Espesa corrida de expectaci¨®n
Otra tarde en blanco en la que destac¨® el valor y la entrega del joven Jos¨¦ Garrido, que confirm¨® la alternativa
La corrida estaba cargada de expectaci¨®n y result¨® un fiasco de marca mayor, y a ello contribuyeron los toros y los que se vistieron de toreros. Muy mansas, descastadas, sosas y paradas resultaron las reses de Alcurruc¨¦n, pero los de luces y los de plata no contribuyeron a la mejora del espect¨¢culo por falta de ideas, quiz¨¢, por des¨¢nimo o por cansancio, vaya usted a saber. La lidia fue un suced¨¢neo de torer¨ªa, tanto la de a pie como a caballo; excesivo y incomprensible desorden en casi todos los toros, no hubo lucimiento con el capote, aunque s¨ª intentos bald¨ªos, ni un solo de par de banderillas que se sostuviera en el recuerdo m¨¢s all¨¢ del momento de su ejecuci¨®n, ni un puyazo medio qu¨¦¡ Y las faenas de muleta, un sue?o sopor¨ªfero, insulso y vac¨ªo y, a veces, eterno, como la labor de Castella a su primero, que no encontr¨® la manera de acabar porque le quiso demostrar al tendido 7 no se sabe qu¨¦¡ Le dieron un aviso cuando andaba por la s¨¦ptima tanda y continu¨® despu¨¦s de los clarines con otra que acab¨® en un circular inacabado. En fin, sopor. De ese mismo tendido 7 sali¨® una voz al un¨ªsono que titul¨® el festejo en dos palabras: un petardo. Pues eso.
Y todo ello sucedi¨® a pesar de los buenos deseos del joven Jos¨¦ Garrido, que se present¨® en Las Ventas muy serio, muy digno y muy valiente. Espectacular, sin ninguna duda, fue el comienzo de faena a su primero. Se plant¨® de rodillas en el centro del ruedo, cit¨® de largo al toro, que acudi¨® con codicia y velocidad; y lo mulete¨® con la mano derecha de verdad, con pases profundos, templados y mandones hasta cerrar la tanda con un espectacular pase de pecho aun de hinojos.
Pero el fundado rumor de faena grande se difumin¨® al instante. El chaval se plant¨® en la arena, pero la supuesta casta de su oponente desapareci¨® y dio paso a una soser¨ªa impropia del toro bravo. Lo intent¨® Garrido, y se gan¨® una voltereta sin consecuencias. Pero no hubo m¨¢s porque el toro acab¨® rajado. Y continu¨® en el sexto con el ¨¢nimo renovado y dispuesto a demostrar que a valor no le gana nadie. En un alarde innecesario volvi¨® a arrodillarse en un quite para dar dos largas afaroladas y dos capotazos m¨¢s con el percal en la espalda que a poco le cuesta un disgusto y no aport¨® nada a su labor. Lo intent¨® de manera infructuosa porque el toro no ten¨ªa gasolina en el alma, y acab¨® d¨¢ndose un arrim¨®n cuando ya el animal ped¨ªa a gritos su pase al otro mundo.
Alcurruc¨¦n/El Juli, Castella, Garrido
Toros de Alcurruc¨¦n, correctamente presentados, mansos, sosos y descastados.
El Juli: media trasera, ocho descabellos _aviso_ y un descabello (pitos); estocada (silencio).
Sebasti¨¢n Castella: _aviso_ pinchazo y estocada baja (silencio); estocada ca¨ªda (silencio).
Jos¨¦ Garrido, que confirm¨® la alternativa: estocada _aviso_ (ovaci¨®n); _aviso_ dos pinchazos y estocada (silencio).
Plaza de Las Ventas. 20 de mayo. Decimoquinta corrida de feria. Lleno.
Asisti¨® el Rey Juan Carlos I, acompa?ado por la Infanta Elena y su nieta Victoria.
Tarde espesa la de sus mayores. El Juli escuch¨® pitos en su primero tras dar un inexplicable mitin con el descabello y una lecci¨®n de destoreo muleta en mano. No era toro de triunfo ese segundo, como no lo fue el cuarto, pero de esta figura se espera otra actitud, otro conocimiento, otra torer¨ªa, que brillaron por su ausencia. Fracaso sin paliativos del reconocido Juli¨¢n.
Tambi¨¦n cit¨® al hilo del pit¨®n, mal colocado casi siempre, Castella, pesad¨ªsimo ante su primero, y aburrid¨ªsimo ante el quinto.
La corrida de hoy
S¨¢bado, 21 de mayo. Decimosexta corrida de feria.
Espect¨¢culo de rejoneo. Toros de El Capea, para Sergio Gal¨¢n, Diego Ventura y Leonardo Hern¨¢ndez
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