Vida y misterio del mejor tablao flamenco
El ¡®Corral de la Morer¨ªa¡¯ cumple hoy 60 a?os de existencia. Su combinaci¨®n de alta gastronom¨ªa y flamenco atrae todas las noches a nacionales y extranjeros. Quien no lo conoce, no conoce Espa?a.
El tablao en el que han debutado y se han consolidado las principales estrellas del flamenco, es un vetusto bloque de hormig¨®n sostenido por unas vigas de acero. Tiene encima una gruesa cama de goma y, sobre ella, descansan unas tablas que hay que cambiar por lo menos cada mes. No es un simple escenario. Est¨¢ dise?ado como instrumento de percusi¨®n que amplifica la intensidad de quienes zapatean encima. En torno a ¨¦l hay una sucesi¨®n de mesas y sillas en las que todas las noches, desde hace 60 a?os, y de un tiempo para ac¨¢ en dos turnos, un centenar de personas disfrutan la combinaci¨®n de una cena exquisita y un espect¨¢culo del mejor cante, toque y baile.
Una somera revisi¨®n de la lista de quienes han pisado este tablao revela su nivel: Antonio Gades, Paco de Luc¨ªa, La Fernanda y La Bernarda, Lucero Tena, La Chunga, El Cigala¡ En 60 a?os, todos han pasado por aqu¨ª. ¡°Mi marido supo armar el mejor elenco del mundo¡±, afirma Blanca del Rey.
Junto al Viaducto de Madrid, el Corral de la Morer¨ªa acoge a nacionales y extranjeros en donde antes s¨®lo hab¨ªa vacas. Su fundador, Manuel del Rey, se fij¨® en este sitio de muros altos y anchos el d¨ªa que se propuso tener su propio negocio. Hab¨ªa nacido y crecido en una familia de emprendedores hosteleros. Sus abuelos hicieron de Casa Camorra uno de los restaurantes m¨¢s emblem¨¢ticos de la capital espa?ola en el ocaso del siglo XIX y sus padres hab¨ªan hecho famosas las paellas de Riscal. As¨ª que, quiz¨¢ por superar esas haza?as, al hombre que se convertir¨ªa en anfitri¨®n de estrellas de cine, se le ocurri¨® juntar gastronom¨ªa y entretenimiento. ¡°?La gente comiendo mientras tiene enfrente un espect¨¢culo? ?Imposible, hijo m¨ªo!¡±, le dijo su padre. Pero pudo m¨¢s el entusiasmo del hijo y no tardaron en ir juntos a ver la vaquer¨ªa que poco despu¨¦s ser¨ªa uno de los epicentros de las noches madrile?as. Enseguida le encomendaron las reformas del lugar a un arquitecto italiano, su hermano trajo algunas antig¨¹edades para reforzar la decoraci¨®n, le encargaron al pintor Juan Barba un gran cuadro que presidiera el tablao (y toda la sala), contrataron a un jefe de cocina que preparara un men¨² afrancesado, a media docena de camareros elegantes, a un cuadro flamenco y le abrieron la puerta al p¨²blico la noche del 20 de mayo de 1956.
De esta manera, el olor a esti¨¦rcol fue remplazado por aromas de perfumes caros y vinos selectos y los mugidos de las vacas sustituidos por el quej¨ªo brav¨ªo del flamenco. El arte y la alegr¨ªa se hab¨ªan colado en la Espa?a oscura de entonces y, sin embargo, la afluencia de gente era m¨¢s bien escasa. Por eso Manuel del Rey, al que ya traban de Don, decidi¨® traer a Pastora Imperio, una artista sevillana que se hab¨ªa hecho madura en los teatros de toda Espa?a y Latinoam¨¦rica y en los plat¨®s cinematogr¨¢ficos. ¡°En ese entonces ella ya estaba medio retirada y, al principio, puso muchos pretextos: que si un pianillo, que si un camerino. Hubo que insistirle y al final dijo: ¡®bueno, pero con dos condiciones: quiero todos los d¨ªas mil pesetas y mi cena a la carta.¡¯ Como Pastora estaba muy bien relacionada con la alta sociedad, iba a atraer a todo el mundo. As¨ª que hab¨ªa que aceptar lo que pidiera. Y funcion¨®. Con su debut, el Corral de la Morer¨ªa comenz¨® su ascenso imparable¡±, cuenta Juan Manuel del Rey, sucesor de su padre, fallecido en 2006, al frente de este emblem¨¢tico establecimiento.
Con sus mejores atuendos, los principales personajes del mundillo de la far¨¢ndula y la pol¨ªtica llegaban todas las noches para dejarse ver. Los fot¨®grafos y reporteros de sociedad tambi¨¦n comenzaron a ir. Las estrellas de Hollywood que pasaban por Espa?a o ven¨ªan a filmar aqu¨ª sus pel¨ªculas aparec¨ªan por sorpresa. Y daban la nota. Una noche, por ejemplo, Ava Gardner estaba viendo el espect¨¢culo cuando, de pronto, un hombre que apuraba un whisky en la barra le clav¨® la mirada y la llam¨® con el dedo ¨ªndice. La actriz fue hasta ¨¦l y casi al instante los dos comenzaron a discutir. Antes de irse, ¨¦l le dio una bofetada a ella. Ese hombre era Frank Sinatra, quiz¨¢ molesto por los rumores que relacionaban al ¡°animal m¨¢s bello del mundo¡± con el torero Luis Miguel Domingu¨ªn.
De las visitas de las grandes luminarias al Corral de la Morer¨ªa dan fe un mont¨®n de instant¨¢neas, algunas de ellas colgadas en el recibidor del lugar. Ah¨ª est¨¢n, en blanco y negro o a color, sonrientes o incluso bailando, Raquel Welch, Gina Lollobrigida, Jack Lemon, Federico Fellini, Lana Turner, Omar Shariff, Rock Hudson, Jude Law, Claudia Cardinale, Cantinflas, Marlon Brando, Liza Minelli, Harrison Ford, James Cameron, Mariah Carey, Natalie Portman, Benicio del Toro, Demi Moore, Sarah Jessica Parker, Hugh Grant, Jennifer Aniston¡ Quien no conoce el Corral de la Morer¨ªa no conoce Espa?a, parecen decir todos y cada uno de ellos.
Una d¨¦cada antes de que se inaugurara el que hoy es considerado ¡°el mejor tablao flamenco del mundo¡± seg¨²n el Festival Internacional de Las Minas, en C¨®rdoba hab¨ªa nacido Blanca ?vila Molina, una ni?a que se qued¨® hu¨¦rfana de padre a los tres a?os, edad en la que comenz¨® a ir a Radio Chupete, el programa infantil de la EAJ24, Radio C¨®rdoba, para cantar y bailar. ¡°Hab¨ªa un teatrito y la gente llevaba a los ni?os, a ver qu¨¦ hac¨ªan: uno se sub¨ªa al escenario, otro lloraba, aquel se bajaba, la otra cantaba¡ ?aquello era un espect¨¢culo! Pon¨ªan Ay tani, mi tani y yo bailaba. Mi madre vio en mi tal facilidad para el baile que me estimulaba. Y como no pod¨ªa llevarme a Sevilla a estudiar danza y en C¨®rdoba no hab¨ªa academias, pues¡ as¨ª hab¨ªa que empezar. Por eso digo que yo soy tierra de secano, ?sabes? No soy tierra de regad¨ªo. Y creo que aprend¨ªa por ¨®smosis. Dec¨ªa Maurcie B¨¦jart que mientras en Europa el arte se cuelga en las paredes, en Andaluc¨ªa se vive en las calles. Y es verdad: en todas las fiestas, ferias, bautizos, romer¨ªas, ?a bailar! Es una formaci¨®n natural, ?no?¡±, dice la bailaora que creci¨® en una pensi¨®n.
¡°Mi madre ten¨ªa la pensi¨®n en la calle de La Plata, de C¨®rdoba, que es donde yo nac¨ª. Ah¨ª se pon¨ªa una coja con un pianillo a tocar. Y yo me pon¨ªa llorar si no me llevaban a bailar a donde se pon¨ªa la coja con su pianillo. Entonces bajaba y la coja se entusiasmaba. Detr¨¢s de la pensi¨®n hab¨ªa un caf¨¦ cantante, que se llamaba El Bolero. Y mi madre le alquilaba una habitaci¨®n a la cantante principal de ese caf¨¦. Entonces, muchas veces, yo me iba con la cantante a ver c¨®mo se arreglaba y luego, si se pod¨ªa, iba al caf¨¦ y, en un descanso de los artistas, me pon¨ªa a bailar. Bueno, pues como no pod¨ªa ir a una academia, me apunt¨¦ a los Coros y Danzas de Espa?a, una organizaci¨®n que hab¨ªa creado Franco para ense?ar y conservar nuestro folclor. Era lo que hab¨ªa. Pero, ?sabes?, no poder ir a una academia a Sevilla tuvo una ventaja: haber aprendido libremente, sin cuadricularme¡±, afirma la mujer que ha recibido, entre otros galardones, el Premio Nacional de Flamenco, y es una fuente inagotable de an¨¦cdotas.
Gracias a que formaba parte de los Coros y Danzas de Espa?a, a los 12 a?os pudo debutar en el tablao cordob¨¦s llamado El Zoco. ¡°?Qu¨¦ habr¨¦ bailado ese d¨ªa? No me acuerdo. Porque en esa ¨¦poca los que bail¨¢bamos no cont¨¢bamos pr¨¢cticamente para nada. Hab¨ªa que estar atento: a ver qu¨¦ va a cantar el maestro. Y el maestro dec¨ªa: voy a cantar por serranas, un cante de origen campesino. Y t¨² dec¨ªas: ?pero s¨ª yo no he bailado serranas en mi vida! Ay, qu¨¦ angustia. Uno escuchaba y dec¨ªa, con la boca seca, sudando: esto es como una seguiriya. Y comenzaba a mover las manos y a bailar como si fuera una seguiriya. As¨ª hasta que me familiaric¨¦ con la serrana, que es m¨¢s lenta. Uno ten¨ªa que estar atento a los tiempos, a ver d¨®nde ca¨ªa el comp¨¢s. Todo era una mezcla de triunfo y sufrimiento. La m¨ªa fue una escuela dura, pero fue la mejor escuela que pude tener.¡±
Dos a?os despu¨¦s de aquel debut en El Zoco, un empresario madrile?o la vio bailar y le propuso irse a Madrid. ¡°Mi madre y yo dijimos que s¨ª al instante porque eso significaba consolidar mi carrera¡±, puntualiza. Madre e hija hicieron las maletas y Blanca La Platera, su nombre art¨ªstico en aquel momento, se present¨® ante la gente que iba a las Cuevas de Nemesio. Para entonces, Manuel del Rey ya estaba enterado de la existencia de esta joven promesa del baile. ¡°Un pintor que se llama Gin¨¦s Li¨¦bana le hab¨ªa hablado de m¨ª: ¡®hay una ni?a de C¨®rdoba que tienes que traer al Corral de la Morer¨ªa, Manuel,¡¯ le dec¨ªa. Pero como yo estaba muy peque?a¡ don Manuel no se animaba. Cuando se enter¨® de que estaba aqu¨ª, bailando en la competencia, en las Cuevas de Nemesio, dijo: ¡®?ay, c¨®mo es posible, tr¨¢iganme a esa muchachita!¡¯¡±, recuerda Blanca, quien dice haberse emocionado mucho al entrar por primera vez al tablao m¨¢s codiciado por el p¨²blico y los artistas. ¡°?Mi madre y yo entramos en el templo! Fue maravilloso ver por dentro el Corral de la Morer¨ªa. Nos sentamos a hablar con ¨¦l: ¡®pero se?ora, ?c¨®mo ha permitido que la ni?a se presente en las Cuevas de Nemesio antes que aqu¨ª?¡¯ Y ella: ¡®pues como usted no nos llamaba¡¡¯ Dijo ¨¦l: ¡®pues digan all¨¢ que se tienen que ir a C¨®rdoba porque ha fallecido un familiar. Ustedes no se van, claro: se quedan aqu¨ª y las mantengo durante una semana.¡¯ Entonces fue mi madre a las Cuevas de Nemesio: ¡®mire, es que se ha muerto un familiar y nos tenemos que ir a C¨®rdoba¡¡¯ y no s¨¦ qu¨¦.¡±
Pasada aquella semana de ¡°despiste¡±, Blanca se subi¨® al tablao que ser¨ªa el escenario principal del resto de su carrera y casi enseguida dej¨® de llamarse Blanca La Platera, para ser Blanca del Rey. ¡°Manuel me dijo que necesitaba un nombre m¨¢s redondo: ¡®?qu¨¦ te parece si llevas mi apellido? Porque Blanca ?vila, pues¡ ya est¨¢ Mar¨ªa de ?vila, la famosa bailarina cl¨¢sica. Pero Blanca del Rey suena bien.¡¯ Yo acept¨¦. Pero mi actuaci¨®n no llegaba a las 12 de la noche, ?eh? Porque era menor de edad. Cuando se enteraron en las Cuevas de Nemesio que yo estaba aqu¨ª, pusieron la voz en grito y lleg¨® uno y dijo: ¡®?esta ni?a tiene un contrato en blanco con nosotros!¡¯ Y le dice Manuel: ¡®?una ni?a con un contrato en blanco? ?Usted no sabe que eso es denunciable? ?Y lo firm¨® la madre o lo firm¨® la ni?a?¡¯ La ni?a. ¡®Ah, entonces no sirve de nada.¡¯ Y lo ech¨®¡±, recuerda ahora, con una risa p¨ªcara, la mujer que fue elegida por Maurice B¨¦jart para protagonizar Carte Blanche en el Festival Internacional de Danza de 2001, en G¨¦nova (Italia).
No se sabe el momento extracto en el que entre Blanca y don Manuel surgi¨® el amor, pero un d¨ªa, cuando ella ten¨ªa 16 a?os, ¨¦l tom¨® la iniciativa y confes¨® que le gustaba ¡°la ni?a.¡± ¡°Habl¨® con mi madre. Dijo: ¡®usted va a estar con nosotros siempre y los tres vamos a salir.¡¯ Entonces, los tres ¨ªbamos al cine. ?l quer¨ªa casarse cuanto antes, pero hubi¨¦ramos tenido que hacer mucho papeleo. Bueno, a¨²n as¨ª tuvimos que hacer algo de papeleo. Porque me cas¨¦ a los 20, y entonces la mayor¨ªa de edad era a los 21.¡±
¡ª?Y c¨®mo fue la boda?
¡ªA la iglesia fueron los artistas que se presentaban en el Corral y al final de la misa todos bailaron ah¨ª, ante el asombro del sacerdote. No hicimos fiesta porque hac¨ªa dos meses que se hab¨ªa muerto un t¨ªo de mi marido y est¨¢bamos de luto, porque entonces los lutos eran muy en serio, ?eh? Pero toda la familia nos fuimos a cenar a un sitio de mariscos muy selecto que hab¨ªa en la Gran V¨ªa, llamado Bajamar. Y la noche de bodas la pasamos en un hotel del Paseo de la Castellana. Recuerdo que, al despedirme de mi madre, yo lloraba y lloraba.
¡ª?En esa ¨¦poca, la diferencia de edad entre ustedes dos no fue un obst¨¢culo para casarse?
¡ªS¨ª, s¨ª. ?l me llevaba varios a?os y desde el principio hubo mucha oposici¨®n por parte de mi familia. Por parte de mi madre, sobre todo. Porque, adem¨¢s, yo renunci¨¦ a muchos contratos importantes de cine que me ofrec¨ªa una productora americana. Mi madre dec¨ªa: ¡®?es que renuncias a lo m¨¢s importante, hija m¨ªa: ser t¨² misma!¡¯ Mi madre era muy cordobesa, s¨ª. Pero yo lo adoraba a ¨¦l.
Por amor, Blanca no s¨®lo renunci¨® al cine sino tambi¨¦n a bailar. Pas¨® diez a?os sin subirse al tablao. ¡°Es que eran unos a?os en los que las mujeres ten¨ªamos que estar en casa. Espa?a estaba retrasada respecto al resto de Europa. Est¨¢bamos en una burbuja herm¨¦tica. Y, claro, al hombre le cost¨® trabajo admitir que la mujer ten¨ªa derecho a desarrollarse profesionalmente. Manuel me hab¨ªa dicho: ¡®si te casas conmigo, el baile fuera.¡¯ Me lo dijo a m¨ª y se lo dijo a mi madre. Por eso mi madre tampoco quer¨ªa que me casara. Pero yo acept¨¦ porque estaba s¨²per enamorad¨ªsima.¡±
Dice Blanca del Rey que no se arrepiente de esa d¨¦cada ¡°apartada¡± del arte. Porque tuvo y cri¨® a sus hijos, Juan Manuel y Armando. Pero lleg¨® el d¨ªa en que para poder seguir viva tuvo que volver a bailar. ¡°El cuerpo me lo ped¨ªa. Ten¨ªa una depresi¨®n camuflada, una anemia emocional. ?Lo que es la mente! Me pon¨ªa triste y me pon¨ªa mala y me entr¨® un cansancio que me asfixiaba cuando daba un paseo y me ahogaba. Claro, como yo sab¨ªa que no pod¨ªa ni siquiera plantear el hecho de volver a bailar¡ En fin: todo eso estaba contenido. Fui a un psic¨®logo y dijo: ¡®lo que Blanca necesita es bailar.¡¯ Y convenci¨® a mi marido.¡± Pero su regreso al tablao no fue total y permanente. ¡°La cosa fue despacio. Fui rompiendo cascarones, como las matrioskas rusas. Al principio fue: ¡®se va Lucero Tena una semana, que baile Blanca.¡¯ Y yo, sin preparaci¨®n ni nada, sal¨ªa arriba. Y el m¨¦dico le dec¨ªa a Manuel: ¡®mira la enferma, Manolo¡¯ [r¨ªe] La decisi¨®n con la que sal¨ª totalmente del cascaron fue cuando decid¨ª hacer el programa de danza de La 2 (TVE). Eso s¨ª, yo le dije a mi marido: ¡®si hago este programa, me tengo que preparar. Y cuando yo me prepare a fondo, ya no dar¨¦ un paso atr¨¢s. Y no es que te lo est¨¦ consultando, te lo estoy informando.¡¯ Y as¨ª fue. Me prepar¨¦, hice el programa, volv¨ª a bailar y hasta form¨¦ mi propia compa?¨ªa.¡±
Blanca del Rey cuenta todo esto con el pelo bien recogido, los ojos bien delineados, el pantal¨®n y la chaqueta muy negros, la blusa muy blanca, la sonrisa estampada en el rostro y la generosidad desbordada. Est¨¢ sentada en el Sal¨®n Gastron¨®mico del Corral de la Morer¨ªa, un espacio exclusivo de paredes de ladrillo rojo, donde s¨®lo caben cuatro mesas, y que antes era el piso de la portera del edificio. Sobre la mesa de mantel negro desfilan algunos de los mejores platos que ofrece la carta de este lugar. Se trata de manjares como una lubina salvaje con espuma de albahaca, un bacalao con salsa de callos, un meloso de ternera, cocinado durante tres d¨ªas a baja temperatura y que por eso tiene que comerse con cuchara, y un huerto cordob¨¦s, con ¡°tierra¡± de aceitunas negras, base de salmorejo y mini verduritas de temporada, creado por Salvador Brugu¨¦s (descubridor de la cocina al vac¨ªo). Todo maridado con vinos de Jerez, seleccionados por Juan Manuel del Rey, que con el paso del tiempo se ha convertido en todo un en¨®logo. Sirve, por ejemplo, el moscatel m¨¢s viejo del mundo. Y lo hace despu¨¦s de haber recurrido en dos o tres ocasiones a un Coravin (un gadget que permite servir el vino sin abrir la botella, gracias a una fina aguja que atraviesa el corcho). ¡°?La sacas y no se ha abierto!¡±, dice Juan Manuel para rematar el impacto que produce ¡°el m¨¢gico y sorprendente cacharro.¡±
Madre e hijo comen, beben y conversan con sus interlocutores rodeados por unas amplias fotos que cuelgan de las paredes. En el fondo negro de un escenario, aparece retratada Blanca del Rey el d¨ªa que bail¨® por ¨²ltima vez su coreograf¨ªa m¨¢s representativa: la Sole¨¢ del Mant¨®n, una especie de lamento flamenco, cuya poes¨ªa sonora y de movimiento sacude las emociones. Un mant¨®n bordado y de densos flecos gira y vuela y acaricia y abraza a la bailaora, bajo el ritmo de las guitarras, las palmas y el cante jondo. Ese mant¨®n, bien manipulado por las manos de Blanca ¡ªcon una mezcla de cari?o y coraje¡ª, es capa, es vestido, es capote, es cobija y es ella, al fundirse con ¨¦l, mientras atraviesa distintos estados de ¨¢nimo ¡ªde la angustia a la alegr¨ªa, pasando por la pasi¨®n y el desenfreno¡ª. Baila Blanca y con sus quiebros y acentos zapateados convierte la cat¨¢strofe en belleza. ?C¨®mo no acabar con el coraz¨®n a punto de salirse del pecho?
¡°Pero todo surgi¨® improvisando, ?eh?¡±, cuenta la mujer que en 2006 obtuvo el Premio Santo Tom¨¢s de Aquino (el m¨¢ximo galard¨®n para un los flamenc¨®logos). ¡°Porque las creaciones: o las elaboras mucho o salen de forma espontanea y alguien se da cuenta. Est¨¢bamos ensayando mi vuelta a los escenarios, en el a?o 80. Termino de bailar una ca?a, me quito la bata de cola y me quedo con vestido corto para empezar a ensayar las alegr¨ªas. En eso, viene mi madre con un regalo que me hab¨ªa hecho el t¨ªo de mi marido, un mant¨®n antiguo, blanco y negro, que ahora est¨¢ hecho girones y guardado, como pionero que fue. En ese momento los m¨²sicos hab¨ªan empezado a tocar una sole¨¢. Yo cog¨ª el mant¨®n y, de repente, me puse a bailar con ¨¦l. Empiezo a hacer varios movimientos y, cuando acaba la canci¨®n, me dice mi marido, que estaba sentado vi¨¦ndonos: ¡®?has visto lo que has hecho?¡¯ Y yo: ¡®no, ?qu¨¦?¡¯ Y ¨¦l: ¡®?lo que has hecho con el mant¨®n! Eso lo tienes que poner en el espect¨¢culo. Y si no lo pones era una cobarde.¡¯ ?Uy!, mira que decirme eso a m¨ª¡ Hice una peque?a estructura y lo present¨¦. La verdad, me daba p¨¢nico que el mant¨®n se me enganchara. Como un a?o despu¨¦s, me dice mi marido: ¡®bueno, ya ha pasado mucho tiempo, tienes que desarrollar eso que creaste.¡¯ Y lo pens¨¦ m¨¢s y lo trabaj¨¦ y poco a poco fue creciendo. Porque hace falta mucha sensibilidad para coger, mover y soltar el mant¨®n con los dedos de las manos.¡±
Hace falta, tambi¨¦n, mucha sensibilidad para seleccionar a los artistas que se presentan en el Corral de la Morer¨ªa. Dice Blanca del Rey, su directora art¨ªstica: ¡°me fijo mucho en la actitud, en la t¨¦cnica del baile. Es que yo ya, a mi edad, veo muchas cosas. S¨®lo al ver su actitud, ya s¨¦ c¨®mo respira. Si es un arrogante, no me interesa. Los arrogantes se quedan a mitad de cocci¨®n. La arrogancia te lleva a la ignorancia de ti mismo, que es lo m¨¢s triste. Yo no quiero trabajadores del arte, yo quiero artistas. De esta manera llegan aqu¨ª los mejores.¡± En efecto, una somera revisi¨®n de la lista de quienes han pisado este tablao revela su nivel: Antonio Gades, Paco de Luc¨ªa, La Fernanda y La Bernarda, Lucero Tena, La Chunga, El Cigala¡ En 60 a?os, todos han pasado por aqu¨ª. ¡°Mi marido supo armar el mejor elenco del mundo¡±, apostilla.
Manuel del Rey era gato y de derechas. ¡°Totalmente gato: de bisabuelos, abuelos y padres madrile?os. Su bisabuelo ten¨ªa el antiguo restaurante de la cuesta de las Perdices, La p¨¦rgola, a donde iba Alfonso XIII a comer. Y el abuelo ten¨ªa sus famosas paellas del Riscal. Mira: Manuel era de derechas. Pero no muy. Era muy inteligente para ser muy de derechas. ?l, de Blas Pi?ar, nada, ?eh? Digamos que ¨¦l pensaba que la derecha ten¨ªa muchas cosas buenas. Pero aqu¨ª recib¨ªa muy bien a los comunistas o socialistas. Tito Fern¨¢ndez o Paco Rabal, que eran de izquierdas, eran sus amigos. Aqu¨ª ven¨ªan Rosales, Alberti, Picasso. En fin. Pero lo m¨¢s importante de Manuel era su esp¨ªritu joven. Era un hombre muy elegante. ?l mismo se dise?aba varios de sus trajes. Ten¨ªa la solapa distinta a todo el mundo. Ten¨ªa m¨¢s de 2000 corbatas y algunas tambi¨¦n las dise?aba ¨¦l. Se muri¨® a los 84. Pero no los representaba. Fue todo para m¨ª. Me dio dos hijos maravillosos y ¨¦l era muy especial y seguir¨¦ casada con ¨¦l toda mi vida. Es el ¨²nico hombre de mi vida. Porque existen los amores para toda la vida, no lo dudes¡±, dice con los ojos humedecidos por los recuerdos y los sentimientos.
Cuando uno cruza la antigua y angosta puerta del Corral de la Morer¨ªa, la vista se topa con una dorada y voluminosa m¨¢quina registradora, que est¨¢ en medio de una mesa color marr¨®n del siglo XVII. Las fotos de famosos que han pasado aqu¨ª, colgadas en la pared, se cambian de vez en cuando. Entre los m¨¢s recientes est¨¢n Sara Carbonero e Iker Casillas y Justin Bieber, quien vino hace casi tres a?os. ¡°Fue uno de los d¨ªas m¨¢s complicados: tuvieron que venir los antidisturbios, porque vinieron muchos fans y a ¨¦l lo tuvimos que sacar por el portal, porque no le pod¨ªamos sacar por la puerta principal¡±, recuerda Juan Manuel del Rey.
En el sal¨®n principal hay un cuadro, cerca de una ventana, en el que est¨¢ atrapada una estampa de los comensales vestidos de gala que se pod¨ªan ver en ¡°las noches legendarias¡± los primeros a?os del tablao. En todas las dem¨¢s paredes tambi¨¦n hay cuadros: de toreros, sobre todo. Las sillas de madera (¡°de estilo castellano¡±) tienen las iniciales CDLM en el respaldo. Pasando la barra, en un extremo del interior de la cocina, una escalera da al s¨®tano. Ah¨ª se encuentran los camerinos de los artistas y un estudio para los ensayos.
El cuadro del tablao se llama Pelando la pava y dice Blanca del Rey que ¡°es el ¨²ltimo gran cl¨¢sico.¡± Lo pint¨® Juan Barba y tiene gui?os a Goya, a Vel¨¢zquez y a Zurbar¨¢n y en los 60 a?os del Corral no ha necesitado ning¨²n retoque. ¡°Mi padre le dijo al pintor: ¡®Juan, me gustar¨ªa que me pintaras un cuadro con motivos flamencos para el Corral.¡¯ Juan le dijo: ¡®vale, si quieres yo te pinto un cuadro, pero te voy a pintar lo que me d¨¦ la gana¡¯¡±, cuenta Juan Manuel, quien resalta el sonido y la iluminaci¨®n de este espacio. ¡°Todo es como lo que hay en un teatro. El sonido es muy sutil, un apoyo al sonido natural. Lo cual es complicado porque, en un peque?o espacio se mezcla la voz, los monitores de los artistas y el p¨²blico. Pero aqu¨ª hay una buena ac¨²stica. El escenario est¨¢ por encima de las mesas y el sonido viaja por todo el sal¨®n sin barreras.¡±
La noche en que Blanca y Juan Manuel recibieron a EL PA?S en la que fue la casa de las vacas y hoy es un templo sagrado del flamenco, el espect¨¢culo corri¨® a cargo de Juan Andr¨¦s Maya y Alba Heredia al baile; Amparo Heredia, Pepe Jim¨¦nez ¡°El Bocadillo¡±, Antonio Ingueta y Pedro Jim¨¦nez ¡°Perrete¡± al cante; y Basilio Garc¨ªa y Juan Jim¨¦nez a la guitarra. La anfitriona subi¨® al escenario y present¨® a este grupo de artistas como ¡°un reducto de pureza¡±, un conjunto de talentos ¡°que evoluciona sin perder la esencia.¡± Juan Andr¨¦s bail¨® con la enjundia de un toro. A veces brav¨ªo, a veces herido, siempre con furia creativa. ¡°Es que baila con el alma, al ritmo de su coraz¨®n¡±, arguy¨® Blanca del Rey mientras lo ve¨ªa, mezclada entre el p¨²blico. Al final, la bailaora que debut¨® aqu¨ª a los 14 a?os volvi¨® a subir al tablao. Estaba emocionada ¡ªcomo todos los all¨ª presentes, que parec¨ªan tener el alma inflamada¡ª, cogi¨® el micr¨®fono de nuevo, resalt¨® la importancia del flamenco, ¡°que es un desconocido para muchos, sobre todo para los espa?oles, que es lo m¨¢s triste¡±, y entonces ella, que oficialmente ya est¨¢ retirada, se puso a bailar con Juan Andr¨¦s, como pose¨ªda por la magia del momento.
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