El Pana pide a los m¨¦dicos que le dejen morir
El torero mexicano qued¨® tetrapl¨¦jico tras una cogida durante una corrida el pasado 2 de mayo
Rodolfo Rodr¨ªguez, El Pana, ha vuelto al ruedo. No ha sido una decisi¨®n f¨¢cil. El torero yace ahora mismo en una cama de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Civil de Guadalajara (M¨¦xico). Tetrapl¨¦jico por una cogida sufrida a principios de mes, no puede moverse, ni apenas hablar. La respiraci¨®n asistida se lo impide. Pero ha reunido las pocas fuerzas que a¨²n le quedan y, sin m¨¢s espada que su determinaci¨®n, ha pedido a su familia y a los m¨¦dicos que le dejen morir.
El matador perdi¨® su suerte el pasado 2 de mayo en una plaza de Durango. En el segundo toro, de nombre Pan franc¨¦s, sufri¨® una embestida, seca y luciferina dicen los que la vieron, que le hizo estrellarse de cabeza contra el albero. Ah¨ª qued¨® clavado su destino.
Los m¨¦dicos le diagnosticaron una lesi¨®n cervical severa con fractura de tres cuerpos vertebrales. En el hospital, le practicaron una traqueotom¨ªa e intentaron reparar las v¨¦rtebras. A sus 64 a?os, de nada sirvi¨®. Inm¨®vil y sometido a ventilaci¨®n mec¨¢nica, el diestro sufri¨® un paro cardiaco y vio diluirse el color de la vida.
Los m¨¦dicos han decidido evitar cualquier encarnizamiento terap¨¦utico. Saben que la vida del paciente pende de un hilo
Supo entonces, sin perder en ning¨²n momento la consciencia,que ya nunca m¨¢s se mover¨ªa ni respirar¨ªa por s¨ª mismo.¡°Las lesiones son irreversibles, no hay curaci¨®n posible¡±, detalla el director del hospital, Francisco Mart¨ªn Preciado Figueroa. En ese estado, el matador empez¨® a comunicarse con familiares y m¨¦dicos. Movimiento de labios, susurros casi inaudibles, miradas, parpadeos, incluso sonrisas. As¨ª hizo saber su ¨²ltima voluntad: ¡°Doctor, d¨¦jeme morir¡±.
Los m¨¦dicos han decidido evitar cualquier encarnizamiento terap¨¦utico. Saben que la vida del paciente pende de un hilo. ¡°Actuaremos con criterio ¨¦tico y no iremos m¨¢s all¨¢ de lo necesario¡±, explica el doctor Preciado, ¡°es muy posible que sobrevengan situaciones que se ajusten a su voluntad. Ahora mismo, su esperanza de vida se mide por turnos¡±.
Desde que El Pana hizo su petici¨®n, ha perdido inter¨¦s por el mundo. Sus latidos son cada vez m¨¢s lentos y la fiebre no le abandona. ¡°No quiere comunicarse, cierra los ojos y evita mirarte¡±, dice el m¨¦dico. En el aire flota un comp¨¢s de espera. Pero tambi¨¦n un desaf¨ªo.
Quiz¨¢ el envite sea una respuesta a los que tanto se burlaron de ¨¦l. Sus ademanes excesivos, el falso acento andaluz, los habanos como trabucos, le hicieron durante a?os el hazmerre¨ªr de los puristas y le vetaron de los grandes cosos. M¨¢s personaje que figura, quiso ser estrella, pero nunca dej¨® de ser humano. Hijo de un polic¨ªa judicial asesinado, se lanz¨® al ruedo por necesidad. Vendi¨® gelatinas, trabaj¨® de sepulturero, amas¨® panes (de ah¨ª el mote) y m¨¢s de una noche la pas¨® en la c¨¢rcel. Fue un torero del hambre, no de la gloria. ¡°Yo vengo de una ¨¦poca en la que uno quer¨ªa torear para triunfar y comprarle una casa a su madre, ahora los chavales quieren vender la casa de la madre para ser toreros¡±, lleg¨® a decir.
Bravuc¨®n y perdulario, cay¨® en los vicios del alcohol y amag¨® con retirarse en numerosas ocasiones
Bravuc¨®n y perdulario, cay¨® en los vicios del alcohol y amag¨® con retirarse en numerosas ocasiones. Y fue en una de sus falsas despedidas donde, por un instante, brillaron las luces de la fama. El 7 de enero de 2007, en la Monumental de M¨¦xico, decidi¨® dar un adi¨®s que retumbase tanto como el desprecio que le hab¨ªa acompa?ado a lo largo de sus 28 a?os de carrera. Ante decenas de miles de aficionados, en una corrida retransmitida por televisi¨®n y que segu¨ªa el mismo presidente Felipe Calder¨®n, espet¨®: ¡°Brindo por las damitas, damiselas, princesas, vagas, salinas, zurrapas, suripantas, vulpejas, las de tac¨®n dorado y pico colorado, las putas, las bu?is, pues mitigaron mi sed y saciaron mi hambre y me dieron protecci¨®n y abrigo en sus pechos y en sus muslos, y acompa?aron mi soledad. Que Dios las bendiga por haber amado tanto¡±.
Eso dijo y despu¨¦s, evidentemente, volvi¨® al mundo de los toros. Inici¨® entonces un cresp¨²sculo l¨¢nguido, como su estilo, que le llev¨® a ser el matador con m¨¢s a?os en las plazas de M¨¦xico. Hasta el pasado 2 de mayo.
Esa es la historia de El Pana. Ahora, los m¨¦dicos aseguran que nunca m¨¢s podr¨¢ torear. Posiblemente est¨¦n en lo cierto. Pero no lo es menos que, a¨²n preso de s¨ª mismo, ha lanzado su ¨²ltimo desaf¨ªo desde la cama del hospital. Gane o pierda, ya da igual, la suerte est¨¢ echada.
Babelia
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