Novillos encastados para novilleros sin ¨¢ngel
Desafortunada actuaci¨®n de la terna, muy por debajo de la calidad de las reses de La Ventana del Puerto
Sin¨®nimos de "sin ¨¢ngel": sin gracia, sin hondura, sin entrega, sin mando, sin poder¨ªo, sin clase¡ En fin, que los tres novilleros estuvieron muy mal y echaron un negro borr¨®n a sus respectivas carreras y, lo que es peor, a su futuro, esperanzador hasta el instante mismo del pase¨ªllo.
La Ventana del Puerto / Marcos, Gald¨®s, Castilla
Novillos de La Ventana del Puerto, correctamente presentados, que mansearon en los caballos y, en general, destacaron por su casta en el tercio final. Destacaron los cuatro primeros, incansables en la muleta.
Alejandro Marcos: estocada delantera ¡ªaviso¡ª (vuelta por su cuenta); tres pinchazos, estocada?¡ªaviso¡ª y un descabello (silencio).
Joaqu¨ªn Gald¨®s: estocada muy baja (silencio); bajonazo descarado (silencio).
Juan de Castilla: dos pinchazos?¡ªaviso¡ª y estocada desprendida (silencio); pinchazo ¡ªaviso¡ª estocada, tres descabellos y el novillo se echa (silencio).
Plaza de Las Ventas. 23 de mayo. Decimoctavo festejo de feria. Casi tres cuartos de entrada.
Tiene su dificultad triunfar con un novillo encastado, que repite con codicia una y otra vez y exige un torero con la cabeza fr¨ªa y bien amueblada y una muleta poderosa; y debe ser m¨¢s dificultoso a¨²n en esta plaza en la que tanto influye el miedo esc¨¦nico.
Pero, claro, resulta que los chavales han optado por una profesi¨®n de h¨¦roes y para elegidos, y llevan la mitad de su corta vida so?ando con un novillo que meta la cara y "me permita demostrar todo lo que llevo dentro". Y va y sale, y no uno sino cuatro, y todos ellos se van con las orejas colgando. ?Oh¡ qu¨¦ desilusi¨®n¡! Ojal¨¢, al menos, las cuadrillas y los apoderados no enga?en a los toreros, y no culpen a los encastados novillos de su triste fracaso. Porque solo si son conscientes de su preocupante realidad tendr¨¢n opci¨®n de rectificar.
No hay nada m¨¢s descorazonador que un novillo embista de manera incansable y el torero se muestre incapaz de encontrar el camino del toreo aut¨¦ntico. As¨ª le ocurri¨® a Alejandro Marcos ante su primero, que debe a¨²n estar embistiendo como un loco, colgado de un pincho. El novillero dio muchos muletazos, pero no tore¨® nada. Al final, cit¨® por ayudados, se despist¨® un segundo y el novillo lo volte¨® espectacularmente y el chaval cay¨® de cabeza y qued¨® noqueado durante un buen rato. Acudi¨® a la enfermer¨ªa, pero tuvo el gesto de volver para matar a su oponente, lo que le permiti¨® dar una vuelta al ruedo que nadie le pidi¨®. Otra ristra enorme de pases dio ante el quinto, novillo tambi¨¦n codicioso, y nadie se inmut¨®.
Gald¨®s ven¨ªa de triunfar en Sevilla, pero todo su arte lo dej¨® en la Maestranza. Tiene maneras indudables, pero no consigui¨® ahormar una faena con unidad y sentido. En una palabra, no dijo nada, que es asunto grave. Decepcion¨® ante su noble primero, y aburri¨® ante el manso quinto, al que mat¨® de un infamante bajonazo.
Volvi¨® Juan de Castilla, en sustituci¨®n del herido Luis David Adame, y, quiz¨¢, le hicieron un flaco favor. Destac¨® por su valor el pasado lunes y este premio era para triunfar o morir, para confirmar que es un torero de los pies a la cabeza o acabar en la enfermer¨ªa.
Pues result¨® que no triunf¨®, y sali¨® de la plaza por su propio pie. Mala cosa, aunque pueda resultar cruel. Adem¨¢s, se mostr¨® tan acelerado, despegado y superficial como sus compa?eros; y pesado, tambi¨¦n, como ellos, de modo que sus bernardinas al sexto las ejecut¨® entre el choteo de parte del desesperado p¨²blico asistente.
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