Cuando el franquismo censur¨® el ¡®boom¡¯ latinoamericano
El r¨¦gimen retras¨® 15 a?os la entrada de obras maestras de una generaci¨®n de autores que marc¨® una era. La dictadura no toc¨® ni una l¨ªnea a Garc¨ªa M¨¢rquez
Despu¨¦s de que en 1967 el franquismo prohibiera la publicaci¨®n de Cambio de piel, de Carlos Fuentes, Seix Barral recibi¨® la noticia de que tampoco podr¨ªa editar en Espa?a ¡ªcomo era su intenci¨®n¡ª Rayuela, la novela de Julio Cort¨¢zar que hab¨ªa visto la luz en Argentina de la mano de Francisco Porr¨²a en su sello Sudamericana.
El a?o anterior, el escritor chileno Luis Harss hab¨ªa presentado a ambos escritores junto a otros ocho m¨¢s en Los nuestros, un libro de entrevistas que trascender¨ªa por anunciar el que iba a ser nuevo canon de la literatura latinoamericana. La obra de Harss, que anticip¨® una revoluci¨®n clave en la literatura en castellano, cumple este a?o medio siglo. La dictadura retras¨®, sin embargo, casi 15 a?os la llegada a Espa?a de algunos de los autores del boom, aunque a otros, como a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, no les hicieron cambiar nada en sus textos.
Los censores franquistas, que evaluaban si cada libro atacaba ¡°a la moral, a la Iglesia o al R¨¦gimen¡± ¡°aconsejaron¡± suprimir ocho p¨¢ginas de Rayuela en 1967, seg¨²n consta en los correspondientes documentos que guarda el Archivo General de la Administraci¨®n. Carlos Barral escribi¨® como protesta al entonces jefe de la censura, Carlos Robles Piquer: ¡°Empleo buena parte de mis posibilidades editoriales en una operaci¨®n de integraci¨®n de las distintas narrativas hisp¨¢nicas, me preocupa gravemente el problema de la balcanizaci¨®n de la literatura en lengua espa?ola¡±.
La respuesta suger¨ªa que Cort¨¢zar aceptar¨ªa los cambios ¡ªaunque la primera edici¨®n espa?ola de su novela m¨¢s conocida no lleg¨® hasta siete a?os despu¨¦s en C¨ªrculo de Lectores¡ª y hac¨ªa una ir¨®nica declaraci¨®n de principios: ¡°Deseo vivamente una mayor comunicaci¨®n mutua entre todas las literaturas de lengua castellana¡±.
La lista de ¡®Los nuestros¡¯
'Los nuestros' es un libro de entrevistas que anunciaba el nuevo canon de la literatura latinoamericana:
- Carlos Fuentes (Panam¨¢, 1928 ¡ª Ciudad de M¨¦xico, 2012)
- Julio Cort¨¢zar (Bruselas, 1914 ¡ª Par¨ªs 1984)
- Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez (Aracataca, Colombia, 1927 ¡ª Ciudad de M¨¦xico, 2014)
- Mario Vargas Llosa (Arequipa, Per¨², 1936)
- Juan Rulfo (Sayula, M¨¦xico, 1917 ¡ª Ciudad de M¨¦xico, 1986)
- Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 ¡ª Ginebra, 1986)
- Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909 ¡ª Madrid, 1994)
- Alejo Carpentier (Lausana, Suiza, 1904 ¡ª Par¨ªs, 1980)
- Miguel ?ngel Asturias (Ciudad de Guatemala, 1899 ¡ª Madrid, 1974)
- Jo?o Guimar?es Rosa (Cordisburgo, Brasil, 1908 ¡ª R¨ªo de Janeiro, 1967)
Los inmorales Buend¨ªa
Tambi¨¦n se retras¨® la publicaci¨®n en Espa?a de Carlos Fuentes. Aunque en 1966 llegaron 17.000 ejemplares de La muerte de Artemio Cruz, los censores ya hab¨ªan rechazado otras tres obras suyas. Los intentos en 1960 de la editorial Hispano Americana de exportar a Espa?a 50 ejemplares de La regi¨®n m¨¢s transparente y otros tantos de Las buenas conciencias fueron rechazados. La primera novela fue tachada en el informe de la censura de ¡°atea, [con] alusiones pol¨ªticas contrarias al r¨¦gimen, [y] descripciones fuertemente lascivas¡±; la segunda presentaba a ¡°personas religiosas como hip¨®critas, [¡] y con frases inconvenientes y escenas de burdel¡±. Hasta 1973 y 1975, respectivamente, ambas obras no llegaron a Espa?a. Una demora similar padeci¨® Pedro P¨¢ramo, de Juan Rulfo, rechazada en 1955, cuando se public¨®: ¡°Hay descripciones crudas de situaciones inmorales¡±. Hasta 1969 no se pudo leer en Espa?a.
La llegada de Manuel Fraga en 1962 al Ministerio de Informaci¨®n propici¨® una m¨ªnima apertura con la Ley de Prensa de 1966. ¡°Se suprimi¨® la censura previa y se pod¨ªa publicar lo que se quisiera, pero el franquismo reservaba el derecho a parar las tiradas si cre¨ªa que una obra era ofensiva. Los editores siguieron mostrando los libros para no imprimir uno y luego ver c¨®mo se paralizaba. En esos a?os, se siguieron censurando muchas obras¡±, recuerda Xavier Ay¨¦n, autor de Aquellos a?os del boom.
Pese al franquismo, la audacia de las editoriales permiti¨® que muchas novelas tachadas entrasen de contrabando. Miguel Visor, distribuidor y librero desde 1959, rememora c¨®mo colocaban los libros prohibidos en la parte baja de las cajas de importaci¨®n, ocultas por obras s¨ª permitidas: ¡°No hab¨ªa librer¨ªa que no tuviera una secci¨®n pirata. Estas novelas las ten¨ªamos escondidas y las vend¨ªamos a gente de confianza¡±.
Los censores no molestaron, en cambio, a Garc¨ªa M¨¢rquez. Su primer libro en Espa?a fue La mala hora, en 1962, pero no ser¨ªa hasta la publicaci¨®n en 1967 de Cien a?os de soledad cuando se editar¨ªa en amplias tiradas. En 1969, C¨ªrculo de Lectores solicit¨® publicar 5.000 vol¨²menes de la novela debido a ¡°la premura con que los clientes¡± ped¨ªan m¨¢s ejemplares.
El censor se?al¨® en su informe que la historia de los Buend¨ªa no supon¨ªa problema pol¨ªtico ni ideol¨®gico alguno, aunque ¡°moralmente, presenta un ambiente en el que predomina la inmoralidad¡±. El censor identificado como Lector 21, que ya hab¨ªa prohibido Las buenas conciencias, de Carlos Fuentes, autoriz¨® su edici¨®n y escribi¨®: ¡°Como novela, muy buena¡±. Solo Jorge Luis Borges recibir¨ªa una aceptaci¨®n tan incondicional: El Aleph pas¨® en 1969, dos d¨¦cadas despu¨¦s de su publicaci¨®n original, sin objeciones, y su autor fue considerado por la censura como ¡°uno de los m¨¢s grandes l¨ªricos de la lengua espa?ola¡±.
La ciudad y los perros sali¨® en Espa?a en 1963 solo tras la mediaci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, jurado del premio Biblioteca Breve, que el libro de Vargas Llosa gan¨® en 1962, la del propio autor y la lectura de Robles Piquer. El autor corrigi¨® los ocho p¨¢rrafos se?alados por la censura sin dejar de defender la libertad creadora. En una carta al funcionario del r¨¦gimen, escribi¨®: ¡°Esto en nada modifica mi oposici¨®n de principio a la censura. [...] La creaci¨®n literaria debe ser un acto eminentemente libre, sin otras limitaciones que las que le dictan al escritor sus propias convicciones¡±.
Diez autores con distintas repercusiones
Los nuestros?anticip¨® el nuevo canon de la literatura latinoamericana, pero no todos los autores de los que habl¨® Harss en este libro consiguieron ser referencias posteriores. El escritor guatemalteco Miguel ?ngel Asturias y el brasile?o Jo?o Guimar?es Rosa tuvieron una repercusi¨®n menor que la de sus compa?eros de generaci¨®n Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti y Juan Rulfo.
Asturias entr¨® en Espa?a en 1949 con 100 ejemplares de la novela?El se?or presidente, que fue autorizada, seg¨²n el censor, "por su indiscutible valor literario", aunque en el informe se se?alaba que era una novela racista y de tonos fuertes.?Guimar?es lleg¨® en 1967 con Primeras historias. El informe del lector autoriz¨® la obra sin comentarios.
El cubano Alejo Carpentier, sin embargo, fue una referencia tanto para los autores del boom como para escritores posteriores. El 9 de octubre de 1964, Seix Barral pidi¨® permiso por primera vez a los censores para publicar?El siglo de las luces, una de las mejores novelas de Carpentier. La editorial tuvo que zafarse de cuatro censores, hasta que el 24 de junio de 1965, ocho meses m¨¢s tarde, el lector franquista 24 autoriz¨® al fin la publicaci¨®n del libro con correcciones.
El siglo de las luces, que cuenta la vida del personaje hist¨®rico V¨ªctor Hughes, que llev¨® la Revoluci¨®n francesa y las ideas liberales al Caribe, lleg¨® a Espa?a despu¨¦s de que el editor Carlos Barral mediase con cuantas cartas pudo con el jefe de la censura.?Durante la traves¨ªa para publicar esta novela, los censores escribieron en sus informes que la obra "aprovecha toda oraci¨®n para denigrar a la Iglesia con irreverencias, y a Espa?a por su catolicismo", que "est¨¢ penetrada de expresiones e ideas volterianas en absoluta contradicci¨®n con la mentalidad espa?ola" o que "a la pobre Iglesia se la vapulea bien".
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