escritores prefieren distanciarse de esa supuesta lealtad al continente y aspiran a ser definidos por el mero hecho de escribir.
"Cuando uno es africano, se espera que se sume a una est¨¦tica determinada, o incluso que act¨²e como una especie de embajador. Mi proyecto no consiste en eso"
P. Su novela est¨¢ escrita en ingl¨¦s y utiliza una forma tan occidental como la novela, aunque la alterne con la tradici¨®n oral de su cultura. ?Encaja en la categor¨ªa algo anticuada de lo poscolonial?
R. S¨ª, no tengo problema en decir que mi novela es poscolonial. Y s¨ª, la he escrito en ingl¨¦s, aunque no creo que tenga tanta importancia. Es la lengua que nos impusieron y ahora ya no nos la podemos quitar de encima. Quiero creer que el ingl¨¦s nos pertenece tanto como a los brit¨¢nicos. Hay un libro que me gusta mucho: El dios de las peque?as cosas, de Arundhati Roy, que describ¨ªa el sistema de castas y los problemas de la India contempor¨¢nea derivados del proyecto colonial, aunque a partir del microcosmos familiar. En el fondo, con Los pescadores he aspirado a hacer lo mismo.
P. Lleva cuatro a?os viviendo en Estados Unidos. ?Ser¨ªa capaz de escribir un relato ambientado all¨ª?
R. Me cuesta mucho escribir sobre el lugar en el que vivo. Parte de mi segunda novela transcurre en Chipre, pero no la logr¨¦ escribir hasta que me march¨¦ de all¨ª. Siempre necesito esta distancia. Por ejemplo, si tuviera que describir este encuentro ahora mismo, dir¨ªa solo lo obvio. En cambio, si me espero hasta que caiga la noche, seguramente lograr¨¦ quedarme con lo importante. Necesito retirarme de la inmediatez para que lo vivido se convierta en algo manipulable y no lineal, susceptible de ser articulado de otra manera, como si me convirtiera en un dios capaz de recomponer las cosas a su gusto. Para m¨ª, en eso consiste escribir.
Los pescadores. Chigozie Obioma. Traducci¨®n de Dora Sales. Siruela (en catal¨¢n, Quaderns Crema). 296 p¨¢ginas. 19,95 euros.
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