Los supervivientes del gueto de Duma no perdonan: ¡°Siria no olvidar¨¢ nunca los cr¨ªmenes de El Asad¡±
Los habitantes del principal basti¨®n de la oposici¨®n en la provincia de Damasco, que sufrieron asedio por hambruna, ataques qu¨ªmicos y una brutal represi¨®n, exigen castigo para los jefes del r¨¦gimen
A apenas 15 kil¨®metros del centro de Damasco, Duma era en 2011, antes de que comenzara la guerra siria, una pr¨®spera ciudad perif¨¦rica donde sus 150.000 habitantes se sent¨ªan confiados, a pesar de su religiosidad tradicional, frente al laicismo y la modernidad de la capital. Ahora solo permanecen all¨ª una tercera parte de ellos. Las se?ales de destrucci¨®n en la plaza de la mezquita central, donde los grupos de la oposici¨®n se reun¨ªan para organizar la lucha contra el r¨¦gimen, dan ahora testimonio de la suerte corrida por el principal enclave insurgente damasceno. Su poblaci¨®n civil padeci¨® asedio por hambruna durante cinco a?os, algunos de los peores ataques qu¨ªmicos del conflicto y una brutal represi¨®n que vaci¨® sus casas y arras¨® sus calles, convirtiendo la ciudad en un gueto de sufrimiento.
¡°Mi familia no perdonar¨¢ nunca, exige castigo para los jefes del r¨¦gimen¡±, afirma con odio en la mirada, a pesar de su aparente campechan¨ªa, Samir al Ammy, de 53 a?os. ¡°Siria no olvidar¨¢ los cr¨ªmenes de Bachar el Asad¡±. Su taller de herrero, en la principal calle comercial de Duma, se asienta sobre el solar que ocupaba el edificio de su clan familiar que los misiles del ej¨¦rcito echaron abajo el 22 de febrero de 2018. Perdi¨® a 17 miembros de su amplia familia, entre ellos, uno de sus hijos, de 20 a?os.
¡°Los ¨²ltimos 13 a?os han sido un infierno para nosotros (¡) hemos perdido a gran parte de nuestra familia, nuestras casas, nuestros negocios¡±, rememora mientras muestra los restos herrumbrosos de un cohete en lo que fue el s¨®tano. La muerte, la destrucci¨®n y la ruina es el legado que deja Bachar el Asad en Duma. ¡°Hasta hace poco, he tenido que ocultar a otro de mis hijos, de 20 a?os, para evitar que fuera movilizado y enviado al frente de Alepo (en el norte del pa¨ªs)¡±, confiesa con el temor que ha azotado a miles de padres sirios en la etapa final del r¨¦gimen.La reconstrucci¨®n es ahora la principal preocupaci¨®n de sus habitantes. El ingeniero Issa Muktaal, de 62 a?os, act¨²a como jefe de la Administraci¨®n municipal de Duma. Desde el despacho de la alcald¨ªa dirige los servicios p¨²blicos de la ciudad como regidor provisional. ¡°Han regresado ya unas 8.000 personas a la ciudad tras la ca¨ªda de El Asad, pero no tenemos capacidad para acogerlas¡±, lamenta.
A su lado se sienta uno de los primeros retornados, Rachid Tammar, de 40 a?os, que se define a s¨ª mismo como ¡°hombre de negocios¡±. Ha vuelto a su ciudad desde Idlib, en el norte de Siria, adonde fue expulsado por el r¨¦gimen en 2018 tras la rendici¨®n de la oposici¨®n en Duma. Su regreso ha sido ahora triunfante, poco despu¨¦s de que las brigadas islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS) se apoderaran de la capital siria. ¡°He venido como voluntario para asesorar a los nuevos gestores municipales¡±, explica, impecablemente vestido en medio de la miseria de Duma. Antes de despedirse, repite las consignas habituales de las autoridades de la nueva Siria: ¡°No va a haber venganzas personales, debemos pasar p¨¢gina y mirar al futuro, pero los responsables de cr¨ªmenes de guerra ser¨¢n detenidos y juzgados¡±.
La milicia rebelde Jaish al Islam resisti¨® durante cinco a?os el cerco de la comarca de Guta Oriental, que engloba a Duma. Entregaron sus armas al ej¨¦rcito y abandonaron el enclave de la capital en direcci¨®n a los reductos que la oposici¨®n ten¨ªa en el norte del pa¨ªs. Unos 10.000 combatientes insurgentes y los civiles que les acompa?an fueron evacuados entonces hacia las provincias norte?as de Idlib y Alepo. La penuria de alimentos y medicinas hab¨ªa llegado a provocar casos de fallecimiento por inanici¨®n y por falta de atenci¨®n sanitaria. Unos 100.000 civiles permanecieron bloqueados en la comarca.
El comerciante Samir Aredin, de 32 a?os, sigue viviendo en la misma calle de Duma en la que murieron 43 civiles en un ataque con armas qu¨ªmicas del r¨¦gimen en 2018. Entre ellos estaban su esposa y sus dos hijos. Sufri¨® una grave intoxicaci¨®n por gas de cloro, como otro centenar de vecinos, que le dej¨® graves secuelas. A¨²n parece aturdido por el contenido t¨®xico de los cilindros de gas lanzados desde un helic¨®ptero sobre el edificio donde viv¨ªa. ¡°No descansar¨¦ hasta que los culpables sean condenados¡±, asegura con determinaci¨®n, ¡°en esta calle no hab¨ªa puestos de milicianos de la oposici¨®n, solo gente normal¡±. ¡°Nadie que haya cometido un crimen tan horrible como este pude obtener perd¨®n, nadie¡±, advierte. ¡°El ataque fue lanzado para forzar la rendici¨®n de las fuerzas de la oposici¨®n, que estaban dispuestas a combatir¡±, esgrime. Su acusaci¨®n fue refrendada en 2020 por los investigadores de Naciones Unidas.
Otro ataque qu¨ªmico atribuido a las fuerzas gubernamentales caus¨® centenares de muertos (m¨¢s de un millar, seg¨²n la oposici¨®n) en 2013, en Guta Oriental. La comunidad internacional forz¨® entonces al r¨¦gimen a entregar su arsenal qu¨ªmico para su destrucci¨®n supervisada, aunque Naciones Unidas sospecha que el r¨¦gimen conserv¨® al menos un 1% de los productos letales y t¨®xicos que almacenaba. Los investigadores de la Organizaci¨®n para la Prohibici¨®n de las Armas Qu¨ªmicas confirmaron el ataque con gas de cloro cometido en las calles de Duma en 2018 y lo atribuyeron a las brigadas Tigre, fuerzas de ¨¦lite del r¨¦gimen. El uso de este armamento letal est¨¢ prohibido por la Convenci¨®n sobre Armas Qu¨ªmicas, que fue ratificado por Siria en 2013. Estados Unidos acaba de confirmar que est¨¢ trabajando, a trav¨¦s de aliados presentes sobre el terreno en Siria, para destruir los arenales de armas qu¨ªmicas que a¨²n quedan en el pa¨ªs ¨¢rabe tras la eliminaci¨®n de 1.300 toneladas de productos t¨®xicos completada por la comunidad internacional en 2014.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.