Los hechos son sagrados; de acuerdo, ?pero cu¨¢les?
La objetividad no existe y tampoco hace falta; con la honradez es m¨¢s que suficiente
Es un mantra que ha vivido tanto como la propia historia del periodismo occidental: ¡°Los hechos son sagrados, la opini¨®n es libre¡±. Los hechos, efectivamente, tienen que ser todo lo sagrados que sea posible, porque sobre ellos se construye la historia. Pero una vez recopilada la informaci¨®n hay que determinar d¨®nde comienzan o terminan esos hechos, qu¨¦ contextualizaci¨®n precisan, qu¨¦ lugar ocupa cada uno de ellos en el texto general.
Un inmigrante apu?ala y da muerte a un espa?ol en Madrid. ?Determinaremos la nacionalidad del agresor desde la primera l¨ªnea o consideraremos que no es un elemento esencial de la historia y puede quedar para un p¨¢rrafo ulterior? ?La historia de la agresi¨®n cu¨¢ndo y c¨®mo comienza? ?El hecho en s¨ª lo constituye exclusivamente, el apu?alamiento, o pide una contextualizaci¨®n de la inmigraci¨®n a Espa?a y de la persona en cuesti¨®n? El acento en la inmigraci¨®n como ¡°amenaza¡± estar¨¢ muy subrayado o no, seg¨²n la versi¨®n que se elija. Si se cuentan las dificultades de adaptaci¨®n del colectivo inmigrante, por su naci¨®n de origen o como miembro despersonalizado del mismo o no, estaremos en una historia bien diferente. El periodismo es el reino de la percepci¨®n subjetiva y no hay dos que sean id¨¦nticas.
Todo ello nos transporta a una realidad esencial como es la eterna querella entre lo objetivo y lo subjetivo. Personas instruidas, con capacidad de elaboraci¨®n intelectual siguen hoy hablando con entera buena fe de ¡°periodismo objetivo¡± y colocan la objetividad en lo alto de la pir¨¢mide de la excelencia profesional. De acuerdo, hay un uso vulgar del t¨¦rmino, que todos entendemos y aceptamos, pero ocurre que la objetividad no existe y tampoco hace ninguna falta; con la honradez es m¨¢s que suficiente. Recuerdo a un joven periodista que cuando habl¨¢bamos de estos temas pon¨ªa cara de susto y repet¨ªa que lo b¨¢sico era hacer un periodismo objetivo, hijo de la verdad, y no recuerdo qu¨¦ otras cosas tan bien intencionadas como de antig¨¹edad prehist¨®rica. El susodicho se volvi¨® a su casa como si le hubieran robado la cartera. Pero los que la roban son los que prometen cosas imposibles. Un fil¨®sofo espa?ol, cat¨®lico y republicano, Jos¨¦ Bergam¨ªn, lo explicaba luminosamente: ¡°El relato es siempre subjetivo porque somos sujetos, para que fuera objetivo tendr¨ªamos que ser objetos¡±.
Pero que no se espante nadie, si no tenemos al ¨ªdolo de la objetividad con nosotros, contamos con una deidad perfecta como sustituto: la honradez. Hemos de ser capaces de que la historia no nos la dicte uno de los actores interesados, aunque estemos convencidos de que tenga raz¨®n. Y el peligro reside en que cuando escribimos con el prop¨®sito de restablecer el orden y la justicia universales hay excelentes probabilidades de que contaminemos el texto de teleolog¨ªa y redentorismo. Ese ser¨ªa un periodismo pueril, de activista, no de profesional. En un texto de calidad tienen que ser, en cambio, los ¡°hechos¡± los que se inclinen de un lado u otro. Y nadie dice que sea f¨¢cil.
Pero, aunque los hechos no puedan ser sagrados, la opini¨®n, prosigue el mantra, s¨ª que deber¨ªa ser libre. De acuerdo, pero tambi¨¦n hasta cierto punto. Justamente porque hemos de construir los hechos, la opini¨®n ser¨¢ libre, pero dentro del marco de lo posible, no a plena elecci¨®n del autor. Un peri¨®dico en el que la opini¨®n sea un ap¨®sito adjunto a la informaci¨®n, sin relaci¨®n directa con ella, no ser¨¢ un buen peri¨®dico. Pero tampoco dice nadie que deba existir una relaci¨®n mec¨¢nica entre informaci¨®n y opini¨®n, que todo aquello que se opine tenga que estar contenido en los textos, pero tampoco contradecirlos. De lo que se deduce que la opini¨®n es libre, pero no de viajar por su cuenta y ¨²nicamente tan contundente como los propios hechos puedan serlo.
El periodismo es por todo ello solo una aproximaci¨®n; ni reflejo, ni acta notarial, sino interpretaci¨®n honrada y falible que no aspira a la cuadratura del c¨ªrculo, como tampoco a dar lecciones al ciudadano. Solo pretende ser un ¨²til de conocimiento que ayude a comprender y decidir. Eso es en lo que yo creo.
Babelia
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