La fuerza de lo salvaje

Entre los documentales de naturaleza que se han ido haciendo familiares en los cines a partir de la ¨²ltima d¨¦cada y media, quiz¨¢ sean los del franc¨¦s Jacques Perrin los que m¨¢s recorrido informativo, comercial y art¨ªstico han logrado. En N¨®madas del viento (2001) y Oc¨¦anos (2009) se notaba el esfuerzo de producci¨®n, y por tanto de dinero; los medios tecnol¨®gicos y econ¨®micos necesarios para que la imprescindible paciencia que va unida a la filmaci¨®n de este tipo de pel¨ªculas no quedara a la intemperie.

Unas caracter¨ªsticas que se repiten, aunque en un tono m¨¢s did¨¢ctico y familiar, en su nueva obra, una vez m¨¢s acompa?ado en la direcci¨®n por Jacques Cluzaud: Las estaciones, un recorrido por parte de la historia de la humanidad a trav¨¦s del d¨ªa a d¨ªa y los cambios estacionales de algunos de los animales que han acompa?ado a la raza humana en el periplo.

?Aunque la presencia de las personas, casi de soslayo, pero presencia al fin, otorgue un nuevo sentido al trabajo de Perrin y Cluzaud, e incluso lo lleve hasta una nueva dimensi¨®n de pensamiento, la pel¨ªcula es tanto mejor cuanto m¨¢s pura, cuanto menos explicativa, cuanto menos discursiva acerca de los destrozos de la raza humana, y cuanto menos interviene el lenguaje cinematogr¨¢fico, sus leyes de puesta en escena, sus planos, contraplanos y planos detalle. Es en el plano fijo de un oso aburrido de la lluvia agazapado en una rama y, sobre todo, en los momentos donde el encuadre captura la fuerza de la naturaleza cuando Las estaciones lleva al espectador hasta el rictus de dolor o incluso hasta el miedo f¨ªsico. Es en esas secuencias, con la m¨¢s salvaje pelea entre caballos que se recuerde en una pantalla o con el hocico de un jabal¨ª cazando ranas en una charca, donde la lucha por la vida, emocionante y atroz, te traspasa la piel.